lunes, 9 de octubre de 2023

El horizonte del pasado

 




Se asomó al balcón. El vientecillo que antaño le hubiera sido grato ahora le escalofriaba. Pensó en la alteración de los cuerpos. Las células mermadas, los tejidos más frágiles, el organismo menos resistente a las temperaturas. Era una manera de imaginar, porque no podía saber qué pasaba ni con las células ni con los tejidos. La obsesiva costumbre de construir una explicación difusa, seguramente incorrecta, que le permitiera tranquilizar sus temores. Pero para ella, y más en su circunstancia presente, cualquier sensación era también idea, sentimiento, necesidad de ser explicada o al menos argumentada. 

Apoyada en la barandilla contempló el tráfago de gentes y de vehículos. Más allá del dique se extendía apacible la raya del océano, a cuya orilla había crecido, jugado, incluso despertado al amor. Le hará bien el paseo, pensó instintivamente. Te hará bien, le habló cariñosamente con la mano en su vientre. Pero esa mano en el atributo de su gravidez, que iba sin demora generando una vida, no era la mano sobre el amante. Era más bien sobre el ser que iba a ser amado por ella. Dos necesidades diferentes que a veces juegan en la balanza de la decisión o simplemente en la del lenguaje. Dos expresiones de amor, cuya aproximación solo reside en la utilización maleable de la palabra. Y tal término, amor, la turbaba y la sentía contradictoria, bien porque no admitía una definición convencional o porque dudase de su contenido. Tú estás aquí, habló a su vientre, y él, que es ajeno a ti, podría haber estado entre los dos. Pero, ¿y si acaso, de haber estado él, no hubiera querido tu presencia? ¿Y si debido a que nunca pudo afianzarse aquella relación sí que tú estás a punto de ser? 

Qué complicados y paradójicos son los movimientos ocultos de la vida, se dijo, mientras inevitablemente le seguían viniendo recuerdos gratificantes del pasado. Todo lo que tenía ante sí ahora le hablaba con la precisión de un poema. El olor penetrante de la humedad salina, el perfil de un oleaje tibio e incesante, o el inextricable horizonte que contemplaba traían a su mente los días inexpertos que había creído felices. Y que, a pesar de la separación, creía todavía, o necesitaba creer, que lo habían sido. La atracción arrolladora entre dos que a los ojos ajenos se mostraban tan distintos. La conexión asombrosa que se daba entre quienes pensaban en plural sobre tantas cuestiones del mundo y de su tiempo. El rodaje de unos afectos que solo podían ser comprendidos a medida que se habían ido reconociendo en ellos. Las embestidas desinhibidas e intensas con que procuraban saciarse. 

Un relámpago de fuego le recorrió de repente el cuerpo. Percibió un golpe de voluptuosidad que desde el abandono de aquel hombre no había vuelto a conocer. ¿Pensará él lo mismo que yo pienso? ¿Será receptivo su instinto a algo semejante de lo que yo siento? ¿Le estará dando vueltas al pasado? ¿Hará la ficción, siquiera por un instante, de lo que habría sido una vida compartida? 

Envuelta en un vestido vaporoso, que permitía que el embarazo no diluyera la esbeltez que siempre le había caracterizado, la mujer enfiló por inercia sus pasos hacia la playa. Como si buscara fusionar dos amores que la realidad los hacía irreconciliables, pero que su deseo insatisfecho los unificaba. Se descalzó. Sus pies tomaron contacto con la arena. Junto a las huellas que iban dejando creyó ver que otras huellas semejantes a las suyas, quizá algo más hundidas, iban acompañándola. No tiene sentido, son ganas de martirizarme, se enfadó consigo misma. A ti ¿qué te parece?, preguntó a su entraña. Pero no obtuvo respuesta. Suspiró y mordió con cierta acritud el aire.  




* Fotografía de Édouard Boubat.

22 comentarios:

  1. Un amor no concretado por otro difuso que se adivina en el futuro.. la vida son las decisiones que tomamos pero, más aún las que no tomamos.. hoy quiero pensar que a tu protagonista todo le saldrá bien...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así lo veo yo también, Beauséant, lo que se anda y se desanda o no se anda, todo ello es la vida, el silencio y el grito, la caída y el levantarse, la aproximación y el alejamiento...todo nos hace y no sabemos con claridad de qué manera permanece, o simplemente solo somos fluir...

      Eliminar
  2. Hay momentos, cara al mar, en mucha ocasiones, o ante un paisaje alpino, en los que uno se plantea el por qué demuchas cosas, pero al final si uno encuentra la paz con uno mismo, las respuestas no importan.

    Una narración delicada y sutil. Muy visual y reflexiva. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno, si te soy sincero nunca he tenido claro si en tal tesitura uno logra la paz consigo mismo o simplemente aparca la guerra (las dudas, las tensiones, los pasos, las decisiones...) Seguiré con el puzzle, si es que sé seguir.

      Eliminar
  3. Lo que ha sido inconcluso seguirá rondando, buscando una explicación, pero, no es acaso que el silencio ya en sí es esa respuesta a todas las interrogantes.
    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El silencio ¿respuesta? Me lo he preguntado muchas veces. Ahora llego a la conclusión de que el silenciol es solo eso, silencio. Pasa el tiempo, incluso años, y te sorprendes que los silencios de repente hablen. Pero conviene no engañarse. El tiempo siempre transcurre, puede que el lenguaje haya cambiado o haya que adaptarse o aventurarse a un silencio roto pero fértil.

      Eliminar
  4. ¿Tiene claro esa mujer el camino que va a tomar?.
    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La claridad a veces es cortoplacista, aunque uno se crea que es para siempre. No sé si la claridad de esa mujer será definitiva al sentirse compensada por la criatura que hace.

      Eliminar
  5. A maternidade e as suas certezas e dúvidas...Contudo, nem sempre a resposta é a certa...e o silêncio não é...
    Texto como sempre poderoso....
    Beijos e abraços
    Marta

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El silencio, aun no siendo respuesta, produce suspiros, oxigena, pone en guardia.

      Eliminar
  6. Muchas dudas las de esta mujer, quizás la contemplación del mar las resuelva.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  7. Lo que realmente merece la pena ahora es la vida que se está gestando, eso es el mayor milagro... formar parte de ese proyecto. El silencio como respuesta del otro.es alejamiento, no aceptación..., no merece la pena
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Más que milagro es una consecuencia: asumir lo dispuesto, lo engendrado y procurar su bienestar . ¿Lo otro? Tal vez olvido, tal vez secreto, tal vez recóndito reclamo que nunca será atendido. ¿O sí? Gracias, Stella, por pasar.

      Eliminar
  8. "...los días inexpertos que había creído felices. Y que, a pesar de la separación, creía todavía, o necesitaba creer, que lo habían sido".
    Entiendo que necesite creerlo, pues el recuerdo le acompañará siempre e irá creciendo a su lado.
    Por alguna razón, esta frase me hizo evocar un cuento de Galeano. Si me permites lo extenso, copio el párrafo que recordé: "¿Qué hace esa india Huichola que ésta por parir? Ella recuerda. Recuerda intensamente la noche de amor de donde viene el niño que va a nacer. Piensa en eso con toda la fuerza de su memoria y su alegría. Así el cuerpo se abre, feliz de la felicidad que tuvo, y entonces nace el buen huichol, que será digno de aquel goce que lo hizo".
    Supongo que recordar como feliz su origen puede ayudar a una madre a hacerse cargo sola de su hijo.
    En esa dirección se fue mi desvarío. El relato lo disfruté mucho. Siempre es un gusto leerte, aunque venga poco.

    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Alís, no solo está permitida la extensiónm sino que además lo haces con una cita de Galeano, al que yo aprecio mucho. Traemos poco a colación a este escritor combativo, y yo el primero que apenas lo cito, pero siempre que lo leo, debería hacerlo más a menudo, me quedo a gusto en contenido y forma. Gracias, vuelve cuando desees.

      Eliminar
  9. El títol és un oxímoron molt bo. El passat pot arribar a tenir horitzó.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Por qué no va a haber un horizonte del pasado, aunque no se ande del mismo modo como se va a recorrer el futuro?

      Eliminar
  10. La ilusión de que el otro sienta como ella recuerda y desea le da fuerzas para llevar adelante la vida que se abre en su vientre. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nadie se puede desproveer de ilusiones, deseos, sueños...otra cosa es que se bloquee y no avance, pero un ser en marcha siempre da aliciente y más a una mujer.

      Eliminar
  11. Fáckel:
    los hombres nunca podremos saber qué se siente al llevar una vida en el interior. Siempre me lo he preguntado y lo he intentado, pero no lo consigo.
    Por otro lado, la maternidad es cada vez más complicada.
    Salu2.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En efecto. No podremos nunca sabedrlo, como no podemos saber qué es el ejercicio de la renovación mensual del cuerpo de una mujer. Pero démonos con un canto en los dientes si las escuchamos a ellas, si las comprendemos al máximo y sobre todo si las apoyamos.

      Eliminar