miércoles, 27 de septiembre de 2023

Ariadna desde el laberinto grotesco

 



"El país que había perdido su alma estaba sentado con las manos vacías cerca del puerto y, cuando yo llegué, miraba con tristeza las aguas muertas. Pronto seré como ellas. Ya lo ves, no expreso nada, nada auténticamente mío. Pronto seré como estas aguas, un espejo indiferente, exclamó".

De Ariadna en el laberinto grotesco, de Salvador Espriu.


Vivías desde siempre en el laberinto y te preguntabas: ¿hay salida? Era la pregunta inocente, casi refleja. Infantil. Porque aunque te gustaba recorrer sus calles, sumergirte en los pasadizos y asomarte a las amplias galerías -el laberinto no es una geometría oscura y menos lineal- tenías la sensación de estar yendo y volviendo. Cada paso adelante sugería uno dado anteriormente. Al principio cada descubrimiento se te mostraba como una puerta abierta por donde podías escapar. Pero una vez que incorporabas lo nuevo a tu acervo tendías a resguardarte, con tu novedoso tesoro, porque el exterior, aun siendo atractivo y tender a dejarte llevar por él, solo lo observabas con temor y con incertidumbre. El laberinto te ofrecía seguridad y si había monstruos dentro de él los tomabas como propios. Si se presentaban aguerridos libertadores los recibías con la ingenuidad propia de quien confunde deseos con posibilidades, pero o se sometían al hábitat indestructible o se destrozaban entre sí, pues el guerrero solo es carne de otro guerrero y pocas veces hacedor de paz. Si a veces confiabas en la aparición de una Ariadna, que acaso solo anidaba dentro de ti, te deslizabas tras sus encantos, que no dejaban de ser ficción imaginativa tuya. Porque, ¿se reveló alguna vez como real la intuida presencia de una Ariadna? Probablemente más de una, o varias. O muchas. Todas las que cabían en tu afán de búsqueda y alguna que otra que se personificaba y acompañaba tus recorridos arriesgados. Allí fuera hay otro país, decíais en aquel corro de Ariadnas, guerreros, monstruos y tú mismo, cuando os arrimabais a la balconada donde el horizonte adquiría formas verbales y revelaba ansias corporales. Pero el otro país era también parte del laberinto, porque el horizonte no era territorio ajeno, sino reflejo del que habitabais.  


Si te interesan las citas comentadas de Ariadna de Asterión pásate por

https://ellaberintogrotesco.blogspot.com/



*Ilustración de Balbi López Santos.

25 comentarios:

  1. Siempre condenados a seguir en el mismo lugar, esclavos de nuestras propuas limitaciones.
    Hay otros mundos, pero están en éste

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y el mundo de la imaginación y de la fantasía es uno de ellos. Condenados al laberinto o a subir con la piedra de Sísifo; que lo sigamos contando.

      Eliminar
  2. Las treinta y dos narraciones bajo la mirada grotesca de Espriu, siguen vigentes a día de hoy, demasiado vigentes, y es que somos como él dice un espejo indiferente, un reflejo de la nada.

    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así lo veo yo también. Precisamente ayer comentaba con un amigo de viejos tiempos lo polarizada que estaba la sociedad española entre relativos extremos. Yo le precisaba que esa polarización procede como poco del siglo XIX, tan funesto en entendimientos, repleto de guerras civiles y fracasos coloniales, y qué poco han triunfado en los dos últimos siglos la moderación y las posiciones templadas. Prueba de ello es que el centro político es misión imposible aquí, una condena decía mi amigo. Yo mismo nunca lo he visto y cuando alguien se ha pretendido de centro o bien otras fuerzas se lo han cargado o la soberbia y poca claridad programática de quienes han enarbolado tal supuesto espacio han acabado por eliminarlo en escasísimo tiempo. No sé.

      Eliminar
  3. Siempre he asociado los laberintos a temas místicos, no me preguntes por qué. No sé, cosas infinitas que no se pueden atrapar del todo: el objetivo imposible de encontrar la puerta de salida adecuada…
    Se acepta la sugerencia del grotesco que veo que también es libresco.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La obra de Espriu, que es prosa, ya sabes que tiene mucha poesía también o sobre todo, está muy bien. Así se titula el libro suyo y siempre me pareció muy sugerente y bonito y por eso lo adopté para título del blog de Ariadna. La vida es grotesca, el mundo es grotesco, ¿cómo no va a serlo esa representación melodramática denominada vida, ergo laberinto?

      Es que los laberintos suponen un simbolismo muy extendido en todas las culturas. Una de las imágenes que mñas me impresionaron cuando visité la catedral de Chartres es que deambulando por la nave central observaba que había losas más claras y más oscuras, y que configuraban formas extrañas que iban y venían, y cuando fue tomando perspectiva me di cuenta que era un laberinto , no pude evitar un cosquilleo en los pies como si pisara algo mistérico, hicimos el recorrido de aquel laberinto pero no sé si encontramos la salida (de la catedral, sí, jej)

      https://www.labrujulaverde.com/2019/05/el-gran-laberinto-de-la-catedral-de-chartres

      Eliminar
  4. Nos movemos entre laberintos, salimos de uno, entramos en otro.. cada salida parece la libertad, pero es lo que dices, otro laberinto... algunos piensan que la muerte es la libertad, para otros es.. un laberinto más.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Probablemente sea el mismo laberinto. Nuestra existencia personal es laberíntica, participamos de infinidad de situaciones, proyectos, estadios, ciclos, gentes, relaciones, etc. que son laberínticos. Probablemente las salidas del laberinto sean ficticias o un engaño visual. Bueno, hay una salida, pero implica que ya no se vive.

      Eliminar
  5. Ahora es fácil salir del laberinto, con Google máps. Si luego hay otro, se disfruta del triunfo obtenido, y se empieza otra vez. No es un descanso como el del perdedor, pero no está mal
    abrazooo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿De verdad crees que Google Maps te permite salir del laberinto? Creo, más bien, que puede srvir para ir de unos rincones a otros geográficos, y como no te propongas tú buscar la salida (hallarla loo dudo) más allá o más acá de las geografías no haces nada. En el entretenimiento y búsqueda de abrir puiertas y creer que nos ventilamos está esto llamado vivir.

      Eliminar
  6. Me encantan los laberintos cuando se sabe salir de ellos....
    Saludos cordiales

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Acaso saber realizar giros y apartarnos de recovecos ya nos parece que salimos del laberinto. ¿O solo de ciertas situaciones labrínticas? Tal vez hay que prever cuándo nos podemos encontrar hasta callejones sin salida.

      Eliminar
  7. Interesante el símbolo del laberinto. Se puede caminar hasta llegar al centro o... caminar hasta hallar la salida en la periferia. Siempre me han gustado los laberintos como construcciones arquitectònicas o del paisaje o como símbolos de la vida interior.

    Me ha gustado mucho tu texto.

    A veces parece que nada tiene sentido. Nos vemos metidos en bucles. Repetimos experiencias y errores. Parece que no avanzamos. Como el mito de Sísifo.

    Pero otras veces todo cobra sentido. La vida muchas veces es extraña.

    Lo que sí sé es que cuando pensamos que nuestra situación no tiene salida solemos estar equivocados. Todo empieza y termina. Todo es impermanencia. El hilo de Ariadna a veces está dentro de una persona que nos ayuda a salir de un embrollo, en otras ocasiones se encuentra ese hilo dentro de nosotros mismos.

    En fin... fascinante tu texto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Probablemente todo consiste en una inercia natural, que la vida humana, como la de los astros, tiene también leyes análogas a otras zonas y comportamientos del universo. Ayer mismo un amigo escultor que trabaja la rudeza de la piedra y los volúmenes me decía que lo mineral tiene vida. Que su composición también responde a múltiples factores de mezclas, sometimientos a agentes atmosféricos u oceánicos, y que en manos de un escultor que penetra en ellos y los transforma se manifiesta. como en un diálogo.

      Todo, todo, en sus manifestaciones particulares, empieza y termina, en esa otra expresión hiper compleja y global denominada Universo prima la transformación y las nuevas aaptaciones, y los físicos siguen indagando sobre orígenes y destinos.

      "El hilo de Ariadna a veces está dentro de una persona que nos ayuda a salir de un embrollo, en otras ocasiones se encuentra ese hilo dentro de nosotros mismos." Coincido. Incluso estando dentro de nosotros lo encontramos por algún factor que se revela o alguna influencia, siquiera vía pensamiento, exterior que latía dentro de nosotros. Gracias por captar el sentido.

      Eliminar
  8. Ahora que buscaba una dirección que era laberíntica, google maps también se desubicó, me indicaba vuelta a la derecha cuando era a la izquierda y así, tuve que apagarlo y salir a intuición; y me pregunto si realmente salí o solo entré en otro.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A veces uno se guía por el insinto, otras veces aplica el razonamiento basado en la experiencia, al final siempre hay que elegir. Gracias.

      Eliminar
  9. Estamos todos en laberintos, lo que no sé es si lo mejor es intentar salir desandando. Porque tal vez sólo es el reflejo de lo que hemos ido construyendo, un espejo que no queremos mirar.

    Un blog muy interesante. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En efecto, tal vez sea espejismo todo, espejos sobre espejos, calles tras calles, paisajes que van y vuelven en dirección tiempo más que espacio. Gracias por leer ambos.

      Eliminar
  10. Uno se ve tentado a intentar salir de su laberinto, pero a la vez, nos frenan los miedos de que lo que nos espera fuera resulte peor. Así estamos. Otro abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nos rinde la costumbre y lo que consideramos seguridades, ¿no?

      Eliminar
  11. Si sientes que estás bien dentro del laberinto, ¿por qué intentarías salir?, si dentro tienes a todas las Ariadna que tu imaginación desarrolle. Me hiciste recordar lo que siempre decía mi madre, "Más vale malo conocido que nuevo por conocer". Aunque, salir de un laberinto, así entres en otro ya es una aventura.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Uno ya no sé si intenta salir ni del laberinto propio. Al fin y al cabo es donde mejor se puede conocer a uno mismo. Pero uno tampoco se conoce lo suficiente si se aísla y no prueba conducirse por otros laberintos.

      Esa expresión que citas es muy de aquí también, y mi madre lo repetía con frecuencia. Concedamos pues que hay muchos laberintos pero todos están en este, ¿o no?

      Eliminar
  12. Fáckel:
    te iré leyendo poco a poco porque la vida se me han complicado mucho y tus entradas son son para leerlas en un minuto (para bien, claro).
    Salu2.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tranquilo, Diego, lee lo que puedas, quieras y te dé la gana, esto es libre y las entradas nunca son cerradas. Un abrazo y gracias.

      Eliminar
    2. https://reptilector.blogspot.com/2019/09/dialogo-en-el-mahabharata.html

      un pensamiento, Diego

      Eliminar