Praga, entre brumas y silencios. El clima y mi estado crítico se compenetran, pero eso no quiere decir que me consuele. Más bien se duplican mis inquietudes. De momento el contacto con algunos artistas locales me proporciona satisfacción. Y lo más sorprendente es que ellos admiten mi carácter y mis reservas. Aunque he recorrido la zona de las nuevas construcciones, muy al gusto y a la moda de los arquitectos de esta época, no me han apasionado en exceso. Sin embargo veo que no van a la zaga de Viena, y que se dan un baño de simbolismo extraordinario.
Mi galerista y algunos artistas de la bohéme me han llevado por los antros y tabernas de la ciudad vieja. Cuando observo las edificaciones decrépitas me pregunto si no será la propia naturaleza del tiempo la que traerá la justa deconstrucción, no solo de los elementos físicos sino de las ideas y los valores. No sé si esa nueva modernidad, más formal que cambiante, que se empeñan en hacer perdurable resistirá tanto como muchos edificios de siglos, pero la vanidad, como el empeño, no tiene límites.
Hoy he conocido a Jaroslav, un escritor local, que no provinciano, bastante peculiar. Él no sabía de mi obra, del mismo modo que yo no he leído nada de lo que ha escrito. Es un personaje cuya mente bulle literaria e inconformista, diría que incluso harto satírica. Su vida ha sido variada y turbulenta. La experiencia acumulada es la verdadera musa, Egon, me ha dicho, no hay nada más. Eso y el esfuerzo al recrear otras vidas en la literatura. Aunque cometas errores, no te arrepientas jamás. Los deslices y las incomprensiones también sirven. Sobre todo para traducir las fantasías y las ensoñaciones en una obra. Yo lo intento con mis escritos y por lo que parece tú lo procuras con tus cuadros. Es increíble cómo las sucesivas y espumosas Pilsen han propiciado una conversación tan estimulante.
Estos días no echo de menos a mis modelos. Las distancias relajan las tensiones. Espero que esté viniendo bien a ambas partes.
También me han presentado a Alena S., sobrina de Emil, uno de los artistas más activistas de la ciudad. No sé qué le dirían o qué conclusión habría sacado de mis obras expuestas que se me ofreció como modelo. Te veo demasiado joven para el oficio, le comenté. Respondió con desparpajo la chica. ¿Acaso un retratista tan sagaz como usted puede ignorar que todas las edades tienen su punto? Por un momento me desarmó. Luego pensé que probablemente sacaría buen partido de su belleza orientalizante. Pero esa juventud aún demasiado tierna, si bien tan atractiva, me confunde. Podría resultar imprudente aceptar la propuesta. Además no tengo pensado permanecer más tiempo del previsto en esta ciudad.
(Autorretrato de Egon Schiele)
¿Acaso un retratista tan sagaz como usted puede ignorar que todas las edades tienen su punto?
ResponderEliminarBuena y sabia respuesta. Efectivamente cada edad tiene su secreta belleza y delicada franqueza en las arrugas y, para un pintor resulta muy atractivo extraer cada detalle y, sobre todo, adentrarse en sus laberintos.
Abrazos Fackel
Así es, aunque luego el resultado sea criticado por algunos, no tanto por la estética sino por la lectura moralista e hipócrita que suelen hacer (en defensa de ideas e intereses prefijados) Saludo siempre.
EliminarA Egon le desconcierta cambiar de paisaje, le noto cierta incomodidad.
ResponderEliminarSaludos
Tal vez la tensión, estar y no estar, marchar del ámbito que controla más de cerca, pero que tampoco le gusta del todo, y tener que estar de forastero un tanto al pairo en otro lugar. Pero los artistas aprenden de todo.
EliminarVeo que le cuestan los cambios, lo bueno de todo esto es que son ellas las que lo ''conducen'', quizás si por él fuera se hubiese quedado únicamente con Vera.
ResponderEliminarNo estoy seguro; le gusta repartir su tiempo y compartir sus afectos; tal vez buscando siempre algo más; un artista es tan indagador o más que un investigador de laboratorio. Y ya sabes, un cambio, por efímero que sea, siempre produce cierta resistencia (aquello de ¿qué me encontraré? ¿estaré a gusto? ¿aceptaré la extrañeza?, etc.)
EliminarNo me negarás que de alguna forma ellas lo han ido empujando
EliminarDe forma indirecta, a la contra, acaso. Las distancias, siquiera cortas, son provechosas. (Modelos vs artista, una idea interesante)
Eliminar¿Hay otra forma de hacerlo?, que no sea indirectamente; yo no lo sé, es la única que conozco.
EliminarLa distancia tiene su punto, permite que todo se asiente.
Supongo que hay maneras de ir directamente, pero lo sutil es inducir.
EliminarLa distancia a veces lo cambia todo, otras veces lo que se cierra es la distancia (y vuelta a las andadas, rutinarias)
Es un errorr rechazar la belleza, sobre todo si te la ofrecen, ¿no sabe contenerse?, presiento que con otros modelos no se ha podido contener.
ResponderEliminarSaludos
O todo lleve su tiempo, pero las edades son las edades y un artista debe ser cauto.
EliminarLa verdad es que había retratistas que tenían modelos bellísimas. Rechazarlas no es la opción. Mucha, en su museo de Praga, estilizando la figura femenina, alucinaba, y así sus obras son tan especiales. Y bellas a mi juicio.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí, en extremo son la sublimidad, y es que para alcanzar la categoría de símbolos aquel Art Nouveau lo exigía así. Las fachadas de ciertos edificios y algunos cafés, no te digo la Estación central de Praga, son todo un paradigma de esa etapa de la historia del arte.
EliminarHay dos tipos de artistas cuando visitan una ciudad: los que buscan lo sublime de los paisajes y los que prestan atención a lo local, a lo diferente. Suele ocurrir que estos han descubierto la verdadera condición universal que existe en todos los lugares.
ResponderEliminarLo sublime es siempre una categoría, ¿Es más sublime el Pirineo o los páramos de Torozos? En efecto, lo local suele ser universal, pero hay que detectarlo. Debe ser por ello que muchos viajeros o migrados se hacen a nuevos ámbitos. Aunque los condicionamientos culturales y clasistas pueden poner obstáculos.
EliminarTodas las edades tienen su punto, me quedo por aquí.
ResponderEliminarSeguramente, pero hay que entender y respetar ese punto, ¿no crees?
EliminarBienvenida.
Las edades tendrán su punto; todas sin duda. Pero a mí no me parece tan ingeniosa esa respuesta. Al fin y al cabo, el artista es el que escoge el punto. El punto, la coma y el salto de carro.
ResponderEliminarNadie dice que no sea el artista el que determine y decida (o escoja lo que le conviene)
EliminarHay algo en Praga que convierte a la gente en algo diferente. Sí ya sé que hay mucho de negocio turístico con todo es rollo de las marionetas, el Golem, Kafka, la niebla sobre el Puente de San Carlos y demás misterios, pero lo cierto es que una ciudad donde hay que estar alerta. Quizás el gran Egon Schiele lo entendió también.
ResponderEliminarSaludos
Pero el fenómeno del turismo de masas en Praga (alemanes e italianos a mansalva, y no podían faltar yanquis) es muy reciente. Antes era una ciudad recoleta, incluso en la época que estuvo bajo la tutela de Moscú. Por supuesto. nada que ver la Praga que se cita en el relato a lo de ahora. Ahora es cuestión de montártelo. A veces alojarte en un lugar poco céntrico te permite perspectivas menos turísticas. Y en el centro hay que indagar un poco y dejarte llevar por rincones locales (que hay muchos) alejándote de los tiempos y recorridos más celebrados por el turista de paso. Lógicamente, ni en Praga ni en ninguna ciudad de gran atractivo puedes huir del mogollón a la hora de visitar edificios o museos. Si has ido o vas en alguna ocasión procura hacerte con un libro que no es ninguna guía: "Praga mágica", de Angelo Maria Ripellino. Mi opinión al respecto es que resulta más interesante de leer tras la visita, ya en casa. Ver Praga exige llevar los ojos abiertos y guías las justas o ninguna, simplemente conocer horarios. Se aprende tanto de viajar en autobuses, metros y tranvías, y de caminar por calles fuera de ruta conocida, como de visitar espacios. Y probar las cervecerías donde se disfruta también del espectro del maravilloso soldado Švejk.
EliminarEgon está incómodo a pesar de ser bien recibido por colegas.
ResponderEliminarY ha evitado a Alena como potencial modelo, a pesar de la contundente respuesta de ella. Parece que teme los probables celos de Anja y Vera.
Saludos.
Creo que el pintor es muy suyo, pero el precio de mantener la independencia tiene su coste. Y además, ¿hasta qué punto uno es independiente? Saludo, Demiurgo.
EliminarAquest Jaroslav em recorda un amant que va tenir Milena Jesenska, em sembla.
ResponderEliminar"La experiencia acumulada es la verdadera musa": i més si aquesta experiència s'ha viscut amb una musa com l'Alena.
Y a mí Milena J. me recuerda a Franz K.
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