martes, 4 de abril de 2023

La prometida

 


La acaban de componer. Una presencia que va a ser reclamada. Alguien exclama discretamente: se ve muy hermosa. Otra mujer, muy bajo: él no se la merece. Una voz que se aproxima replica, en tono más apagado todavía, que el negocio de la unión será la salvación de la familia. 

Traen la túnica que van a sobreponer a la joven. No cesa el cuchicheo. En principio, señala un recadero, no era la intención de la familia prometerla de niña, pero el destino es cruel. El mal estado de la hacienda, la presión tributaria y las malas cosechas les ha obligado a cambiar de criterio. 

La joven se refugia en la elegancia para ocultar su inseguridad. No es una inseguridad de hacer frente al evento, sino la que provoca hacer algo que no desea. Y que teme. ¿Viviré de ahora en adelante siempre insegura?, es un pensamiento que la mortifica. En el ensayo de compostura se mueve de un lado al otro de la habitación. Se aproxima al ventanal y observa las nubes, que interpreta de mal agüero, con pesadumbre. Abajo, en la explanada, unos niños detienen sus juegos para mirarla. Tiene la impresión de que se compadecen de ella. Busca con sus ojos al mensajero de quien se encaprichó hace tiempo y que le habla constantemente de otros mundos. Sospecha que lo han despedido o le han enviado a alguna misión lejana. 

La mujer trata de reprimir su ira. Se abstrae, se deja alisar los cabellos, reprime la molestia de los tirones. Se complace en contemplar el tocado ante el espejo. Me voy a casar conmigo misma, se propone en lo más íntimo. Mantendré las apariencias. Que todo el mundo se sienta satisfecho a mi costa. Al novio, al que no he tratado todavía, le daré largas. Pero qué puedo hacer, si lo que ambas familias desean es que les dé un sucesor de sus bienes y sus negocios. Como la sementera, así me quieren ver. ¿Acaso he nacido únicamente para la fecundidad? ¿Para que mi cuerpo beneficie a otros? ¿Para que mi futuro muera hoy mismo?

En las familias se han engañado siempre con su presencia discreta y elegante. Con su actitud sumisa y de no poner reparos a nada que se la solicita u ordena. Es la muchacha idónea para sus planes. La han mimado con tal intención. La han manipulado, considerando sus silencios como aquiescencia natural, cumplidora de los preceptos de la fe. 

Ella ha sabido controlar sus formas hasta extremos inusitados y ha podido sortear, en una especie de clandestinidad sibilina, los límites. Si supiesen lo del mensajero me matarían, ríe solo para sí. Sus padres la han proporcionado una educación formal, de mínimos, que hacía hincapié más en el saber estar que en el conocer. Una educación que no puede ser concebida para ningún otro papel que no sea el de una mujer doméstica y de su familia. Lo que ignoran es que, con ayuda de una criada cómplice, que hace de intermediaria, lee por las noches. Que en esas lecturas aprende a distinguir que el bien y el mal son características universales, cuya lucha ni la consuela ni la tranquiliza, sino que más bien la subleva. Que más allá de los compromisos y promesas pactadas existen afectos por los que se rigen libremente muchas personas. Que hay mujeres que no se han resignado a lo que planearon para ellas, ya fuesen de familias nobles o de ambientes humildes, y han elegido caminos alternativos. 

Piensa que al menos esta realidad es certeza, no engaño. Cuanto ha leído lo ha hablado también con su confidente amoroso. Pero las horas avanzan y la suerte parece echada. Se refuerza con sus pensamientos rebeldes en ese tiempo que se va desgranando hacia un desenlace que la va a sentenciar de por vida. Ha estirado en exceso la cuerda del disimulo, pero ahora el riesgo es quedarse paralizada. Secretamente ha urdido una salida que solo conoce la fiel servidora. Pedirá retirarse a la capilla, excusándose con que precisa estar bien preparada para asumir el sacramento nupcial. Si supieran que mis nupcias ya han tenido lugar con el heraldo, ríe malévola.

En la capilla, sin ventanal alguno y apenas con una luminaria que envuelve aquel ámbito en tristeza, intenta aplacar el nerviosismo. Mira la imagen de escuela borgoñona que compró alguno de sus antecesores en un mercado extranjero. O que tal vez es producto de rapiña, una práctica permitida ampliamente a los guerreros. No tiene voz para plegaria alguna. No dedica pensamientos devotos. No se siente contrita ante la previsible traición a sus padres. No pide la presencia de un páter que la reconcilie con sus culpas, porque se siente a gusto con ellas y se eleva como mujer por encima de ellas. Hasta advierte una mirada pícara en aquella virgen policromada que le parece más una diosa que la esclava del Señor. Si salgo de aquí por las buenas, piensa, entraré para siempre en una servidumbre de hembra reproductiva. No soy la causante de las desdichas materiales de mis padres y mis hermanos, concluye virulenta. Su fámula y ella tienden el puente de una mirada larga, osada, decisiva. Ambas se sienten anhelantes de vida. Han cerrado la puerta con llave. Es el momento de pasar a la acción, dice la novia en un arrebato de romancero.




* Retrato de dama. Rogier van der Weyden. National Gallery of Art. Washington DC.

32 comentarios:

  1. Nadie sabe lo que encierra una mirada, ni aún del todo la receptora. Esas pequeñas luchas internas nos llevan a caminos diferentes a los destinados.
    Mi madre prometió a mi hermana, cuando me enteré me pareció algo insólito y fuera de lugar.

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    1. Y suena a algo medieval, ¿no?

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    2. Por supuesto.
      Entre familias se adoraban y buscaban perpetuarlo con la unión del único hijo de aquel matrimonio y la hija de en medio de mis padres.
      Una tarde, hablando con él nos dimos cuenta de lo similares que éramos, llegó la noche sin apenas sentirlo, surgió algo bajo ese cielo estrellado, se podía sentir... pero ya era tarde. El compromiso estaba hecho.
      Y ante la negativa de mi hermana que para esas fechas tenía un novio oculto, en una reunión dejó claro que estaba interesada en otro al llevarlo y ser muy expresivos ambos.
      La familia, ambas, quedaron irremediablemente fracturadas.
      Y los negocios que tenían juntos se quedaron con la otra familia como una forma de compensación.
      Jamás lo volví a ver

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    3. Vaya, no hay otra novela sino la vida misma.

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  2. Nos dejas en ascuas, de como se sale del compromiso nupcial.

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  3. Esta escena, que se ha dado a lo largo de todas las era, y en todas civilizaciones, sigue dándose hoy día.
    Hay, incluso, casamientos entre élites, de "posibles", que les llaman "de conveniencia", que no siendo igual que el de la narración, lleva en sí cierta similitud, dado que se hacen ya por concordato.
    Según mi criterio, las mujeres siempre llevan, en ambos casos, las de perder.
    Salut
    Salut

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    1. Y las ordinarias, aquello de casarse una mujer común para que le "solucionara" la vida el casamiento. Con la bendición de Roma, por supuesto, y en lo que yo he conocido con la bendición del Caudillo (y la Sección Femenina, que lo auspiciaba)

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  4. Aquí el único beneficiado és el Heraldo. Bodas de conveniencia las ha habido y las seguirá habiendo.

    Saludos.

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    1. A la resistente le esperaría ser desheredada oo el convento o como en este relato...

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  5. Casamentos arranjados para perpetuar a riqueza, " comprar" uma posição na sociedade...
    Interessante o texto e o retrato. Quem sabe o que ela está efectivamente a pensar?
    Obrigada pela visita
    Beijos e abraços
    Marta

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  6. Es curiosa la actualidad del texto y de la imagen.

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  7. Hola:
    sólo (con tilde, por supuesto) te escribo para decirte que voy leyendo tus entradas, pero que te iré comentando conforme vaya encontrando tiempo.
    Salu2.

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    1. Tranquilo, se ve que andas muy ocupado, gracias por acordarte, pero no tengas cuidado. Salud. Dyhego.

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  8. Hoy tu texto me da una tristeza inmensa en pensar en todas las mujeres que han pasado y pasarán por esa misma situación. El retrato de la dama del pintor flamenco Rogier van der Weyden es espectacular, casa perfectamente con tus bellas letras.
    Un placer leerte, Fackel.

    Un fuerte abrazo.

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    1. El retrato es muy hermoso y elaborado con gran sensibilidad. No deja de emanar una actitud un tanto misteriosa en la mujer. No es como esos otros retratos que miran de frente. Aquí mira hacia sí misma, o ignora el entorno, o se abstrae. Por supuesto, no tiene que ver en absoluto con lo que dice el texto, pero me venía al pelo. Disfrutemos de estas imágenes que nos proporciona al arte del pasado.

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  9. Triste destino el de la mujer considerada apenas instrumento para sacar del pozo a la familia. Algo hemos avanzado, al menos en ciertos lugares. Muy sugestiva la mirada de la mujer del retrato. Un abrazo

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    1. Pues sí, un destino que seguirá existiendo en muchas culturas actuales, Neo. No desdeñemos los avances a pesar de otros retrocesos. Una mirada especial, diferente, y ¿a dónde la dirigirá? ¿A una actitud sumisa, fiel, entregada? Me fascina.

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  10. * Aunque lo que más me llama la atención es la forma y prominencia del labio

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    1. Ciertamente es sobresaliente ese labio inferior, recuerda labios africanos. ¿Y las comisuras tan delicadas?

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  11. Has logrado captar mi atención y espero que continúe la narración porque la interrumpes en el momento de más tensión e incertidumbre.

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    1. Huy, no sé no sé (últimamente no sé si las narraciones deben continuar o si lo hacen deben ser lineales o a saltos laterales)

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  12. Siempre es más lo que se dice sobre que lo que realmente termina sucediendo. Las palabras crean más realidades que las acciones. Tras esa puerta, esa llave, solo ellos saben lo que sucedió.

    Saludos,
    J.

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    1. Las palabras pueden multiplicar esas realidades, construir una realidad ficticia que se impone a lo que ha habido. Creo que de eso tenemos sobrada experiencia en nuestra vida.

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  13. A l'àvia de la meva mare la van casar per la força. Que si no ho feia li farien beure "caldo de gallina".

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    1. Es decir, que la práctica la hemos tenido en casa hasta hace bien poco, bajo unas amenazas u otras.

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  14. Fáckel:
    ¡me has dejado intrigado!¿Qué va a hacer la chica en la capilla?¿Suicidarse? ¿Meterse a monja? ¿Decir sí al marido impuesto e intentar sobrellevar la nueva vida?
    Desde luego, los hijos, y sobre todo las hijas, han sido muchas veces las fichas del ajedrez de los padres.
    Salu2.

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    1. Buenas preguntas, D. Se me ha extraviado la página del manuscrito donde figuraban los pasos siguientes, si algún día la encuentro relataré de nuevo. Qué descuidado soy. Te doy la razón: los hijos como fichas de ajedrez o, como dirían otros, la moneda de cambio de los padres-

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  15. van der Weyden, el maestro de las manos. Mira las suyas, entrelazadas, solo sienten temor, miedo...

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    1. Manos protectoras; las imagino cuidando de un infante; o traicionándose a sí mismas ante una entrega poco deseada.

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