lunes, 13 de septiembre de 2021

El sueño del heredero del olvido (Serie negra, 27)

 




No has podido elegir mejor lugar de reposo que un vergel. Para un joven la dureza no existe. O es menos contundente que el cansancio. Acunado en medio de la inmensidad del capitel compensas con tu abandono la generosidad del cataclismo que lo colocó ahí. Acaso pensando en el sueño de los herederos del olvido, entre los que te encuentras. 

Ni un príncipe dispondría de un trono tan lujoso desde donde recibir a sus súbditos. Ni un general podría imaginar jamás la victoria sobre un símbolo tan exuberante como la testa de una columna. Ni un sumo sacerdote rezaría genuflexo las preces del día ante el ara de un Edén perdido. Ni un arquitecto sospecharía de la plural utilidad de su obra cuando esta, apeada de su función sacra y pretendidamente eterna, se transformó en lecho. 

Y tú, acurrucado entre la piedra y el ligero aire del atardecer, te dispones a soñar con lo que te persigue en esta vida y no alcanzas todavía de la otra. La vida por vivir es siempre improbable e incierta. Si se confirma día a día ya te puedes dar por satisfecho. Pero te harás preguntas. ¿Vivir así siempre de la misma manera? ¿Qué hacer para vivir de modo diferente? ¿Habrá otras posibilidades para los olvidados? O no te preguntes nada. Y hoy solo te entregas a la inercia y la pasividad. Ignorando las voces que en derredor te dan órdenes y que, con desdén, te marginan.

Sueñas con imágenes que  se sobreponen y suplantan a las que experimentas cada día. La felicidad no debe ser otra cosa sino el sueño, pensarás luego al despertar. Son tan turbias las vivencias cotidianas que añoras esos mundos vaporosos que te han sacado por unas horas de la vida. Desearás haber seguido durmiendo. Anhelarás flotar de nuevo entre sensaciones dispersas donde lo irreal no pesa ni causa dolor.

Sueñas con ser dueño de un camello, a veces de una recua de camellos. Sueñas con cultivar una parcela de tierra al borde de una acequia generosa. Sueñas con disponer de un pozo en el oasis y de un palmeral que te permita comerciar con dátiles. Sueñas con ser un guía sabio de las ciudades perdidas. Sueñas con atender a los viajeros en un caravasar apacible. Sueñas con lo que cuentan los viajeros. Sueñas con escribir lo que te relata esa gente de paso. Sueñas con saber escribir y con saber lo que escribes. Sueñas con interpretar lo que otros han escrito.  Sueñas con abandonar la tierra baldía. Sueñas con entrar al servicio de un cheik, que te exigirá pero pronunciará tu nombre y, por fin, sabrás que alguien se interesa por ti. Sueñas con que formas parte de una mesnada que te lleva a conocer mundo, aunque arriesgues en ello el precio de tu vida. Sueñas con la camaradería de aquel oficio de armas. Sueñas con un oficio en que tus manos no destrozan otros cuerpos y se entregan a sorprendentes artesanías. Sueñas con el amor del que otros hablan tanto y cuyo sabor desconoces. 

Los viajeros dicen que eres un joven afortunado. Con cuántos epítetos te obsequian y ensordecen tus oídos. Heredero de la urbe. Poseedor de los tesoros. Vigilante de la historia. Observador del tiempo que no transcurre. Propietario del arte inmutable. Cuánta palabrería. Ellos te miran desde su visión cómoda, aunque también asombrados por todo cuanto te rodea y que descubren perplejos. Pero no te fíes, no les interesas. Al volver a su lugar de origen no te nombrarán. Tú ahora les sonríes, les informas inventándote el pasado, aceptas sus propinas, te sorprendes con sus vestimentas, les pasas direcciones donde pueden adquirir objetos a precio de saldo, haces guiños a sus hijas púberes que te miran con curiosidad y picardía, te diviertes con los artilugios que plantan ante el paisaje para eternizarlo, según dicen ellos. 

Un pintor llega y te pide que poses para él unas horas. Un fotógrafo con su cámara diabólica reclama que no te muevas, que vivirás así y ahí para siempre; y tú no lo entiendes. Un tipo de sonrisa oblicua y bigote almidonado te tienta con un puñado de piastras si cedes a él en algún apartado oscuro. Un buscador de tesoros te presiona para que le proporciones información sobre necrópolis ocultas. Un personaje frágil y miope que dice que recolecta tradiciones y cuentos populares te ruega que le facilites contacto con ancianos de los pueblos próximos. Una familia pudiente quiere contratarte como guía, y la propuesta te eleva aunque no se te dé bien negociar. Tal vez los visitantes no sean el maná pero no todos llegan con intenciones de pillaje, meditas. Y aceptas sin dudar el servicio de aquellos que percibes más sinceros. No solo por dinero, sino porque te tienen en cuenta.

Cuando todos ellos se han retirado permaneces ausente. Suspiras y te regalas con satisfacción tu propia sonrisa. Contemplas en el ocaso de la jornada la vieja ciudad impertérrita. Nadie te ha explicado jamás cómo pudo ser cuando estuvo en pie. Pero entonces tú sueñas un sueño despierto, y la imaginas en su magnitud. Y vislumbras el movimiento de las gentes por sus calles. Calles casi borradas por una sucesión de derrotas y de simunes que han acabado devorando a la urbe. Te ves levantándola de nuevo con la pasión que supones que debe existir en la entrega a un amor que merece ser correspondido.






(Fotografía de las ruinas de Palmira, de Felix Bonfils, 1867-1876. Instituto Smithsoniano)


28 comentarios:

  1. En ese recodo de un desierto, el joven piensa, se deja mecer por el viento, elucubra a su aire, y provoca sensaciones (y textos).

    Un buen post. Un abrazo, y feliz semana

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cuántos habría, habrá aún, como él. Por una semana grata.

      Eliminar
  2. Os sonhos e a paixão são sempre nossos... Às vezes, é tudo o que temos, pertence-nos exclusivamente....
    Interessante...
    Beijos e abraços
    Marta

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los sueños, como la pasión, están muy cerca de la muerte. Los clásicos sabían de ello, o al menos creían que era así.

      Eliminar
  3. Nadie es dueño de sus pensamientos, y mucho menos de sus sueños.
    Me quedo con la jornada segunda en su escena XIX, y a la voz de Segismundo.
    Nunca unas palabras fueron tan acertadas conforme el comportamiento humano.
    Y los sueños, sueños son.
    Salut

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Plinio el Viejo renegaba del dormir. Pensaba que era desperdiciar una parte del tiempo de la existencia. Escribió aquello de:

      Vita vigilia est. Vivir es estar despierto.

      Pero era su afán personal, empeñado en sus escritos, además de sus cargos de almirantazgo, los que le arrastraban a ampliar al máximo sus horas despiertas.

      El tema de los sueños influía pero desconcertaba en demasía a griegos y romanos. Cuántos errores por haber deducido de los sueños lo que estos, en su ambigüedad, no podían predecir con verosimilitud, obviamente.

      Eliminar
  4. Acaso sueños en bucle insertos en un sueño que todos contenga? Ay.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay algo de bucle como hay de obsesiva repetición temática en los sueños. Pero debe responder a nuestra vida consciente que a veces nos convierte en olvidados de nosotros mismos.

      Eliminar
  5. "Sueñas con el amor del que otros hablan tanto y cuyo sabor desconoces" i " Te ves levantándola de nuevo con la pasión que supones que debe existir en la entrega a un amor que merece ser correspondido": aquests dos fragments m'arriben molt!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mí también, eh. El amor se presta a incorporarlo a toda una serie de persecuciones y anhelos materiales de los humanos.

      Eliminar
  6. Los merecimientos de la correspondencia del amor son tan inciertos.
    El pequeño Abu poco sospecha su futuro, mejor de lo que podría sospecharse.
    Yo pensé en los picapiedras escultores, en vez de en los arquitectos, que no sospechaban que estaban tallando una cama.
    Ah.. que se me olvidaba... Y la fortuna que hizo que el capitel no cayarea de canto, en cuyo caso la cama habría sido de difícil acceso y sobre todo, incómoda.
    Saludoss facel

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Habría tantos capiteles que seguro que yacen por ahí de múltiples maneras. Cataclismos, devastaciones, utilización de material para otras edificaciones y explosiones en tiempos recientes...ve a saber en qué han convertido los elementos arquitectónicos que tanto conocimiento atesoraban.

      No vas descaminado al evocar a los que labraron los capiteles, que a su vez trabajaban con arreglo a los planes de los arquitectos.

      Saludo, G.

      Eliminar
  7. Agotado de tanto trajín, te has estirado un momento, solo un momento, en el viejo trabajo pétreo con sus acantos que no se llegó a utilizar nunca por estar mal medido. En ese único momento de descanso robado por no estar permitido, nada para ti lo está, desde que fuiste vendido por tu familia como pago por ir en la caravana. Tu vida se ha mezclado entre la real y la soñada, siendo la última la que ha perdido.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una inteligente variante del texto la que planteas. Se podría incorporar, sin duda, al relato. Y cuántas variantes no habrá habido. ¿O todas eran análogas? Qué bueno, Alfred.

      Eliminar
  8. No puedo más que sacarme el sombrero ante tanto despliegue de imaginación y sensibilidad literaria. Ponerse en la carne y la mente de un personaje de apariencia tan distante en tiempo y espacio no es nada sencillo, y en tus textos lo logras con naturalidad y estilo. Muchas gracias por lo que expresas con estás historias. Nos haces volar. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mi vuelo seguro que está cargado de imprecisiones y contradicciones varias, y no tiene por qué ajustarse a la historia lineal. Pero ¿es que acaso se conoce a la perfección la Historia? ¿Se pude interpretar esta linealmente? Creo, Neo, que el personaje yacente y dormilón nos invita a todos a volar, a soñar, a hacernos cargo un poquito de la vida desdichada. Nada de lo antiguo me resulta ajeno.

      Eliminar

  9. ...y quien iba a decirle a ese trozo de columna, que iba a ser cuna de un humilde soñador...

    Gracias por llevarnos a ese maravilloso mundo onírico, de los otros.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ahí, ahí, porque si el capitel tiene inteligencia, y no dudo que a su manera la tiene, siquiera porque es producto de otras manos y otras inteligencias, se sentirá orgulloso de cumplir una función arrebatadoramente humana. Bajó de los cielos de su función de sostener arquitrabes, los cielos que hombres poderosos levantaron creyendo que serían para la eternidad. Ni entonces ni ahora nada es para siempre.

      ¿Te imaginas un túnel del tiempo que nos permitiera ver el pasado tal cual, pero, eso sí, sin que nos implique demasiado? De entrada, la edad media de los pobladores era muy inferior a la nuestra. Y las condiciones de vida y trabajo...en fin, viajeros del tiempo a distancia, mejor.

      Eliminar
  10. ¡Qué maravilla! Lo leí esta mañana y me quedé con la boca abierta, lo vuelvo a leer y me quedo lo mismo. Los sueños nos mantienen despiertos. Gracias, feliz semana.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro. Danke, gute Nacht. Soñada, por supuesto.

      Ah, te recomiendo "Relato soñado", de Arthur Schnitzler.

      Eliminar
  11. He leído varias cosas de Schnitzler, lo típico: Reigen und Das wiete Land y poco mas, teatro. Conozco un poco su estilo. "Relato soñado", acabo de buscarlo e imagino que será la "Traumnovelle" con Fridolin y su mujer Albertine. Gracias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, es esa. Hace muchos años fue un gran descubrimiento este autor para mí. Como Joseph Roth, como Thomas Mann, etc. Nunca imaginé que la literatura alemana fuera tan prolífica. Ahora hace tiempo que no leo nada germánico.

      Eliminar
    2. Yo me he pasado años y años leyendo germánico y, claro, me podría pasar toda una vida haciéndolo. Joseph Roth, por ejemplo, de él nada he leído. Lo que pasa es que útilmente me he abierto a otras literaturas, la española por ejemplo. No hará tanto que leí por primera vez El Quijote y ha sido un auténtico descubrimiento. Disculpa el comentario anterior sobre la "Novelle", la culpa la tiene la película de Stanley Kubrick, que podrá ser buenísima pero que a mí no me gustó nada. De todas maneras gracias por la recomendación; con Schnitzler me has traído recuerdos de mi época de estudiante.

      Eliminar
    3. La existencia y en general nuestros tiempos tienen sus limitaciones. Nuestra capacidad de interés, la proliferación en número y calidad de textos, condicionan lecturas. Leer el Quijote ya es una buena dosis.

      Cité al autor Schnitzler porque me dejó buen recuerdo, o fue aquel tiempo y los descubrimientos que jalonan nuestras experiencias.

      Ya que dices haber leído el Quijote también es gratificante acercarse a sus novelas llamadas ejemplares. Pero, en fin, hay tanto y hay que hacer escarda y seleccionar, por lo dicho, por las limitaciones. Como si fuésemos cada uno a la vez el cura, el ama, el barbero y la sobrina realizando el escrutinio de libros.

      Eliminar
  12. Acabo de darme cuenta que fue en la materia de la "Traumnovelle" que Stanley Kubrick basó su película Eyes Wide Shut. No me gustó la película, demasiado morbosa, demasiado masculina para mi gusto. Hoy en día el tema de la sexualidad y el inconsciente, me parece, se tendría que abordar de otra manera; ni la mujer está tan reprimida sexualmente como en aquella época ni el inconsciente es lo oscuro e irracional como se creía entonces.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. O que creían ciertos profesionales de la pisqué que el inconsciente era.

      No he visto esa película, me inhibo de comentar.

      Eliminar
  13. La palabra "columnas" de tu texto me ha traído a la memoria una frase que tengo anotada en un cuaderno

    "Las proporciones son lo que hacen que los antiguos templos griegos clásicos en su belleza. Son como bloques enormes del cual el aire literalmente se ha tallado entre las columnas"

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ciertamente el aire tallado entre las columnas es una idea muy inteligente. Tal vez los espacios no ocupados, los vanos, por ejemplo, sean el verdadero triunfo de la arquitectura.

      Eliminar