martes, 8 de junio de 2021

Los últimos ideales


 

De los ideales de viejos tiempos algo me queda. El último paquete de tabaco que fumó mi padre y que decidió abandonar, ya octogenario, no sé si por prescripción médica, por voluntad propia tras haber visto las orejas al lobo o porque ya no le sacaba gustillo a la elaboración. Sospecho que por esto último. Pues si algo acompaña a la ancianidad es el cansancio y el hastío. Y ya no cabe probar cosas nuevas de ninguna clase. Las mermadas fuerzas físicas solo invitan a resistir anodinamente.

Ignoro cuánto habría de tabaco y cuánto de viruta en las elaboraciones nacionales de aquella época. El paquete azul -denominado también caldo- era supuestamente de más calidad que otro con el mismo nombre pero con el papel amarillo en los cigarros. Se les llamaba cigarros porque, aunque se podían fumar tal cual, tenían su grosor y se abrían y se liaban de nuevo. De uno podían salir dos y conocí a un vecino droguero que sacaba tres y agotaba hasta que sus dedos no podían sujetarlos. No sé si para que cundiera más el fumeque o por tacañería.

Mi padre no fumaba ni continua ni compulsivamente. Tal vez por eso nunca padeció mal alguno de los que sentencia el tabaco. Extraía del chaleco su librito de Abadie, formaba un cigarrillo menos grueso que el original, pegaba con la lengua el borde del nuevo papel con una perfección asombrosa que yo jamás aprendí y lo encendía con el chisquero. Curiosamente él abandonó sus Ideales y yo persistí ingenuamente en otro tipo de ideales cuya toxicidad solo alcancé a percibir a medias. La palabra ideal, tan confusa como traidora, es una especie de despliegue en abanico que va generando una evolución que acaba siendo involutiva. Parte de un mínimo concepto de idea, se refugia en el pensamiento por lo tanto, mezclándose con otras ideas fijas, a veces meras ocurrencias, se metamorfosea en arquetipo o modelo y, he ahí el peligro, se sublima con la categoría de un corpus a imitar, a reproducir y en el que persistir obcecadamente con el supuesto objetivo de salvar el mundo, al menos el cercano, o bien preservarlo fanáticamente, aunque los hechos vayan por otro camino.

La gente se refugiaba en mi tiempo de infancia y juventud en sus ideales. No se decía este tiene ideas, yo tengo mis ideas. No estaba bien visto pensar, menos argumentar, y era un osado quien lo intentase. No estaba permitido expresar los propios criterios. Los ideales, para quien los tuviese, eran como dogma. Se aferraban a ellos, incluso desde varias generaciones anteriores. Cuando nos fuimos dando cuenta que lo importante era tener ideas para pensar y no ideales en los que creer empezamos a cambiar, si bien nunca lo hacías del todo. Si he guardado los Ideales tabaqueros es por tener un vínculo material con mi padre. Encontrar de vez en cuando el paquete en un cajón e imaginarme al progenitor en su trance de fumar es todo uno.

Ahora que lo pienso, ¿no tenía también trampa, como todo, aquella denominación de los cigarrillos? Recuerdo que había un café nombrado El ideal nacional y algún periódico encabezado como El ideal. Incluso la utilización pija de lo ideal para definir un objeto, un lugar o una situación fue cundiendo en la década rompedora de los 60. Si me hubiera hecho entonces mod en lugar de mantener aún ciertos ideales mi suerte probablemente hubiera sido otra. Pero algunos empezamos a creer en otro concepto no menos ladino, el de Utopía. Tener lo inalcanzable nada menos. Nada era utópico, no se engañe nadie. Las utopías -nuevo y más moderno formato de ideales- las tratamos de imaginar a base de otro ejercicio y término que se acuñaba: idealismo. Ya ves. De la misma matriz.




38 comentarios:

  1. Al ver la foto y empezar a leer el texto he imaginado por dónde iban a ir los tiros. ;)
    En el caso de mi padre era cuestión por el papel, se ve que el original era muy malo, además lo alternaba con Lucky y este lo fumaba tal cual, sin cambiar el papel.
    Reflexiones que nos hacemos todos, bueno casi, cuando vamos llegando a la edad de nuestros padres

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    1. Se ve que cada fumador tenía su método, estilo y clase de producto. Hablar de ello nos llevaría a la atmósfera de las tabernas también, donde el tabaco y el vino desmedidos hicieron estragos.

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  2. Excelente.
    Me gusta este tipo de narración personal de la que puedes ir sacando un hilo conductor que va a parar, sibilinamente, a las circunstancias sociales de actualidad.

    La frase "Curiosamente él abandonó sus Ideales y yo persistí ingenuamente en otro tipo de ideales cuya toxicidad solo alcancé a percibir a medias" es de bellísima factura, a mi parecer.
    salut

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    1. Aún me debato, Miquel, entre un margen de condescendencia -hicimos lo que hicimos porque era lo que se nos brindaba- y un desapego total con las viejas adscripciones. Y es que la vida es también cariño. Si me preguntases si algo fue inútil y poco satisfactorio te diría que no. Cuando se superan los ciclos uno ya no tiene mala conciencia de nada.

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  3. Lo de 'los ideales' suena muy antiguo, conservador-decadente... como si esos ideales fueran fijos y eso no contemplase la personalización de los deseos de uno... Por otro lado la expresión ¡qué ideal! persiste, -no sé bien si sólo en un ámbito 'pijo' --curiosa expresión lo de 'pijo'- por ejemplo para expresar lo bien que sienta un vestido, un color, un objeto decorativo... e ideal y entrañable es ese recuerdo que tienes de tu padre, su ritual fumando, sus gestos...

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    1. Es que aquellos ideales -no los de la marca de tabaco- procedían de una sociedad tradicionalista, de cuño catolicón por un lado y fascista de otro, donde no había ideas sino fijaciones. Se funcionaba por clientelismo y no por personalidad de pensamiento, y menos de un pensamiento libre que estaba absolutamente prohibido y lo que es peor, ignorado. Y lo que se ignora genera ignorantes. Naturalmente si uno se identificaba con aquellos ideales también personalizaba, ahí está el límite.

      Los objetos que uno encuentra todavía en armarios y cajas remiten inmediatamente a otras personas. Sirven para resucitarlas, ¿no crees?

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  4. Los ideales convertidos en cigarros es una metáfora extraordinaria. No deja de ser significativo que los ideales se convierten en humo y perjudican seriamente la salud.
    Saludos
    Francesc Cornadó

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    1. Pues llevamos camino de volver a fumar o a aguantar los humos de los ideales actualizados. Habrá que oxigenarse con escepticismo y buscando rincones placenteros que proporcionen satisfacciones.

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  5. Ideal de Granada, es el periódico que siempre he leído en casa, mi padre trabajaba en el, pertenecía a la Editorial Católica, que de católicos tenían poco, viendo como se comportaron con nosotros tras su muerte, puede que fuera desde ese momento, viendo la falta de "ideales" de esos curas, cuando empecé a despreciar a la iglesia.
    En cuanto a las cajetillas de tabaco negro "Ideales", junto con el rubio "Bisontes" recuerdo que le salían unos palos que atravesaban todo el cigarro, eran los tiempos en los que el chocolate tenia poco de chocolate y mucha tierra, también eran los tiempos del "si señor", aunque luego se hiciera lo que se podía, mis recuerdos son los años 60, lo pasé bien, luego vinieron años de dar mucho por culo y correr delante de los grises.

    Saludos

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    1. Ah, el "Ya" pertenecía también a esa editorial, creo, ¿verdad? Tuve unos buenos amigos de juventud, incluso desde el colegio, que habían venido de Granada. No perdieron nunca el acento. El padre, que era viudo, había sido de derechas derechas de toda la vida -de ideales, vamos- pero alguno de sus hijos y yo nos hicimos díscolos pronto. Murió hace un par de años ese hombre nada menos que con 108 años. El Bisontes lo he fumado, era desgarrador (sic), aparentaba ser un rubio a lo hispano, pero era matón. Antes de poder comprar canarios o rubios americanos le dimos al Celtas, no al Peninsulares, que también se llevaba en el mundo obrero. En fin, casi cuentos del abuelito.

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    2. El "Ya" también era Editorial Católica. Aún recuerdo, aún en dictadura, mi padre acojonado porque en el periódico se había colado una frase mal sonante dirigida a Franco. No he sido fumador, nunca me ha gustado el tabaco, pero recuerdo todas esas marcar de tabaco, algunas de ellas se elaboraban con el tabaco que se producía en Granada del que éramos el primer productor, hoy solo quedan los secaderos a modo de museos.

      Saludos

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    3. Bien hiciste en no hacerte adepto de la cajetilla. Lo ganaste en todos los sentidos.

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  6. Me resulta muy familiar la rememoración que haces. Me temo que hoy, los que lían cigarros no fuman tabaco...

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    1. Soy de esa opinión. Las elaboraciones multiquímicas de hoy día se está llevando a cantidad de amigos al otro lado.

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  7. Curiosa la relación que hemos mantenido todos con el tabaco, el propio o el ajeno. Yo, que no fumo activamente, habré fumado miles de cigarrillos. Aquellas clases de primero de carrera en las que no se veía el encerado por el humo...
    Fumar utopía, qué recomendable.

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    1. Ya en Preu nos dejaban fumar en los recreos y como era una pose "de hombre" pues nos apuntamos. Se fumaba por doquier. Ahora no soporto ni al que va delante de mí por la calle echando compulsiva y neuróticamente el humo. Hay gente que fuma utopía a mansalva, no sé cómo acabará.

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  8. Me ha encantado este juego de palabras homónimas que da pie a otro juego de ideas o de ideales. Un saludo.

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    1. Las asociaciones de ideas me han perseguido siempre. Es divertido. Aunque no hables con nadie, dados a los propios pensamientos, establecemos vínculos, buscamos pistas compartidas, asociamos hechos y sospechamos pensamientos ajenos. Saludos.

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  9. Concuerdo en que los Ideales propuestos por mentes mas sabias que uno son un lugar atractivo para esconderse. Tener ideas propias es bastante inusual

    Ahora nunca conoci cigarrillos "para armar" sin embargo estos ideales se ven bastante interesantes

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    1. A mí me parecía de chico o de joven que eran sabios o al menos conocedores los que preconizaban ideales. Empecé a darme cuenta de su flaqueza mental cuando les decía que no les entendía o les cuestionaba algo. Entonces, enrocados en sus fijaciones, se ponían duros, nerviosos y acababan lanzándote a las tinieblas exteriores. Nunca supe dónde estaba su sabiduría. Los verdaderamente sabios -ya fueran clérigos o militantes políticos- fueron los que evolucionaron, rompieron no solo cánones sino con sus estrechos ámbitos y decidieron ser otra cosa.

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  10. Los recuerdo. Los ideales, esos paquetes azules de un tiempo. Lo malo es los primeros IDEALES de mi juventud no fueron los de fumar, sino los de sentir, y claro, no estaban en línea con los nazionales.

    Un abrazo

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    1. Pues precisamente creo que el término ideal o, mejor, el plural de tener ideales para adscripción política, por ejemplo, es que se basa más en lo emocional que en lo racional. Creo que así empezamos quien más o quien menos. Y eso generaba aproximaciones en una dirección determinada y se tenía un convencimiento basado en aquello de creernos portadores de esencias o simplemente de verdades. Ya se vio luego que no. Pero el enfoque sigue hoy día. Y el posicionarse contra el otro en lugar de ejercitar pensamiento y buscar soluciones sigue siendo un mal colectivo de nuestra sociedad. Agitado, claro está, por los buitres carroñeros.

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  11. También fue la marca de mi padre que recuerdo alternaba con "Celtas cortos"
    Y fue un cigarrillo de Ideales (caldo) el que mi padre me ofreció para ver si me sentaba mal, cuando se enteró de que fumaba (a escondidas). No le salió bien la estrategia y pudo ver como inhalaba de aquel cilindro sin toser ni marearme.
    Con 17 años, trabajaba en una gestoría y aquellas oficinas estaban repletas del humo constante de los cigarros. Y claro...
    45 años después me extirparon el pulmón izquierdo. Y así voy por la vida. Ahora ya, ni ideales de humo ni de los otros. Simplemente trato de no sofocarme (en el amplio sentido de la palabra).

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    1. Creo que antes de los 30 dejé de fumar. Un acceso de fiebre alta de unas anginas me sirvió de excusa (bienvenida aquella fiebre) para dejarlo. Pero fumaba en plan pasivo. Múltiples reuniones, la actividad laboral...en todas partes el paisaje se opacaba por esa cortina de humo. Recuerdo un día en que aún pletórico de ideales de los contraideales asistí invitado a un mitin político en un cine pequeño. Era tal la atmósfera de humo y el desinterés creciente por lo que estaban diciendo los aprendices de brujo del momento que mis alveólos -los pulmonares y los mentales si los hay- no pudieron más y me largué del acto. Fue un punto de inflexión para muchas cosas.

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  12. De puro observar a mi padre enrollando picadura, pues de chica no me separaba de su lado, aprendí a hacerlo. Ignoro si aún recordaría aquellas mañas, pues tenía un chismecillo metálico para ayudarse en su menester apretando el tabaco. Fue mi maestro y me mostró en primera persona las discordancias de la vida. Afortunadamente a través de la helicoidal permanece! Una verdadera fortuna desconocida por entonces, visto lo que veo, leo y escucho.
    Alguien en su día me dijo: “ eres hija de millonario”, “ qué va” respondí, “si no tenía ni un duro” . Quizás lo sintiera así el tipo que dijo aquello porque viví muchos años protegida por su sombra y sus ensoñaciones y tardé demasiado en reconocer los espantos exteriores? Ahora toca obrar en consecuencia puesto que me ha tocado desarrollar en la vida papel activo raíz con apariencia pasiva muy a mi pesar. Ideales quizás
    reconvertidos en hormigón de hormiga.

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    1. Hay gente que nos ha dicho sandeces a lo largo de nuestra vida, y en la infancia dolían. Ahora paso, se arriesgan a respuestas argumentadas y a la gente no le gusta que...como diría Brassens le hieran en su propia fe. Y además ya se me han quitado las ganas de entrar al trapo de fruslerías.

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  13. Estos ideales me han recordado los cigarros de liar, el chisquero y la petaca de cuero donde guardaba el tabaco un vecino de mis padres. En fin, hace ya mucho de aquello.
    Por otra parte, he asociado los ideales a los que cambiaban el papel, y los ideales que cambian de chaqueta, con los principios de Groucho que si no te gustan tiene otros.
    Un saludo.
    Por cierto, me encanta el diseño de la cajetilla.

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    1. Mira, ya que lo dices, a mí la tipografía del paquete me gusta mucho, no se necesita otro tipo de imagen visual añadida, la letra diseñada ocupa todo el espacio. Hubo innumerables genialidades con la invención de tipos de letra. ¿Qué más se puede pedir de un alfabeto sino su reproducción creativa hasta el infinito? Y de los diseñadores ocurrentes, por supuesto. Me enamora el diseño de los tipos de imprenta.

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  14. Muy interesante y atractivo -coincido con isan- el juego de palabras con el mismo significante y distinto significado.

    Que son los ideales?... Un tema demasiado complejo. para un sencillo comentario.
    Si interpreto bien lo que quieres decir en estas tus vivencias, te digo que estoy de acuerdo en todo. Por ejemplo, en que las ideas están por encima de cualquier idealismo que surja como moda, doctrina, movimiento social... Que las ideas no se aprenden, están en ti, en tu manera de ser, pensar y sentir la vida... Que muchos de los llamados idealistas, no tienen ideas idealistas y ni siquiera pueden ni admiten cuestionar las ideas de los demás.

    Como ejemplo, cuando aun muy niña asistía a la catequesis "obligatoria" por supuesto, casi nunca estaba de acuerdo con las explicaciones que nos daban, sobre la bondad, la justicia el amor de Dios, que a mi casi siempre, me parecía un ser cruel e injusto. Se lo cuestionaba al sacerdote y nada de dar respuestas, se limitaba a decir que estuviera mas atenta a sus enseñanzas, sin rechistar. Y que era pecado, pedir explicaciones a Dios.

    Buen día de junio, F.

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    1. Ese ejemplo particular es muestra del dogmatismo e integrismo religioso que había entonces. Ahora el dogma y la fe siguen existiendo pero desde los 60 se aggiornaron, como gustaban de decir. Más cambio de formas pero inmanentes en su esencia. Ciertamente podría contar perlas análogas a la que tú cuentas, pero también conocí a algunos clérigos poco vaticanistas con los que se podía ir más allá. Era la época de ruptura con el pasado.

      Pero en el asunto de los "ideales" yo los percibí a dos bandas y en distintos tiempos de mi vida. Primero porque traté de cerca a gente y familiares muy conservadores que desde generaciones anteriores permanecían fieles a una doctrina política y no cambiaban, se regían por ideales que plasmaban en invocaciones y lemas. Más adelante percibí cómo nuevas generaciones, rompedoras con el sistema y el régimen, también hacían ostentación de sus ideales, aunque al menos eran más realistas y ofrecían tras sus ideales paraísos más cercanos. Aunque algunos tomaban ejemplo de patrias donde se habían estrellado los paraísos.

      En fin, largo tema: ideas, ideales, idealismos, utopías, abstracciones, creencias...sistemas de representación todos ellos sobre el mundo lejano y próximo donde nos incardinamos. Sic transit...etc.

      (Me apunto la perla celtibérica: pedir explicaciones a Dios es pecado. Voy a ver dónde encaja en la Comedia de Dante el personaje que decía esa genial y asustadiza agudeza)

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  15. Qué buenas reflexiones!...más cuando un condenado paquete de cigarrillos te ha dado el pie. Mi papá fumo unos que se llamaban Particulares. Sin filtro. Tan terminantes como el amarillo de los dedos y los dientes. Por suerte por voluntad propia los dejó de cuajo a mitad de su vida, cuando ya andaba por uno o dos paquetes diarios. Gracias a que fumaba después de comer (y yo detestaba ese olor en ese momento), nunca fumé. Se lo agradezco. Sobre tener o no ideales y considerando la falta de valores que veo en la mayoría de la gente de hoy, me quedo con eso de preferir ideas debatidas a ideales asumidos como etiquetas. Descreo de todo lo que se presume como bandera y en verdad es sólo una manera de autorreferenciarse con determinada tribu. Un abrazo

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    1. Una interpretación muy precisa, que comparto. Hay que ver cómo se adscribe mucha gente por comodidad de no pensar a las ideas preconcebidas ¿o habría que decir manipuladas? En la política española apenas hay ideas, por dejar un margen, vamos. Hay un modo de ir a la contra del otro, tácticas de denunciar lo que hacen los otros pero que cuando gobiernen de nuevo ellos harán lo mismo y peor, en fin. La ideología del momento es la sociedad de consumo. Todos estamos como locos por mantener una posición que nos permite seguir enganchados. ¿Son esos los ideales del momento histórico? Ah.

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  16. Hay ideales que se fuman porque se quiere, otros que se tragan por necesidad y otros que son impuestos por "tabacaleras" que viven del esfuerzo y la salud ajenos, mientras nos muestran imágenes de supuestos "cuerpos sanos".

    Un saludo

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    1. Pues sí, también creo que es como dices. Las tabacaleras son un imperio. No serían nadie sin la clientela que requiere sus servicios nada terapéuticos. De los otros ideales allá cada cual que los fume a su modo y manera, pero que no contaminen y no traten de que los demás los fumemos. Saludo, Daniel.

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  17. El meu ideal és aconseguir l’amor “que no es pot abastar ni retenir mai”, que volia Joan Margarit. El del “jurament a les estrelles d’una nit fosca que no tornarà”. Però com Kipling, no vull ser esclava dels meus somnis. Si ho aconsegueixo, propina.

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    1. Se ve, Helena, que aún estás en edad de esperarlo todo. Al menos de las palabras, que se resguardan tras conceptos indescifrables, al menos para mí. Suerte, pues.

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  18. Fáckel:
    muy interesante reflexión.
    Como decía uno de los hermanos Marx: si no le gustan estos ideales, tengo otros...
    Salu2.

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    1. Me encantan los hermanos Marx. Si tienes oportunidad lee Memorias de un amante sarnoso, de Groucho.

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