sábado, 25 de julio de 2020

Cuentos indómitos. A orillas del Piri Poty






















"...Y salía un río de Hedén para regar el huerto y de allí se repartía en cuatro cabezas..."

Génesis, 2, 10. La Biblia del Oso, Casiodoro de Reina.



¿Desde cuándo existirán los ríos?, se preguntaba ingenuamente Jacinta. Si hay algo de lo que siempre han hablado los viajeros y que ya aparece incluso en la Biblia son los ríos, pensó. Bueno, también se mencionan las ciudades, pero no se entienden las ciudades sin los ríos. Jacinta, que era de interior, apenas sabía del mar, y creía que este se llenaba con las aguas de los ríos feraces. También de nuestro río, aunque sea una corriente chica y tranquila, se dijo sacando la cara por el Piri Poty. ¿Habrán tenido los ríos siempre el caudal que vemos ahora?, seguía dándole a la cabeza a medida que caminaba. Lo que Jacinta no sabía era que los ríos, desde los tiempos más remotos, tienen voces diferentes.

Porque de los ríos han hecho los hombres otro recurso. El de proyectar su imaginación y convertir los cursos en símbolos para fecundar creencias donde no llegaba, no podía llegar aún, el conocimiento que proporcionara explicaciones concluyentes. ¿Una forma de estar agradecidos al potencial de agua que permitía sobrevivir a los primitivas pobladores? De lo concreto y limitado los hombres pasaron a ampliar con otros significados su propia existencia. Los ríos eran la vida. Si el río nos proporciona agua para saciar la sed y procurar la higiene, y más adelante para cultivar y permitir nuestros asentamientos, debieron pensar, ¿no es merecedor de ser elevado a categoría mágica? Si las aguas de un río nos aportan limpieza y fecundidad, ¿no pueden convertirse en señal de purificación y fertilidad interiores? ¿Se descubrían los hombres antiguos como parte de la naturaleza al aprovechar los bienes de las aguas? ¿No era una señal excelsa por sí misma, además de inteligente, que los primeros hábitats se instalaran a orillas o proximidades de ríos o que las primeras ciudades se erigieran precisamente en su proximidad, si bien en espacios elevados desde donde asegurar las defensas?

Ah, la purificación a través de la inmersión en los ríos. Pero purificarse ¿de qué? ¿Acaso los primitivos se sentían culpables de sus desdichas? ¿No era su instinto lo que les empujaba a aprovechar los recursos con arreglo a sus medios? ¿De qué deberían sentirse interiormente sucios, como algunos hombre indignos, convertidos en jueces de otras vidas, los trataron de culpabilizar? Tal vez la conciencia se fue elaborando, afinando, día a día, a través de eternos períodos, cambiando y formando una estructura dual por la que llegaron a interpretar lo que estaba bien y lo que estaba mal, perfeccionando la vida salvaje que iba quedando atrás. ¿Fue entonces cuando el recuerdo subconsciente del valor de los ríos se convirtió en creencia que exigía un rito a través del cual agradecer eternamente el don?

En sus pensamientos confusos Jacinta se abstraía a su vez de las circunstancias que vivía. La desaparición enigmática de su esposo y antes la del agrimensor, las confidencias de la anciana, la poco clara determinación de un juez convencional, todo ello debía estar relacionado si no a propósito sí por azar. Sin saber muy bien por qué, Jacinta tuvo la sensación de que la vieja indígena le había contado todo sin ser demasiado explícita. Que le había hablado de lo propio y de lo ajeno. De lo visible y de lo recóndito. De lo que se interpreta con claridad y de lo que aparece confuso y escondido. Guiada más por lo que intuía que por lo que razonaba Jacinta se acercó al arroyo una mañana cálida. Encontró por el camino a unos chicos que se iban a bañar. Le recordaban otros tiempos en que ella misma descubría la camaradería, el juego despreocupado y el amor intuitivo a orillas del arroyo. Pero ahora, muchos años después, que creía tenerlo todo en su modesta existencia, la oscuridad la persigue de pronto, y ella, allí, junto al arroyo, se sorprende peregrinando a los orígenes. ¿Serán los ríos el origen de la vida?, se cuestionó en la orilla pletórica de juncos. Sentada al frescor de la arboleda ribereña, se abandona al rumor de la corriente sibilina, escruta los otros sonidos, repartidos entre el ramaje, el croar de las ranas, el zumbido de los insectos voladores, el chapoteo de las ratas. Si la anciana guaraní había escuchado otras voces, ¿por qué no podían llegar también a ella?

Fue entonces cuando pensó en que los ríos engullen a los hombres, no se sabe bien si por descuido o por excesivo amor de estos. ¿Era esa la cruda e insólita realidad que la vieja convertía en imágenes acaso soñadas? ¿O era la puerta franqueada por tantos desaparecidos que se dejaron arrebatar por sus fantasías? Y cuando los hombres se sumergen en las aguas oscuras, ¿es para preservarse del mal o para condenarse eternamente? Jacinta, no obstante el enigma que la obsesionaba, encontraba placidez en aquel territorio de su infancia. Nada la urgía. Los hombres, pensó sin ansiedad, aparecerán de nuevo cuando se les vuelva a desear. Y si el fin del deseo ha sido la causa de su ocultación, voluntaria o no, ¿acaso se puede esperar algo que no sea sino la resignación?




(Fotograma de la multifacética Maya Deren)

36 comentarios:

  1. El agua es la que limpia, la que sana. está presente siempre en todas las manifestaciones religiosas. Entre el Tigris y el Eufrates, en la Mesopotamia (entre rios), se creó el Paraíso.
    Y es en el bautismo, sumergido, cuando se cambia hacia una nueva vida.
    Y no nos olvidemos que es el deseo el origen de toda aflicción.

    Salut

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    1. Como tantos elementos naturales los hombres han erigido sus símbolos, en todas las culturas.

      Y el deseo, ¿no es instinto natural estimulante? el problema reside en cómo medirlo, contenerlo y canalizarlo, no creo que se pueda suprimir.

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    2. Conviene no confundir el anhelo con el deseo.

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  2. Hola
    Es un relato en el cual se da prioridad a la introspección, pensarnos desde adentro, el río es lo que dice ser, una posibilidad de poder sanar los lamentos y encontrar la posibilidad de nuevas esperanzas.
    Me ha gustado, saludos para ti.

    Pablo

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    1. Sí, las aguas simbolizan purificación, pero la gente que se tira al río ¿lo hace para purificarse del todo, de la manera más radical y negadora?

      Gracias, Pablo.

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  3. Agua que corre, feracidad, frescor. Bellas conclusiones de supervivencia vital,

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  4. Los ríos los mares los lagos
    todo lo que sea agua, me trasmite una paz profunda...
    y mientras aspiro la brisa de tu historia
    te dejo un abrazo
    con aroma a jazmines

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    1. A mí el agua me transmite también algo análogo, pero a la vez me suscita respeto cuando contemplo su masa. Me gusta la expresión brisa de la historia.

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  5. Los ríos, fuente de vida, anclaje para afincarse cerca, dan la respuesta a la agricultura, pero por supuesto, son peligrosos. Ahora hay recorridos de barcos en los que son navegables, y desde allí se ve cómo han influido.

    Un abrazo, y bonito domingo para ti

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    1. Todo territorio humano, como muchas actividades humanas, esconden el lado peligroso. Busquemos en unos y otras la parte medida y con prudencia (muy apropiado en tiempos de pandemia) Buen y satisfactorio domingo.

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  6. Es con el agua en donde se hacen los asentamientos humanos. Es fuente de vida para nosotros. Medio de comunicación, de transporte, de reflexión en nuestro modo de ser. Los ríos nos dan la tranquilidad de poder vivir.
    Un abrazo.

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    1. Con esas propiedades y significados prácticos que han tenido para los humanos los ríos no es de extrañar que se extrapolaran para símbolos, anhelos, protectores... Salud para el día cálido.

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  7. O que é vida na verdade? Haveria vida sem a água? A água, mar, rio, acalma-me, inspira-me... E, às vezes, é aí que, nos momentos mais escuros, reencontro vontade para continuar a caminhar....
    Beijos e abraços
    Marta

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    1. Ya ves que no sería un planeta de vida sin el agua. De hecho los astrofísicos y sobre todo las potencias mundiales están buscando siempre otros planetas que contengan agua. Los elementos naturales siguen siendo fieles compañeros nuestros, nos dan sentido, confianza, significado. Obrigado.

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  8. Ríos, agua viva, en movimiento, origen de vida y civilizaciones, pero también, a veces, lugares donde se ocultan tragedias y barbaries. Y atracciones y misterios...

    Paz y luzcreativa, Fackel.

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    1. Por supuesto, todo ello. Pero para los que hemos nacido a orillas fluviales tiene un sentido de orígenes muy precisos y cada vez más nostálgicos. Sí, paz, que sombras ya abundan por doquier.

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    2. Un día tendrás que visitar Paraguay-San Joaquín, allá donde el Piri Poty.

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    3. No creas, enfrentarme con lo real después de hacer ficción podría ser letal. Aunque San Joaquín es una localidad modesta que no cambia mucho.

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  9. No se donde diablos leí algo así como que los rios eran el instrumento de medida perfecto de la evolución de las civilizaciones. Y que cuando el rio pasaba de ser un dador de vida, a un basurero, el declive estaba asegurado. ¿Será verdad?

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    1. Pues en cierto modo, sí. Pero habría que prospectar en el crecimiento de ciertas ciudades -¿cuántas quedaron por el camino e la Historia?- y en el maltrato por un uso que superaba a los propios habitantes. Aunque hace siglos que los ríos han sido espacios de desagüe no es sino sobre todo desde la citadísima Revolución Industrial cuando empezaron a contaminarse peligrosa e insalubremente.

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  10. Confluyen o emergen en Jacinta muchas de las preguntas que nos son comunes a los seres pensantes que se perguntan por el origen de lo que existe y por la utilidad y significado que le damos y tiene...

    Muchas veces he reflexionado yo sobre el asunto de los ríos, para mí son una maravilla... muchas veces los he visto como arterias (los más grandes) y como venas (los más pequeños) del gran cuerpo de la Tierra... acaso toda la vida del planeta, incluida la suya si es que se puede hacer esa diferenciación, no depende del agua dulce que corre por los ríos...

    Tener un río cerca de donde se vivía en los antaños (asentamientos junto a los ríos), me imagino que era el equivalente a tener agua corriente en casa hoy en día... que los asentamientos estuvieran en alto servían a la vez como defensa contra enemigos y contra las inundaciones por desborde de los ríos, supongo...

    Jacinta está reflexiva tratando de casar toda la información que lleva averiguada y persiste en la búsqueda de su marido o por lo menos en encontrar una explicación cierta sobre su desaparición...

    El final, estableciendo una especie de causa-efecto entre la falta de deseo y la ausencia, la marcha, es interesante... el deseo mutuo atrae y se mantiene esa atracción mientras dure el deseo... la falta de deseo mutuo o fraccionado a una parte separa, aleja y motiva la separación, la desaparición... tal vez sea así... aunque no sé establecer una proporción porcentuada... supongo que cada cual tendrá su propio criterio al respecto y acomodará su actuar a las circunstancias cabalmente ponderadas...

    ¿Se le despertaran a Jacinta las capacidades extrasensoriales para escuchar las voces del Piri Poty? Tal vez sí, tal vez no, lo más seguro es que quién sabe... es la ley del suspense... jejeje...

    Abrazo

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    1. Lo que dices de los ríos lo comparto. Y la manera que tienen de adecuarse y transformar también al paisaje es sorprendente. Ríos de llano, ríos de montaña, ríos de gargantas, ríos con trazos irregulares, esa dicha geométrica de los meandros que conozco tan de cerca por el Pisuerga -en uno de los meandros junto a la ciudad se instalaron pobladores vacceos hace siglos- , ríos que engullen a otros ríos y toda la diversidad de cauces en que hasta el menor, un sencillo arroyo, me hace vibrar y me transmite conceptos éticos que a veces no encuentras en los hombres (pero debe ser imaginación mía)

      Buenas conclusiones a las que nada debo añadir sobre lo que lees en el relato sobre Jacinta. Es la ley, diría yo, de que no sepa qué hacer o qué no hacer el que escribe, jaj.

      Un abrazo.

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  11. Tú interesante narración me ha traído a la memoria tres ríos: el Guadalupe, el Martín y el Turia. De todos tengo buenos recuerdos.

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    1. De los tres solo conozco el Turia, pero lo importante es eso, que mantengamos buenos recuerdos de los ríos de infancia, de madurez, antes de desembocar donde desembocaremos...

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  12. El pragmatismo se da la mano con la resignación. Tal vez la segunda permita el primero. Porque hablas de resignación, no de aceptación...

    Aún así, si las preguntas que planteas en el texto se las formula Jacinta, me da la sensación de que esa resignación también la elige desde su sentido práctico en la vida, que debe ser el mismo que le hace creer que lo tiene todo en su modesta vida. No sé, pero siento sabia a Jacinta. Y con una gran intuición.

    Besos

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    1. Nos pasamos la vida en un tour de force con unas y otras inclinaciones: queremos, no queremos; aceptamos, no aceptamos; nos resignamos, pero hasta qué punto; arriesgamos, pero queremos mantener lo logrado; buscamos, pero creemos tocar fondo; es como si el sentido práctico fuera desigual o inestable o estuviera siempre en cuestión, ¿cuál es lo práctico, lo logrado, lo que nos conviene, lo que nos permite estabilidad...? Etcétera. El que esté seguro de que todo es para siempre que dé la primera pedrada.

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  13. Es curiosa la idea de que los desaparecidos se fueron porque no eran deseados, tiene sentido para mi. Intentas permanecer allí donde te acogen, dónde te sientes bien.
    Un abrazo.

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  14. Quizás sea el deseo una de las cosas q más nos distingue como humanos. Después cuanto llega la culpa, sentimos la necesidad de purificarnos y el baño ritual se impone como búsqueda de una reconciliación con la divinidad. Un abrazo

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    1. Hay muchas facetas que nos revelan como humanos, y no sé si el deseo es la que más (¿cómo medir eso?) pero sí lo considero muy influyente. Para mí la divinidad podría ser la búsqueda de la calma interior, es decir, como las otras divinidades: algo inalcanzable (Ride si sapis)

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  15. Ríos llenos de ninfas, de seres misteriosos. Ríos lentos, ríos que son mares. Ríos que parecen no tener edad y otros que son jóvenes y adolescentes. Ríos que son frontera, ríos que salvan civilizaciones.
    En Valladolid se dice que algo es de cuando el Pisuerga tenía solo una orilla...
    No puede entenderse a la humanidad sin los ríos.

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    1. Cuando yo era niño no sabía de ninfas ni seres misteriosos, pero permanecía absorto ante el curso del río junto al que nací, y siempre me llamaba y sobre todo me gustaba estar a solas en la orilla, observando en el fragor del estío los insectos, los roedores, los patos, las ranas...

      No puede entenderse la humanidad individual ni la colectiva sin los ríos, así es.

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  16. Fáckel:
    los ríos ejercen una gran fascinación y debe ser así como lo entendieron nuestros antepasados.
    La cultura actual, tan alejada de la naturaleza, los desprecia. ¡Y así nos va! Ríos inmundos y asquerosos.
    ¡Qué lástima!
    Salu2.

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    1. Bueno, ya sabes que la contaminación es nuestro desaprendizaje. El coste de potenciar millones de objetos que suelen ir recubiertos, envasados, en cajas, plásticos, etc. por prescripción de normas hace que generemos basura, sin que hayamos dado respuesta definitiva a cómo eliminarla. Pero ¿cómo volver atrás? Soy pesimista al respecto.

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