viernes, 8 de mayo de 2020

Cuentos indómitos. El funcionario que buscaba la salvación





















"Gocemos en la tierra que nos acoge,
gocemos de los bienes apacibles.
Ah, ¿podemos ser felices
cuando se anhelan otras cosas?"


Jean-Philippe Rameau/ Louis Fuzelier, Les indes galantes. Acto IV.



Al juez le va a interesar lo que cuenta el diario del agrimensor, ya lo creo, se repitió una y otra vez el funcionario judicial. Pero, ¿servirá para algo? ¿No es acaso amigo del terrateniente que el agrimensor cita sin nombrarlo? No soy quién para ocultar nada, y menos lo que puede ser relevante si se quieren obtener pistas de la desaparición de ese hombre. Pero dejar esos escritos dentro del riguroso marco de la burocracia, ¿no será extraviarlos para siempre? Miguel Pallarés se asombró de sus dudas. ¿Cómo podía ser que una vulgar prueba le alejara del cumplimiento de su oficio? ¿Por qué tenía que importarle a él que el juez hiciese el uso que más le placiera de una prueba? Pero a medida que avanzaba en la lectura de algunas páginas no era capaz de contener su curiosidad y de admirarse por las revelaciones personales de un hombre que debió de existir y de cuya existencia él mismo empezaba a no estar seguro.

Fue el flujo imprevisto de una tormenta vespertina lo que le decidió. ¿Podría el juez entender algo de lo que hay escrito, más allá de una serie de datos que iba a considerar en su superficialidad? En el mejor de los casos el juez podría elegir algunos de ellos para la instrucción, pero iba a ignorar el resto. Y el diario pasaría a un oscuro y polvoriento anaquel dentro de un expediente olvidado por los siglos de los siglos. Conozco de sobra al juez y el uso que generalmente suele hacerse de las pruebas, se tentó a sí mismo. Pero todos estos pensamientos fueron chocando dentro de su mente, como si el conflicto entre moralidad y legalidad tuviera que afectarle a él. Como si la atracción literaria hacia unos escritos se sobrepusiera a unas anotaciones cuya consideración administrativa debía respetarse. Miguel Pallarés, honesto hasta la médula en lo que a él concernía, si bien ocasiones hubieren en que le ordenaban mirar hacia otro lado, tuvo la sensación de que toda su trayectoria profesional no servía más que para asegurarse un puesto de trabajo, rutinario la mayor parte de las veces y no remunerado lo suficiente. 

Fuera porque el aparato de la tormenta influyera sobre sus pensamientos o porque conmoviera su interior emocional, el funcionario había elegido dejarse llevar por un vórtice arrollador.  Yo, que tengo información de sobra sobre casos judiciales, no podré escribir nunca como lo hace el agrimensor que buscamos, pensó con amargura. Y es que para escribir no se trata tanto de haber sabido de la vida, y menos de una vida monótona, como de haber comprobado en las propias carnes las oscilaciones que lo fortuito hacen que el hombre se pierda en derivas inciertas. Creo que el agrimensor era, o es, si es que aún vive, un escritor encubierto. Alguien que no hace ostentación de lo que va viviendo, pero que se deja herir por cada situación y que busca una cura para reponerse y no perecer. ¿No será esta desaparición un episodio literario más después del cual reaparecerá y dejará constancia en unos diarios que yo he decidido por mi cuenta incautar? 

Sentado en el porche de su casa, la lluvia golpeando el tejadillo y él sorbiendo un mate con la misma inercia de quien respira, Pallarés descubrió una página del cuaderno del agrimensor que le dejó ausente largo rato. "Hoy, decía lo escrito, la adolescente me ha llevado a las profundidades del río. Sumergido con ella no podía distinguir si yo braceaba en las aguas o era su cuerpo el que me tomaba y conducía el mío. Todo era de una humedad diferente, todo se convertía en una serie de movimientos que yo no controlaba, todo me trasladaba a probar un placer desconocido. En aquella inmersión yo no me veía como agrimensor ni como miembro de una familia ni como ciudadano de ningún otro país que este nuevo que se me brindaba. Ni siquiera los sentidos respondían a los estímulos y alicientes que yo había conocido hasta entonces en el mundo de la superficie. ¿Quién era la ninfa que tan poderosamente habitaba aquella dimensión y que me liberaba de mi condición anterior? ¿Por qué me elegía a mí? ¿Por qué tan pronto la sentía formando parte de mi cuerpo como deformándolo hasta salir de él para precipitarnos entre risas en una oscura cueva que ella llamaba del olvido? En aquella oquedad profunda parecíamos seres de dos mundos. La llamo cueva del olvido, me dijo, porque quien se deja conducir a ella no recordará más su anterior vida de compromisos, de urgencias y de complejos en que los hombres pierden sus días. Te traeré aquí tantas veces como tú quieras. Y querrás".

Miguel Pallarés se levantó inquieto, como si una revelación salvadora le hubiera aguijoneado. Dejó el cuaderno en la silla y dio unos pasos más allá del soportal. Si este hombre vive aún, reflexionó mientras avanzaba bajo el aguacero persistente, debe estar por alguna parte y nadie le ve. Entonces tuvo un escalofrío. Le pareció que la lluvia olía con intensidad a río y allá, empapado a escasos metros de la puerta de su casa, le embargó una obsesiva sensación de que no podía moverse, y que el suelo cedía y le engullía lentamente.  





(Fotografía del mejicano Manuel Álvarez Bravo)

36 comentarios:

  1. Otro que se verá atrapado...
    Muy inquietante y seductora esta historia.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Acaso lo que lee le lleve más allá de la curiosidad. Salido.

      Eliminar
  2. El misterio del agrimensor sigue vivo. Ahora en tu relato todo parece más enigmático aún. Parece que está vivo por los fragmentos de su diario; pero parece que está muerto porque no está en ningún lugar conocido. ¿Quién resolverá este caso judicial? No se sabe pero hay suspense a raudales y emoción poética.

    Me gusta
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si solo fuese un caso judicial...Aunque cuántos casos judiciales son más enigmáticos que la ficción. Buen día, gracias por seguir.

      Eliminar
  3. Miguel Pallarés, tras recibir el sueño de la ninfa de agua que le abduce, acaba por entender que se ser que no parece, que de hecho engulle la cueva del río vivo, es el propio Miguel. hay un juez con miles de legajos rebuscando pruebas.

    Muy bien llevado, me ha encantado. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El juez sin los funcionarios poco podría hacer, y en este caso tal vez se sentiría molesto y tendría que elegir. Bien estar de fin de semana.

      Eliminar
  4. ¿Será que Miguel Pallarés irá también a ese mundo todavía misterioso?

    "...que se deja herir por cada situación". Creo que eso lo hace quien está dispuesto a que la vida le toque, aunque a veces sea con caricias y otras con golpes. Si no estamos dispuestos a sufrir probablemente tampoco lleguemos a conocer el placer.

    Ya quiero que siga

    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No creo que sea necesario para percibir el placer haber sufrido y viceversa. Lo que sucede es que ambas sensaciones, digamos, se producen queramos o no, antes o después, de modo desequilibrado incluso. Recuerdos a la cordillera.

      Eliminar
    2. No me he expresado bien. No creo que sea necesario sufrir para sentir placer y viceversa, sino que hay que estar abierto a sentir. Cuando esto ocurre, somos vulnerable a una u otra experiencia.

      ;)

      Eliminar
    3. Es algo tan biológico, instintivo, que uno no tiene nunca tiempo de ponerse a pensar si le duele o tiene goce. Afortunadamente. Además, ¿no has comprobado que cuando esperas de cualquier de las dos sensaciones que sea fuerte puede que luego resulten fallidas? Lo mejor es ser desigual: ante un mal acaso mejor esperar que el dolor va a ser intenso -si luego no lo es esa idea nos alivia- y ante un placer mejor esperar que va a ser tenue -si es vigoroso, mejor- Que nos sorprendamos en ambos sentidos, jaj.

      Eliminar
  5. Este funcionario acaba de descubrir que no todo está registrado...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ...Y que incluso lo registrado se puede extraviar.

      Eliminar
  6. A quién se le ocurre dar unos pasos con el suelo mojado. Ño normal es que ceda el suelo y te engulla la tierra. Otro que cae.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Las caídas y los alzamientos suelen estar por el interior de la mente. Ve a saber.

      Eliminar
  7. Cada vez mas sugestivo e inquietante. El paisaje, lleno de magia, dioses y misterios, da para mucho.

    Esperemos, pues, tal vez con un mate, ligeramente azucarado.

    Buena tarde, Fackel

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya sabes que las propiedades interiores de los humanos son capaces de inventar prodigios, se llamen dioses, magos o ninfas de los arroyos, ja.

      Salud, MSocorro.

      Eliminar
  8. El agrimensor ya no está en este mundo de materia y sentidos, es el producto surgido por la evocación de alguien, el mismo que le da una falsa corporeidad;lo mata y resucita a voluntad sin darse cuenta de que en la emoción que recrea, un agrimensor sufre y a ratos cree que goza.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Puede ser como dices, pero ese mundo de materia y sentidos ¿no se proyecta en la ficción literaria, se escriba o se lea solamente, por ejemplo? Ese ámbito de la ficción es capaz de matar y resucitar y multiplicar emociones, sin duda.

      Eliminar
  9. Todos temos dúvidas... e um diário tão intimo, tão poderoso que é a alma de alguém que só está desaparecido fisicamente...
    O funcionário está a questionar-se... a olhar para o Mundo de uma outra maneira... a perceber que há uma outra dimensão...
    Brilhante.... Gostei muito....
    Obrigada pela visita
    Beijos e abraços
    Marta

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo, Marta, que cuando leemos otros textos o escuchamos a otras personas -si estas nos relatan algo interesante- hay una porción de mundo que descubrimos. Estamos hechos de trozos de mundos y cada uno de nosotros ofrecemos otra porción de vida. Ahí radican las dimensiones.

      Abraço y obrigado.

      Eliminar
  10. En ocasiones, no tiene sentido negarlo, me siento perdido dentro del relato. He de releerlo. Esto demuestra que o veo varias conexiones o la edad ya está tocando arrebato.
    Encuentro cierta similitud con Kafka, no me preguntes porqué, porque no lo se. Quizá las obsesiones. Quizá.
    Un abrazo muy fuerte
    Salut

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Quizá que me estoy pasando o que ya me he pasado, quizás. Necesito pasarme para pasar de lo cotidiano y no permitir que me afecte.

      Eliminar
  11. Los misterios seducen y despiertan a la imaginación de su letargo. Interesante, sugestivo e inquietante relato.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Dejarme seducir interiormente por lo misterioso y natural, sí. Rendir culto a lo misterioso e ideológico o caprichoso que otros quisieran que rindiéramos, pues no, ya estoy de vuelta.

      Eliminar
  12. El escrito de la página del cuaderno del agrimensor es simplemente precioso y sugerente. Seguro que ese funcionario se verá tentado con perderse también él en esas aguas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Esa adolescente revoltosa llevó a la perdición salvadora (términos antitéticos, ojo) al agrimensor y ahora su testimonio, reflejado en un cuaderno...uf, casi me tienta a mí.

      Eliminar
  13. "...era, o es, si es que aún vive, un escritor encubierto."
    "Te traeré aquí tantas veces como tú quieras. Y querrás".
    Mitos y seres, ninfas ... un entorno tan diáfano en su descripción que se alcanza a verlo. Y un fin insospechado absolutamente abierto. Una delicía. Quisiera más.

    Salud, Frackel

    Anna Babra

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pero ¿todo lo diáfano es obvio y tangible? ¿O existe la apariencia de lo diáfano en tantas situaciones e individuos tocados por la opacidad?

      Nos pasamos la vida tanteando por las lindes de lo oscuro y de lo claro, confundiéndonos tantas veces...

      Salud, Anna.

      Eliminar
  14. Eso de que el suelo lo engulla a un@ lo viví oníricamente y recuerdo haber facilitado el proceso plegando los brazos sobre el pecho. Luego desperté tranquilamente y anoté la experiencia. Corría alrededor de 1992! y bien anotado lo dejé junto a otras muchas aventuras oníricas!
    Ahora, a la luz de la experiencia, me desvelan su contenido con mayor claridad
    Si es que..... a quien se le ocurre que Pallares corra suerte semejante?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Somos seres quebradizos. Incluso físicamente la sensación del abismo en la cama, en ese borde con el sueño, nos produce a veces una convulsión temerosa. ¿No te ha pasado? Esa sensación de caer por una micra de instante a un vacío...¿será premonitorio de la última caída?

      Eliminar
    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

      Eliminar
    3. No es nada del otro mundo esa sensación de caer al abismo. Muy curiosa y alentadora, aunque parezca o contrario. La sensación de que todo parece estar perdido por un instante para a continuación saberte sano y salvo ¡es uno de los prodigios del cerebro!

      Las imágenes suelen ser traicioneras, pero todo es cuestión temporal. Si el agua no mermara el cuchillo acabaría oxidado. Y si el agua desapareciera sería el aire o la tierra quienes los trastocara. Los arqueólogo saben de ello. Bien estar, MJ.

      Eliminar
  15. Pallarés parece dabatirse entre la duda, la curiosidad y el deber... Ese debate interno le lleva a la reflexión y a proyectar su imaginación... la que ha leído le va penetrando y hasta le hace dudar de lo que ve y de lo que siente...

    A veces nos encontramos con textos que aparecen ante nuestra vista de forma circunstancial y en ellos encontramos pistas reveladoras y determinantes que nos hacen plantearnos muchas cosas y elegir los caminos, en las encrucijadas, atendiendo a otras razones diferentes de las que antes eran eje de nuestras decisiones en circunstancia análogas...

    Supongo que la vida es un interrogante que se prolonga con cada paso, con cada pista, con cada decisión, con cada percepción... Ya lo dice Kavafis en su poema Ítaca: lo importante es el camino...

    Creo que en la voz de nuestros antepasados, en su experiencia, había muchas pistas y buenas, pero el molde del convencionalismo y de la información reglada y programada nos ha ido atrofiando nuestro instinto natural de discernimiento a la hora de elegir y dar validez de utilidad, de eficiencia y de eficacia a esas pistas...

    Huy, y paro aquí, porque si sigo me meteré en un jadín en el que no quiero entrar, aunque Einstein y Alejandro Dumas ya dijeron algo al respecto...

    Me encantan tus relatos ¡son muy buenos!

    Abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Kavafis y Machado coinciden. Uno le llama viaje, el otro camino. Se podría denominar recorrido vital. Eso certifica el hecho de vivir, el sentido de vivir. No entiendo que haya gente que busque aún en lo religioso o esotérico supuesto otro sentido. Pero se ve que mi evolución va a la contra.

      En nuestros antepasado ha habido de todo. Y ellos han pasado por etapas críticas, y se han producido rupturas, cambios, choques. El pensamiento único apagó una vez no lejana la cultura de pensamiento libre, la búsqueda generalizada de conocimiento. Lo malo es que pasó en un país con una dosis de analfabetismo enorme que no permitía metabolizar informaciones entre amplias capas sociales, todo estaba muy atado. Aquellos moldes hicieron estragos, pero de aquellos moldes venimos y hemos sobrevivido, porque al final resulta que el esfuerzo es algo personal. La curiosidad, el interés por saber, por cuestionar, por leer nos ha salvado un poco. Mantener la propia casa abierta para recibir es algo impagable, y ahí creo que hay un esfuerzo personal importante, hay que mantenerse en ello.

      Todos nos metemos en jardines, es que las ideas dan para combinarlas e intercambiarlas, y en este espacio reducido y limitado no es fácil, así que dejemos sugerencias, pistas, esbozos de diálogo.

      Gracias, I.

      Eliminar
  16. "La llamo cueva del olvido, me dijo, porque quien se deja conducir a ella no recordará más su anterior vida de compromisos, de urgencias y de complejos en que los hombres pierden sus días. Te traeré aquí tantas veces como tú quieras. Y querrás".
    Me encanta esta ninfa, ese lado trasgresor que incita al agrimensor a agarrarse a ese algo que siente que puede ser importante, con independencia de lo que piense el resto del mundo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La transgresión está al alcance de la mano. Pero tiene un precio. Hay que medir lo que se pretende con el efecto con lo que se puede conseguir. Es arriesgado. Gracias.

      Eliminar