domingo, 1 de marzo de 2020

Cuentos indómitos. Los subversivos



...no supe del término subversivo hasta llegar a la juventud y salir rebelde como muchos otros de mi tiempo, pero ahora que veo la foto en que aparecemos varios de aquella panda lo pienso mejor: fuimos subversivos ya en la infancia, entiéndase que no había intención previa de serlo, al menos no una conciencia de la misma, sino que nos salía por las buenas y por las brutas, unas veces subiendo a la tapìa del hospital al atardecer y recorriéndola porque estábamos empeñados en llegar al depósito de cadáveres, así, tal como lo cuento, entonces nadie lo nombraba como morgue, aunque a mitad del camino se nos chafaba la aventura, ora porque un mochuelo nos pegara un susto de muerte o porque apareciese algún vecino de aquellos caseríos dispersos, otras veces la subversión se producía acometiendo irreverencias al pie de aquella lápidas memorables de los muertos de una guerra, los de un bando, por supuesto, que habían puesto los vencedores en los muros de las iglesias, y recuerdo que el Rosario, que era mi mejor amigo, por ejemplo pegaba tiros, el Chibilo caía lanzando ayes escasamente convincentes y a continuación tenía que meterse en su féretro blanco con adornos de lujo, eso era lo que más le gustaba hacer, y mientras el Serapio, el Torres o yo mismo nos disponíamos a proporcionarle un entierro de categoría, nunca supimos para quién estaba reservado el otro cajón de pino tan grande y siniestro que se encontraba allí arrinconado y cubierto de telarañas, sí que lo preguntamos, pero siempre nos respondían que a alguien le vendría bien, como si se tratase de unos zapatos o una camisa, y a nosotros no nos daba repelús alguno toda aquella mercadería para las situaciones extremas, debía ser porque estábamos acostumbrados a ver cómo hacían los ataúdes, pues mi tío era un ebanista apreciado, hacía obras muy perfeccionistas, le llamaban de todas partes, pero derivó su oficio hacia lo fúnebre cuando falleció su mujer, la pobre murió de repente, y yo preguntaba qué mal era ese de repente, y me contestaban, pues eso, de repente, y nunca supe cómo sería morir de repente, y siempre he tenido la idea de que es algo que no te da tiempo ni a pensar, y cuando lo hablaba con mis amigos a todos nos parecía bien, menos a Gema, que siempre decía que tenía que dar tiempo a morirse para acordarse de todos los amigos y su razonamiento nos dejaba a todos emocionados, así que mi tío en el taller de carpintería se fue especializando en el traje fin de temporada, y los empleados tuvieron que vérselas con aquel material nuevo y aquellos muebles de última hornada, y fue por eso por lo que no había secretos para nosotros entre los artículos reservados a los finados, y también hay que decir que gracias a esa reconversión del negocio de mi tío aprendimos todos palabras nuevas, y nos apuntábamos a los entierros y decíamos a los que iban a despedir el duelo ese féretro, que era una de las palabras nuevas, lo ha hecho el tío de Pedro Mari, aprendimos a perder el miedo a toda la parafernalia que rodeaba a la muerte gracias a la carpintería, y es que en realidad pocas cosas nos daban miedo entonces, excepto los castigos y también o sobre todo los curas, porque estos además de regañarnos por las buenas también nos asustaban por las malas, amenazándonos con el  fuego eterno si pecábamos, y encima se empeñaban en sermonearnos con que pecábamos mucho,  y que los niños son ángeles y los ángeles no pecan nunca, y cuando le preguntábamos al cura que por qué no pecaban los ángeles le daba por decir que porque no tenían cuerpo, que el cuerpo era lo más pecaminoso, y no sé si fue el Torres o el Serapio que le contestó que entonces él no quería tener cuerpo para no pecar, y entonces el cura dijo ay angelito, y le acarició el pelo, y cuando comentábamos estas cosas en la escalera ya digo que no sé si el Serapio o el Torres estaba obsesionado con el cuerpo porque decía que se lo tocaba mucho y se iba a condenar, y le disuadimos de aquella idea fija de que prefería perder el cuerpo, pues temíamos por él, y fue Gema la que hizo de misionera curativa, y a los demás nos pareció una obra de caridad muy hermosa, y el otro se curó de su temor, pero la mayoría no teníamos miedo al pecado, qué más hubiera querido el cura que nos espantase el pecado, lo verdaderamente terrorífico era el castigo humano y de este el peor de todos, el dolor, el dolor físico, y sobre todo el infame dolor de la humillación, que era lo que mejor sabían hacer algunos mayores... 





(Fotografía de Fernando Herráez)

33 comentarios:

  1. Como todo en la vida, hay subversivos de cara y de frente.
    Respecto al fuego eterno, el pecaminoso cuerpo, ..., ideas que ciertas personas han intentado filtrar, ¿qué decir? Que cuanto más se han intentado imponer, más lejos han estado de conseguirlo.
    Quien ha vivido el dolor de la humillación sabe que deja unas heridas que jamás cicatrizan.

    Saludos.

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    1. Qué dices, durante décadas a la dictadura política se sumó la dictadura moral. El grado de agresividad verbal y fáctico, con castigos, era elevado. Iban de la mano los castigos corporales y los psicológicos, todos corporales, vamos. Pero sobrevivimos, aunque algunos no.

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  2. Uf. Me ha encantado ese recuerdo, imagino que impostado, o real, de los niños adentrándose en la estética de la muerte a través de los ataúdes del tío Pedro Mari. Sí era subversivo, ya lo creo. La niña Gema despertando algunos instintos y ese argumento infantil en el que uno no puede morirse de repente, me han gustado mucho. El final no quiero imaginar pederastia, pero si lo era, vaya manera de romper ese mundo infantil de magia pero de razonamientos.

    Un abrazo y a por el domingo

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    1. Que todo era así o más o menos aproximado, y no cuento iniciaciones peculiares, forzosas o no, porque algunos no se lo creerían y además no es fácil dar con el discurso. La pederastia funcionaba con mucha discreción, porque a la víctima le habían inculcado de tal modo el complejo de culpa y de pecado que mejor era callar. No lo vi en mi entorno, o al menos no supe de ello, pero dar se daría.

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  3. Me has despertado recuerdos de infancia. Mi barrio estaba frente a los cuatreles de la Guardia Civil y nos separaba un rio. Era el escenario de nuestras batallas. Una auténtica guerra entre los hijos de "rojos" y los hijos de los tricornados. Poca broma. Se acabó con un cachorro de tricornado elevado a la categoría de Aquiles, con una varilla de paraguas clavada en el tendón de su pierna izquierda. Sigue cojo porque mala hierba nunca muere.
    ¿Eramos terroristas?

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    1. Jope, qué experiencia. Creo que quien más o quien menos aterrorizábamos y algunas veces con consecuencias casi devastadoras. Pero había mucho control social, clerical y yo recuerdo que el guarda que había por allí nos espantaba si nos veía a punto de alguna tropelía, pero nunca nos disuadía del todo, siempre intentábamos de nuevo cualquier travesura. Lo malo de las travesuras era que a veces no se medían bien y el resultado podía ser más catastrófico de lo previsto.

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  4. En el límite de lo políticamente correcto.
    Dicen que jugar con la muerte -o con los muertos-, no tenerle miedo o reírte de ella, alarga la vida de quien lo practica. Cualquier motivo es bueno para tomarlo a juego. La vida, dijo alguien, no hay que tomársela demasiado en serio, al fin y al cabo nadie saldrá vivo de ella.
    Un saludo.

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    1. También existía entonces lo políticamente correcto, y yo diría que dictatorialmente correcto, desde diversos ángulos. Pero los niños siempre transgredíamos. Imitar o jugar con lo sacro y lo profano estaba a la orden del día. Ese pensamiento que transmites sirve para relajarse, pero de hecho nos tomamos la vida demasiado severamente. Buen domingo, Cayetano.

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  5. Sabrás que has pegado fuerte en mi debilidad personal pero esta vez no me queda otra que transgredir mi intención de mantener silencio al respecto, y que el manto de invisibilidad sirva cubrir este malpaso por la materia! Incongruencia? .... Qué remedio!
    No puedo evitar recordar la premonitoria comicidad de mi primera travesura que tuvo lugar en una apenas pedanía donde “me soltaron” por primera vez y rompí a hablar de un tirón por primera vez diciendo aquello de “m’en vaig”. Luego, por motivos convencionales cogería fama entre mis santurronas tías de ser de la piel del diablo pese a ser “chica”.... y buenos pero errados motivos tenían! Jajj menos mal que me tuve que pasar la infancia encerrada y continuamente vigilada por la fiera que me pario! ....y aún así....

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    1. Pues sigue preservando la transgresora que lleves dentro, sirve para la supervivencia. No estaba nada bien visto entonces que una chica saliera como poco respondona o que fuera a jugar con el grupo de varones, así que me hago cargo de la que te caería encima. Brinda por los recuerdos del pasado fueran de la piel del diablo o de la angelical.

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    2. Gracias, fue duro, pero encima que nos nacen sin permiso lo más razonable resulta aprovechar la circunstancia sin molestar demasiado! y como sabemos que “lo que no mata engorda” , pues eso, a vivir! Ahora con las siguientes imágenes te reventarás de la risa:
      Aquella anécdota fue gloriosa: una monita de capital de unos 3 o 4 años ceremoniando entre niñas más mayores, cual papisa natural e instintiva el entierro de un gatito salvado de las fauces de su madre. Cómo pareció revivir mínimamente antes de ser enterrado en una cajita de cartón y había que celebrar la ceremonia para acudir a tiempo para merendar y librarse de la paliza de turno, pues ella solita decidió rematarlo tirándolo cual quebrantahuesos para poder enterrarlo ceremonialmente.
      Tras la merienda una tía abuela del pueblito se la llevó a misa y tras escuchar las amenazas desde el púlpito del cura del lugar pensó “estos mayores están chalados del todo” y siguió obrando en consecuencia pero lo más calladita posible.” Se dice que poco después comenzó a hablar en castellano de corrido.
      Ahora con tanta perspectiva no resulta premonitorio ni necesario palmarla para ver la propia vida concatenada desde el momento y el motivo de ser engendrada, pero no todos tenemos esa fortuna, eso sí, se trata de una verdadera fortuna unida al humor y a cierto buen talante y no al capital bobote y convencional. Aunque si alguien naciera con todos los ases en una vida lo uno no debería excluir lo otro!... pero se enteraría? o viviría lo suficiente para adquirir la perspectiva de enterarse?

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    3. Huy las cosas que dices en tiempos de lo políticamente correcto, pero que te quiten lo bailao. Nacer con todos los ases en una vida, puede que haya gente que nazca. Pero también los hijos de familias bien sufren desgracias tempranas, no obstante los ases. Eso sí, los que sobreviven saben ser consecuentes directores en consejos de administración a.m.d.g

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  6. El castigo y el miedo resultan ser la manera más práctica para mantenernos a raya, para evitar que seamos subversivos. Desde niños, claro.

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    1. Son formas duras del control social. No sé si hoy se delegan en las nuevas técnicas y en los aparatos que ya dejan en sus manos a los bebés en su sillita.

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  7. Interesante monólogo, sin puntos seguidos ni finales; solo los suspensivos entre los que encierras un capítulo interior, creíble y real, de esa época maravillosa y mágica de la vida.

    Fui sobversiva desde chiquitita. Recuerdo que el cura del pueblo
    le decía a mamá que yo no parecía de este mundo, porque le discutía y contradecía sus argumentos sobre Dios y sus asuntos, en la Catequesis,cuando a los siete años, nos preparaba para la Primera Comunión. Imagínate...

    Buenas noches, Fackel

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    1. Pues sí, la puntuación suspensiva al principio y al final yo la interpreto como el fluir mismo de la vida. Incluso cuando uno muere su mundo personal se acaba pero queda un escenario de otros, donde has estado, y los puntos suspensivos continúan. Eso es bonito.

      Tengo muchas experiencias sobre enfrentarme con curas y padres y otras especies peligrosas, jaj. Siempre había comprensivo, pero también individuos intolerantes cuya autoridad no se dejaba cuestionar. Fuiste muy atrevida, no sé hasta que punto recibiste el pan de los ángeles con tus pecadillos, (ríe que seguro que sí que sabes)

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    2. Uf...no te creas... Era atrevida y audaz en algunos aspectos, en otros era y fui durante mucho tiempo, una absoluta ignorante; demasíado espiritual, que se dice...

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    3. Consuélate, eso nos ha pasado a la mayoría. Pero me haces pensar en que nos enrocamos en una suerte de espiritualidad siempre en conflicto, aunque era atractiva, porque prolongar la inocencia es así. Pero la satisfacción de haber sorteado ignorancias a medida que nos hemos hecho mú mayores no nos la quita el Vaticano. Lo importante ahora es mantener una capacidad analítica interesante, lo cual implica lo crítico. Gracias por aportar más, Soco.

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  8. Gran experiencia la que narras aquí. Era la transgresión algo necesario para desafiar al estricto control que se padecía por parte de padres y profesores.

    La infancia y la adolescencia. Territorios llenos de sueños a los que apetece regresar para volverxxx

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    1. La transgresión ha sido necesaria siempre. En la infancia no es fácil valorar su alcance. Pero ya veo que los adultos tampoco lo tienen siempre claro, aunque se crean reyes del mambo. Tiene sus riesgos, si se salía bien era experiencia; si no...también pero se pagaba un precio. La memoria y el intento de interpretación de las experiencias del pasado es una manera de retorno, ¿no? Buen lunes, Ana.

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  9. Te contaré una anécdota: una niña de la familia es elegida para hacer la lectura de la comunión. Todos encantados. A 10 días comienza a preguntar qué significa fornicar,sus padres escandalizados van a ver de qué va la lectura: pecados de la carne. Le reprochan al sacerdote y este les dice que es lo que toca; le responden que busque a otra y algo más apropiado para lo que se va a celebrar. Al final, la niña hace la ofrenda de flores y peticiones relacionadas con la pureza. Con dos pares y como Dios manda.

    Adriana

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    1. Hoy nos reímos, pero eran torturadores e impíos (este término se lo dedico por hipócritas) con toda aquella sarta de imbecilidades pretendidamente religiosas. El niño de la foto fue mucho más candoroso. El término fornicación no lo entendió nunca. Si no fuera por la potencia de la lengua castellana -y la potencia superior de la carne- uno sería hasta un descreído de la fornicación, jaj.

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  10. Eran,¿? De lo que cuento no ha pasado mucho tiempo.

    Adriana

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  11. Bien es verdad que el sacerdote era mayor aunque la esencia me temo que no cambia.

    Adriana

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  12. Por cierto, Fackel, me bajé el libro de Jung, le eché un vistazo y parece súper interesante como juego y para hacer múltiples conexiones.
    Gracias a ti tengo una mini biblioteca digital muy chuli y el primer libro que baje es de Machado.

    Adriana

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  13. Adriana, siguen en sus trece:

    https://elpais.com/sociedad/2020-03-02/investigado-un-colegio-en-valencia-por-preguntar-a-sus-alumnos-de-12-anos-si-practican-la-homosexualidad.html

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  14. Volvamos, entonces, a la infancia. Recuperar un poco de aquella ingenua rebeldía...

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    1. Creo que quien más o quien menos hemos transgredido de mayores como si aún fuésemos niños. Pero ¿se han creído los demás que éramos todavía niños?

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  15. Ah, siendo honesta, añadir que la iglesia es exquisita y única en el cuidado de ancianos, discapacitados y sin techo.
    Los centros que conozco no tienen comparación con los estatales( estos no se ocupan y la ley de dependencia lleva años paralizada)
    "Al César lo que......."

    Adriana

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    1. Lo del César se lo debería aplicar el ente citado a todo. Porque a lo largo de su historia ha mezclado lo del César y lo de Dios continuamente y con arreglo a favorecer sus intereses terrenales, Adriana, y todos lo sabemos. No voy a entrar en consideraciones sobre el caritativismo cristiano, nos llevaría a un debate honesto que no viene al caso en esta entrada. Y a hablar por ejemplo de la posesión de múltiples propiedades, muchas de ellas obtenidas con artes dudosas (lo de las inmatriculaciones, por ejemplo)

      Me pilla mayor para ser ingenuo.

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