domingo, 15 de marzo de 2020

Cuentos indómitos. Baobab, la cuentacuentos, y la Muerte



Le llamaban la Baobab porque juntaba a los demás niños bajo el árbol y allí les contaba historias. Ella, niña también, era requerida por toda la chiquillería a la hora del atardecer, cuando el horizonte parece llevarse el fuego a otra parte. Una vez todos congregados Baobab animaba: vamos a decir adiós al sol. Y los niños se ponían de pie, agitaban las manos hacia poniente y exclamaban: vuelve mañana, te esperamos. Era como un himno que nadie quería perderse. Por eso ninguno llegaba tarde.

A veces alguno de los más pequeños hacía pucheros al decir adiós al sol, porque pensaba que no iba a volver. Entonces Baobab le preguntaba: ¿por qué lloras? Es que yo quiero que el sol venga otra vez mañana, respondía acongojado. Los otros niños reían y Baobab le consolaba. El crío no estaba muy seguro. Me da miedo la noche. Los rugidos de los leones me despiertan. La chica siempre tenía una salida. No temas a los leones, te prometo que mañana vendrá el sol a ajustar cuentas con ellos si alguno se atreve a acercarse a tus sueños. Baobab apostaba fuerte: y si se retrasase iré yo misma a buscarlo. El pequeño relamía sus lágrimas y cesaba en su berrinche.

¿Sobre qué queréis que contemos hoy una historia?, alzó provocadora su voz Baobab cuando apenas dejaba ya el sol huella de su paso. Baobab siempre hablaba en plural, aunque fuera la que soportara el peso del argumento, porque a medida que comenzaba alguna historia inventada sobre la marcha iba induciendo a los demás a que aportasen una parte. Los niños estaban encantados de participar. Baobab volvió a la carga ante la duda colectiva. ¿Contamos un cuento de vivos o de muertos? De muertos, chillaban unos. De vivos, se imponían otros. De vivos y de muertos, susurró una chica de otra tribu que llevaba poco tiempo viviendo allí. Entonces Baobab sugirió: podemos hacer una historia de muertos que no se olvidan de haber vivido y de vivos que no quieren morir nunca. Yo no quiero morir nunca, dijeron varios chicos al unísono. Ni yo, saltó Baobab. Pero para no morir nunca hay que inventar muchas historias y enlazarlas unas con otras. ¿Y que no se acaben jamás?, replicó una niña de otra tribu que se había quedado a dormir con unos parientes. Los cuentos no tienen por qué tener fin, se le ocurrió a Baobab. Alguien dijo: en lo que nos contamos historias sin parar puede que se pase el tiempo de morirnos. A lo que otro puso reparos: pero también se nos pasará hacernos mayores, que es lo que todos queremos. Yo no quiero, dijo un niño albino que tenía su manera peculiar de ver las cosas. No veo que los mayores se lo pasen mejor que nosotros, aunque manden y tengan sus esposas.

Con tal fragor de la discusión, la noche fue cayendo y la asamblea de los niños tenía que dispersarse. Aquella noche no hubo manera de hilar un cuento en condiciones. No era fácil a veces implicar a todos, así que esta vez se les fue el tiempo en disputas estériles. Pero no había problema. A una noche sucede otra, pensó. Mañana estarán con ganas de recuperar la historia perdida. Cuando Baobab despachó a todos los chavales a sus hogares se le acercó una mujer que había estado todo el rato escuchando. Baobab se sobresaltó. Pero la viajera se mostró simpática con ella. ¿Vas para la aldea de Mbemba?, le preguntó la niña. Voy hacia esa aldea y a otras más que me pillan de camino, le respondió la Muerte que, como siempre, y más si tiene que acercarse a niños, disimula todo lo que puede su condición. Pero al pasar por aquí y ver cómo les contabas historias y convertías a los otros niños en cómplices me he quedado prendada. ¿Desde cuándo haces esto? Oh, dijo la niña, no sé, siempre lo he hecho, primero con mis hermanos y ahora con los demás. La Muerte, que es la viajera más tenaz, fue más allá en su curiosidad. Pero ¿por qué les cuentas historias? Por la misma razón, respondió Baobab, por la que me las contaban a mí. Para que pierdan el miedo a los ruidos de la noche, a los animales depredadores, a los accidentes. Incluso a la muerte. ¿A la muerte?, saltó como un resorte la Muerte. Claro, la mayoría no imaginan cómo es la muerte y yo hago todo lo posible para que si llegan a imaginársela se burlen de ella. La Muerte miró a Baobab con simpatía. No pudo evitar la pregunta. Y tú, ¿cómo te imaginas a la muerte? Pues no sé, y la niña miró de arriba abajo a la otra. Así como parecida a usted. Como una viajera de la noche.





(Cabeza de personaje femenino, Cultura Ife. Nigeria. Siglo X-XII.
Museo de Arte Africano Jiménez-Arellano, de Valladolid)

45 comentarios:

  1. Muy bueno, necesitamos Baobabs, niñas sabías, que explique que la vida sigue, que el sol amanece siempre tras la noche, que los miedos se vencen y que todos podemos participará de las historias. La viajera, si es decente, pasará de largo, seguirá su camino, llevando la muerte a otro cuerpo. Pero será implacable, si era el día de Baobab.

    Para leer frente a una chimenea tu cuento de hoy. Un abrazo

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    1. Creo que esta vez sigue de viaje, tranquila. Simplemente porque debe dejar que la niña siga contando cuentos. Me has dado una idea. Gracias.

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  2. "para no morir nunca hay que inventar muchas historias y enlazarlas unas con otras. ¿Y que no se acaben jamás?", eso es, amigo Fackel que lo que contemos tenga continuidad, que lo que hagamos sirva a los demás y que lo hecho continue en ellos.
    Es como llenar el saco de la memoria del otro y del otro y del otro... eso es perdurar.
    Abrazos

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    1. Es que va a ser así, aunque algunos pretendan poner fin a la historia, o a la Historia, esta va a perdurar. Y es una cadena, donde habrá, como ha habido, correcciones, caídas y levantamiento, oscuridad y visión. Brindo por los sabios clarividentes y hacedores frente a los necios, los oportunistas y los que degradan las relaciones humanas. Hoy ya he visto a presidentes de comunidades autónomas en crisis y a cierto jefecillo de oposición poner palos en las ruedas de las medidas que se han tomado para preservar la Salud Pública. Ellos se degradan por sí mismos.

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  3. Un encuentro desacomplejado, le dice lo que ve, tan tranquila.
    Saludos.

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    1. ¿Por inocencia, por desconocimiento, por precaución ante un viajero de paso? Ve a saber.

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  4. Los cuentos no tienen por qué tener fin, se le ocurrió a Baobab..."

    No tienen por que tenerlo, es cierto, pero todos preferimos cuentos con final feliz, sino no es un cuento, es una intriga.
    Salut

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    1. Entonces habrá que elegir -o simplemente compartir en distintos tiempos- el cuento feliz y la intriga intrigante. ¿Qué nos atrapa más? Ah, pues lo de siempre. Unas veces uno, otras veces otra. Y si no, los sueños. Más cuento y más intrigantes que nada.

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  5. Buena imagen!
    Gracias. Ohhh, qué bonito cuento!, grita esa niña cada vez menos interiorizada que en su día se propuso educar a sus descendientes sin miedito no exento de respeto hacia la muerte.
    La anciana que ahora la cubre desea creérselo en afirmativo por pequeños detalles que escapan al hermetismo filial.
    La adolescente y futura adulta descubrió con pavor que la vida resultaba mucho más dura que aquel sueño eterno tan temido y manipulado por los poderosos.
    Vivir en el pavor con la suerte de apenas enterarse, ese fue su sino, que deseó transformar en un “nosi”, lo cual suena parecido al “no se”. O acaso es que simplemente habría sido un tanto “vagoneta”? Las obras lo niegan pero el cansancio actual acucian ese temor.
    Será por todo ello que me haya gustado tanto tu narración?

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    1. Tengo un cariño especial a esa cabeza africana, a la que visito de vez en cuando, y hay unas cuantas esculturas más. El arte africano tiene tesoros que desconocemos. Tampoco se habrán esculpido en estado puro, sin antecedentes ni influencias, como todo el arte. Pero tienen una personalidad tan humana...

      No te permito llamarte anciana por las buenas, porque no. Sigues siendo solo una niña consistente con disfraz de mayor. Los miedos de antaño tienen otros rostros hogaño, pero seguramente la misma esencia. El terror a lo desconocido, a la pérdida, a lo ineluctable...Pero si de niños nos consolaban ahora o aprendemos a consolarnos y burlar al destino por nuestra cuenta o nadie se pondrá en nuestro lugar. Así que brinda por la resistencia.

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  6. Tal vez sea sea la misión de los que cuentan las historias, no temer tanto a la muerte, que la historias persistan.
    Creo que ella reconoció a la visitante, intuyó quien era, si es que no lo supo.

    Una historia, con una representación de la muerte.

    http://axxon.com.ar/rev/191/c-191cuento8.htm

    Saludos.

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    1. Dejas un cabo suelto para que me lo piense, esa intuición de la niña. ¿Podría ser? Me lo pienso.

      Anoto el enlace. Salud, Demiurgo hacedor.

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    2. Lo he leído, qué bueno es, qué espectacular, aquí la Muerte es más bien dulce y portentosa. Lo sangriento solo es cosa de los hombres del ring. No me digas que el cuento es tuyo.

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    3. Ojalá fuera mío. No, soy sólo un lector de Axxon, nunca he llegado a aportar algo.

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    4. Además conoce el autor el mundo del boxeo, o bien es un gran observador. Y no te cuento del entramado mafioso del boxeo, harto reflejado en multitud de películas.

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  7. La boca de los niños y los locos derraman sabiduría...

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    1. Por estar sobrados de inconsciencia unos y hastiados de conciencia otros.

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  8. Acababa de leer ésto cuando leí tu historia y se me ocurrió que bien pueden ir enlazados https://vian-ordenarlabiblioteca.blogspot.com/2020/03/el-sol-llega-hasta-los-arboles-de-una.html

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    1. Gracias, lo aparto para verlo, leerlo. Desde el retiro en pro de la salud colectiva te envío un abrazo. Cuidaros por ese final de estío ya próximo.

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  9. Posible que escuchar historias, sea en prosa o en verso, pueda agradar o acaso hacer un tanto feliz, a la "eterna viajera"...
    Tengámosla, pues, contenta y sigamos contando historias y sigamos sintiéndonos vivos, no?...

    Sonrisas y milgramos de optimismo, Fackel.

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    1. Siempre que quiera escucharnos. ¿O se cansará de que nos repitamos? Creo que el morirse está en función del hastío de cada cual. Mil gramos de librarnos del mal, Soco, ya sabes.

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  10. Exacto, enlazamos historias y vidas y no hay un final. Somos la prolongación de historias y otras existencias.Preciosa narración.

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    1. Simplemente es lo que acontece con el ADN. La mejor historia. Lo dice todo. Un abrazo, Marga.

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  11. "Como una viajera de la noche", una definición que creo que retrata muy bien a la muerte. Y en consonancia con la idea de contar historias cuándo cae el día y se inicia la noche, antes del comienzo del andar de la muerte.
    Y creo que en tu historia, Baobab, intuyó que ella era la muerte.

    Y ya sabes, "Yo me quedo en casa!!
    Un beso, Fackel.

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    1. Yo es que ni he salido. Miento, a por la prensa solo, que eso me pilla cerca y está permitido. Como además no tengo perro, menos tentación. Si todos los días se pasan como hoy no me quejo. Pero queda mucho, si todo va bien. Va a ser duro. Claro que más dureza es la de los sirios. Acabo de ver una foto en el suplemento dominical de El País de una familia de emigrantes en Lesbos que ha congelado mi mundo emocional. Ni una cara mínimamente risueña ni relajada de ningún miembro, ni de los niños siquiera. Qué horror y vergüenza. Eso sí que es estar encerrado. Un abrazo.

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    2. Acabo de buscar en el Suplemento del País, la imagen que comentas, y me ha dejado con un desgarro en el corazón, es tremenda. Sin palabras.

      Un abrazo.

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    3. ¿A que sí? Según escribo ahora la tengo todavía delante. El padre y la madre son el rostro del sufrimiento culposo pero sin culpa. ¿De qué van a ser culpables sin les parirían en una zona que ha degenerado en lo peor? La culpa de la impotencia, si se puede decir esto, a él le sale el dolor por todos sus ángulos faciales, a la mujer le sale que está y no está en este mundo. Dos hijos, los mayores, perdidos en su mirada. Otro a cuestas que tiene una mirada indescifrable. Solo el más pequeño parece ser ajeno, pero tampoco. Ni una sonrisa, joder, ni una sonrisa. Eso es un drama y no la de...(corto aquí, añade a los que quieras)

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    4. Haces una descripción que comparto de todos ellos..
      Sabes lo que yo creo, que lo que ocurre ahora del coronavirus es un drama que nos toca de cerca, a cada uno de nosotros y a nuestras familias, amigos, conocidos... lo de esta familia, y tantas otras, es algo que no nos toca de cerca, y sí, nos impresiona, nos revuelve el alma pero...., y a los que podrían hacer algo no les importa lo más mínimo. Somos así de destructivos y egoístas. Yo me pregunto qué ocurrirá cuando llegue esta infección (porque llegará) a todos esos grupos de personas, a estos países que no tienen manera de contraatacarlo, y que simplemente morirán encerrados en guetos de los que no se les permitirá salir para no volver a contaminar a los países que ahora lo padecemos y que sí podemos combatirlo. Ya me río yo de esa frase tan oída desde hace varios días, "todos a una".

      En fin, creo que en parte estamos sufriendo una "plaga" que nos merecemos.

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    5. No creo que el virus haya saltado por encima de los campos de refugiados, ¡Y hay siete millones! Tienen que tener enfermedades múltiples. Pero no nos hablan de ello. Y aunque nos hablen. A punto de cumplirse diez años de guerra. Inaudito.

      Los patógenos no entienden de nuestros conflictos ni físicos ni morales. Si entendieran nos arrasaban del todo.

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  12. La hermosura de tu cuento parece extraída de un tesoro del fondo de los fondos de otra tierra y de otra raza. En cuanto al Suplemento del que hablabas... Cuidado con nuestra percepción. Maldita la gracia que les hace a ellos que se tienda su desgracia sobre la mesa como un mapa. Y que siga sin hacerse nada.

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    1. Maldita la gracia, te doy la razón. Desde la reclusión, el confinamiento, el encierro o la clausura, elíjase el término que se considere oportuno, se te saluda.

      Emulando aquella canción de la lírica Marina: A leer, a leer y a apurar...

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  13. Buena definición: la muerte es una viajera de la noche.
    Me ha recordado la escena a mí cuando era un adolescente. Me gustaba contar historias, sobre todo de miedo, a chicos de mi edad y también a más pequeños. Siempre tenía audiencia.Era uno de mis pasatiempos favoritos.
    Un saludo.

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    1. Dejar de vivir es la oscuridad total desde el punto de vista humano, es decir, viviente. La tipa esa es la que nos prepara la noche. Así de simple. No hay más, ni allá ni acá para cada cual que ha vivido la experiencia vital (redundancia aparte)

      Pero es que eso mismo me pasaba a mí, y no solo contar cuentos o las películas con efectos especiales sino que por los veranos montábamos hasta un circo entre unos cuantos. La aventura del estreno era mediocre, aunque para los niños que nos iban a ver era una expectación. Lo importante es lo bien que lo pasábamos durante un mes en los preparativos. Lo importante es siempre la marcha, el camino. El viaje (retorno a la misma imagen, pero sin querer y con otro sentido, eh)

      Gracias por contar eso, Cayetano. ¿Cómo llevas el claustro?

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  14. Que cuento más hermoso ¡¡me encanta!!

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    1. Cuánto me alegro. No ha sido un sueño pero podría haberlo sido.

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    2. Perdona Fackel, aunque hiciste una alusión a la entrada que puse en el blog no me di cuenta de mirar los comentarios hasta hoy. Me desconecté tanto que hasta se me olvido que desde hace tiempo los comentarios no se ven automáticamente como hace años.
      Un abrazo.

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    3. No pasa nada por eso. Al borde del sábado; los días transcurren.

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  15. El cuento me ha transportado a campamentos de verano infantiles y juveniles. Te aplaudo como lo hago a las ocho de la tarde al personal sanitario.
    Bonito comentario el de Cornadó.

    Adriana

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    1. ¿Montañas nevadas, banderas al viento? Jiji.

      Gracias, yo también aplaudo, y cada vez que lo hago mato varios bichos coronados. O me lo imagino.

      Sigamos aplaudiendo, eso dice también que SEGUIMOS EN PIE.

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  16. Me encanta Baobab. Gracias por el regalo de este personaje increíble

    Un abrazo

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    1. Gracias, Luis Antonio, yo mismo me he sorprendido de haberme encontrado con ella. Y no soy la Muerte, jaj.

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  17. A ver si saco tiempo y te leo con calma.
    Salu2.

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    1. Debemos estar entretenido y activos, por lo tanto, pero nada de estresarnos. Lee cuando puedas, Dyhego.

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  18. Baobab es sabia. Creo que todos los niños lo son, aunque luego se van impregnando de nuestras enseñanzas y pierden esa sabiduría natural con que nacemos.

    Ya te lo he dicho, me gusta la muerte que sueles describir, una muerte que se conmueve, respetuosa e incluso por momentos tierna.


    Besos

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    1. Es una manera de dialogar como cualquier otra. De echar un pulso al tabú y desafiar todos los prejuicios fundados que llevamos en nuestra mente contra y sobre ella. No es fácil asumir el hecho (en realidad es un hecho, no un personaje) pero la palabra está para desmitifcarla también, para burlarla en nuestro esquema. Gracias, voy a ver si Baobab tiene algo más que decir un día de estos.

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