miércoles, 30 de octubre de 2019

Max y yo degustando a John Donne




En una de las cosas en que coincidimos Max y yo es en nuestro gusto -en nuestro degustar- por la obra de John Donne (1572-1631, Londres) Su poesía es asunto serio y magistral. Pero de su obra en prosa solo conozco sus Paradojas y sus Devociones, reflexiones de tipo ensayístico sui generis, y tienen el punto de la frescura, del ojo observador, de la advertencia sagaz. Las Paradojas las escribió con veintitrés años y son lo que dice el título. Puesto que se trata de escritura en edad joven aún es irónica, atrevida, divertida incluso. Que los breves capítulos los titule, por ejemplo, Que la desunión hace la fuerza o Que los hombres viejos son más insensatos que los jóvenes o Que todo se destruye a sí mismo ya da idea del tipo de reflexión a la contra, poniendo el dedo y la mirada crítica sobre costumbres, modos, tópicos, ideas fijadas en la opinión general. La otra obra, Devociones, está escrita en edad madura, y en ella se manifiesta su interés y, por qué no decirlo, su obsesión por los temas de la enfermedad, los médicos, los cambios físicos, los tratamientos, la muerte. Consideraciones como podemos hacer cualquier a medida que el avance de la edad nos coloca en la tesitura de afrontar quebrantos y modificaciones corporales, por decirlo de manera suave. Por supuesto, no son tanto pensamientos científicos como  el desarrollo de pensamientos personales, probablemente ya tocados por circunstancias familiares dolorosas y por el encaramiento con su salud. Tanto Paradojas como Devociones están editadas por Ediciones Cuatro (Valladolid, 1997)

Leyendo a Donne uno tiene una sensación análoga a cuando lee a Montaigne. Por supuesto, el corpus de pensamiento de este último es inmenso, inagotable, una mina continua. Pero es ese estilo de escritura indagadora, que le da vueltas a todo, que considera lo humano con la amplitud y hondura precisas para tener entre las manos cierta explicación de las cosas y, sobre todo, cierta actitud ante las contradicciones y las afrentas que la edad y en general la vida nos depara a todos.

La poesía, ah la poesía de John Donne, la dejamos para otra ocasión.





(Fotografía: Escultura del escritor en el John Donne Memorial de Londres, tomada de The Epoch Times)


8 comentarios:

  1. Parece que ya desde joven Donne debió ser muy observador. En cierto modo me recuerda a una pequeña ilusa que afirmaba orgullosamente que “los mayores eran muy tontos” y el paso del tiempo se lo ratificó aunque hubiera alcanzado el estatus adulto y tuviera que asumir su terrible e inconmensurable estupidez que aún ocultaba un retal de la pequeña y rebelde fierecilla aparentemente amansada.

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    1. La vida de Donne transcurrió en medio de turbulencias, personales y colectivas el país, eran tiempos duros allá, aquí y acullá, pero dio gente de cultura elevada: Bacon, Burton, Marlowe, Shakespeare, Webster, Ben Jonson...Seguían cayendo cabezas de personajes políticos que hoy triunfaban y mañana pasaban al patíbulo, los conflictos político-religiosos, etc. En fin historia y cultura de la Albión.

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  2. "Si alguno de estos botafuegos coléricos, acalorados, que se alimentan de ls querellas y odios a los que se aferran, salpican a un idiota con una sola chispa de desprecio, este, al igual que un tejado de caña que prende rápidamente, puede que se encolerice. Pero el sabio, frío como la salamandra, no solamente no se irritará con él sino que tampoco sabrá compadecerle. Que se ría de él, pues. Así se sabrá que es hombre, porque sabe reírse; que es docto, porque sabe de qué reírse; que es valiente, porque se atreve a reírse. Porque el reidor es, con razón, juzgado como más sabio que aquel del que se ríe".

    Un párrafo para meditar, de rabiosa actualidad, que aparece escrito en una de sus Paradojas.

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    1. Ya lo creo que da que pensar, al leer ese párrafo tiene uno la sensación de estar escuchando una voz demasiado juvenil.

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  3. Un literato que te hace reflexionar. Con la juventud la ironía se muestra en su estado álgido, luego, con la madurez, los miedos y la sabiduría propia de la edad, nos sumergen en cuestiones de mayor calado.

    Un gusto leerte. Un abrazo

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    1. Por lo que uno se va enterando John Donne tuvo una vida ajetreada, en ocasiones arriesgada (con más suerte que otros) y bastante ambiciosa. Imagínate que primero era católico, por extracción familiar, y por razones "operativas" (persecuciones de católicos por parte de la monarquía inglesa) se hizo anglicano. Enrolado también en operaciones militares contra España, operaciones que tenían también un alto contenido de pirateo y saqueo, no tanto porque le gustase el servicio de armas, que no, como por encontrar un puesto del que poder vivir. Así que parte de su obra está motivada por el ensalzamiento y peloteo con nobles, monarcas y cualquier alto funcionario que pudiera conseguirle un puesto nutriente, vaya. Una lucha por la vida a su manera, oportunista seguramente, que no por eso invalida su obra literaria, de la cual uno conoce poco. En fin, que el personaje da para más. Por cierto se sabe más de su vida que de la de Shakespeare. Qué tiempos y qué personajes aquellos. Gracias.

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  4. No he leído nada de John Donne, la verdad, pero después de leer tu entrada, puede que me anime cuando acabe las dos lecturas que tengo entre manos.
    Interesante todo lo que cuentas sobre su biografía, debía ser un auténtico "rabo de lagartija", un ser a merced de los huracanes políticos y religiosos del momento.
    Saludos

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    1. El libro de Ediciones Cuatro "Paradojas y devociones" es muy interesante. En el trasfondo hay dos etapas diferentes de su vida y eso se nota enseguida, pero tiene un verbo ágil, ingenioso, un léxico rico. No me extraña que encandilara a las señoras. La poesía está en una selección en Pretextos, "Cien poemas" se titula. Debe haber más, pero no los conozco. Con esos dos ya se tiene cierta idea de su obra y su personalidad. Gracias, Ginebra.

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