viernes, 6 de septiembre de 2019

Naida y la ciudad brumosa




Naida tiene por costumbre detenerse en cualquier lugar y de improviso. Contempla en silencio un recodo del río. Luego me transmite sus impresiones. No puedo negar que me gusta pasear bajo la bruma. Espero que a ti no te moleste. Hago un gesto de conformidad pero no digo nada. Sé que cuando algo le sugiere no es capaz de parar. A las ciudades hay que verlas más allá de las perspectivas que promocionan las fotografías turísticas, que acaban siendo imágenes comunes y poco ilustrativas. La gente no vive en los monumentos y muchas calles comerciales ya no son de vecindad. Tampoco hay que pasear las ciudades solamente en la estación más luminosa. Cada estación tiene su luz tamizada, única, sobre el paisaje. ¿Cómo desdeñar ninguna de sus manifestaciones? De la infinidad de veces que he recorrido arriba y abajo mi ciudad pocas he tenido la sensación de que se repetía. Al pasear uno sitúa en otra dimensión las calles y los edificios. O acaso es la mirada y la capacidad receptiva. Ahí la bruma logra un efecto que nos hace soñar, pero también meditar. ¿Ves cómo se tiene la sensación de que no estamos en la ciudad presente? ¿Y que de alguna manera, al difuminarse los contornos de lo urbanizado vamos hacia atrás en el tiempo? Con la bruma se disuelven los signos de nuestra modernidad y se nos brinda la imaginación de una ciudad que no ha recorrido todavía los últimos cien años. Pero desgraciadamente lo ha hecho, y con alto precio, y no solo para ella, le interrumpo. Oh, no destroces el encantamiento, me reprende Naida. No ha pasado nada. Estamos ahora mismo en hace un poco más de un siglo. Ni siquiera ha tenido lugar todavía aquel incidente que desgració durante décadas ante la opinión del mundo el nombre de la ciudad. Para muchos mi ciudad ha quedado siempre fijada como una fotografía al oprobio de un crimen célebre. Estarás pensando que las brumas no pueden detener la acción de los hombres, del mismo modo que tampoco saben contener nuestras dudas. Pero yo prefiero fantasear con que no ha tenido lugar lo que la historia nos cuenta que sucedió. ¿Quién puede impedir que yo fabule sobre la tierra que me parió?

Un destello rompe la neblina sobre el Miljacka. Como si la amarga verdad de los hombres sonriera irónica en los reflejos de la corriente.  




(Fotografía de Inés González)

26 comentarios:

  1. ¿Quién puede impedir que yo fabule sobre la tierra que me parió?

    Nadie, nadie puede impedirlo, simplemente porque no hay quien se salve de llevar un soñador dentro.

    PD: En estos momento de tanta inclusividad, debo de disculparme y para aclarar que debería haber puesto (que tiempo verbal tan bello) "todos llevamos y llevamas un soñador y una soñadora dentro y dentra", pero es obvio que no quedaba bien.
    Un saludo afectuoso y afectuosa.

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    1. Miquel, somos muy mayores para dejarnos afectar. Si hubieras puesto esos giros no sería inclusividad, sería gilipollez. Allá música, que diría mi padre, con los que quieran involucionar con el lenguaje. Nadie puede impedir nuestros sueños, pero quién sabe. Las técnica acabarán incidiendo en los cerebros de los individuos si la mano que las usa lo hace con criterios de control y manipulación. Mientras, aprovechemos para soñar...y algo más.

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  2. Hay escenarios que quedan prendidos de un incidente, para bien y para mal, pero los ojos de un niño, sea o no por edad un niño, saben encontrar, entre la niebla, los latidos del lugar.

    Un abrazo y feliz día

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    1. Y los ojos de las mayores se imponen cada vez más con esa visión del niño, incluso van, vamos, más lejos. Valorar la visión de los paisajes es imprescindible para entender y para gozar. Buena jornada, sí.

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  3. El paisaje de la ciudad es cambiante, la luz y el clima van cambiando con las estaciones. Las gentes son otras, otros pelajes, otras ideas, todos van cambiando el panorama urbano mientras las piedras permanecen, aunque a veces hay vándalos que las estropean.
    Con una mirada fugaz de turista ocioso corremos el peligro que encontrarnos paseando por un tópico, viendo unas fachadas iluminadas con las luces de los rótulos de las franquicias comerciales. Es muy difícil sustraerse del tópico.

    Si queremos conocer la ciudad hay que vivirla y sobre todo vivir con los cambios e intentar la adaptación a ellos, aunque sea solamente una adaptación formal. Lo del argumento personal es otra cosa que en todo caso puede quedar guardado en la maleta del viajero.

    Las brumas son el tamiz de nuestra visión. Las brumas pueden contener la sustancia espesa de prejuicio, o de la unicidad.

    Habrá que esperar que un vientecillo de gregal disipe las nieblas. Digo de gregal y no digo de otro viento, por unas razones muy concretas que un día podemos discutir.

    Cuando la niebla se dispersa y nuestra mirada se hace más receptiva, podemos meditar sobre el panorama que se presenta ante nuestros ojos, siendo conscientes, eso sí, que la mirada es fugaz como el sueño.

    Hay algunas brumas espesas, ácidas, capaces de disolver los contornos, desdibujar los signos y convertir las formas en símbolos pendencieros. Pérdida de modernidad, intolerancia, reacción, inmovilismo, etc. Ahí se destroza el encantamiento y el vigor del sueño.
    Salud
    Francesc Cornadó

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    1. A veces, históricamente, los vándalos profundos han sido políticos, urbanistas, descerebrados de las administraciones rendidos a la especulación inmobiliaria. Las brumas físicas a mí me incitan siempre a descubrir -antes o después pasan- y a soñar lúdicamente en una tentativa de imaginar una ciudad como pudo haber sido -con ayuda de literaturas y datos históricos, o incluso con deficiencia de ambos- para contraponer al presente, y así comparar, ver avances y retrocesos, cambios útiles y destrucciones inútiles. Estoy de acuerdo contigo en lo que indicas en tu último párrafo sobre esas brumas más humanas, digamos, y que tanto han perseguido nuestro país (también los Balcanes) Vivir en la ciudad puede ser un mero ejercicio de transcurso de horas y quehaceres, pero también un ejercicio crítico y sugerente respecto a aquellos elementos que no nos gustan y las demás medidas concretas que se aplican desde las administraciones y no siempre son muy acertadas. Nunca fue perfecta la ciudad, en ningún tiempo ni cultura. Nuestra mirada, creo, más que fugaz es limitada: no siempre descubre, no siempre propone, no siempre sabe ver, pero peor sería no ejercitar la mirada.

      Salud y buen paseo urbano (malgré...) Del gregal, muy propio del Oriente mediterráneo español, ya me contarás otro día.

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  4. Las ciudades cambian con el tiempo, pero también nosotros cambiamos y percibimos sus calles y parques de manera muy diferente a cuando éramos niños o adolescentes o cuando nuestra ocupación es distinta a la de otros. Es algo variable. Lo que algunos geógrafos llaman la perspectiva subjetiva que los individuos tenemos de dicho espacio. Por eso se habla de la geografía de la percepción y también de la geografía emocional: según percibamos el fenómeno urbano, así será nuestro comportamiento. Hay gente que ve su entorno como una enorme papelera y lo deja todo lleno de desperdicios.
    Un saludo, Fackel.

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    1. Relación causa a efecto entre ciudades y ciudadanos. Nos cambian y las cambiamos, ¿no? En la infancia valorábamos más los parques que ahora (algunos hemos vuelto a valorarlos) o simplemente el espacio cercano, juguetón, donde nos dejaban estar. Muy interesante eso de las geografías de la percepción y de la emocional, que en un individuo convergen con asombrosa facilidad, sobre todo si se dispone de tiempo libre y el ojo solitario es sobre todo conciencia. Sobre el vándalo o incívico, bueno, es un tema que me enerva y más extendido de lo que nos creemos, y está muy en boga pensar que no tenemos que tener una actitud de cuidado personal, que para eso están los servicios (basureros, recogidas, municipales, etc.) Pensar que porque se pagan servicios útiles uno se libera de su corresponsabilidad y cuidado, es uno de esos enviciamientos de nuevos ricos que cunden en España. Gracias, Cayetano.

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  5. Efectivamente, la ciudad de Sarajevo ha quedado marcada por la incisión despiadada de la guerra, cuyas huellas a pesar de una restauración de casi un 90% siguen ahí presentes. Esa curva del Miljacka es extraordinaria, sobre todo en invierno, con niebla y nieve, con ese misterio tan único que tiene el invierno en los Balcanes. En esa curva el río entra a la ciudad, después de bajar silencioso por la montaña. Sarajevo no tendría esa luz y esa la belleza sin el Miljacka, serpiente luminosa que la cruza completa hasta perderse vaya uno a saber dónde. Tiene razón Naida, para qué volver a los estigmas y a las ruindades de un pasado reciente sangrío. Como pueblo cobocen sus pulsos y límites, sus odios ancestrales que cada tiempo los codenan a guerras brutales, han pasado más de veinte años, ya nos queda poco para iniciar otra contienda, dicen carcomidos por la tristeza. Disfrutemos de la niebla y la nieve, de este río testigo de amores y muertes.
    Un saludo, muchas gracias por tejer una memoria noble de la misteriosa Sarajevo.

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    1. Es que las fotografías se lo merecen, establecen un vínculo con quien las visualiza. Supongo que Sarajevo, como otras ciudades que son atravesadas por ríos, saben muchos de una historia torturada por los conflictos y desavenencias. Pienso en el Drina y en aquella fabulosa, fastuosa, novela de Ivo Andric, que animo a quien lea esto a que la conozca. Conocerá historia de una zona poco conocida por nosotros pero también sabrá del individuos, de la lucha tenaz entre los miembros de las culturas, de la naturaleza humana, en fin. Gracias, Inés.

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  6. Lujazo tener de comentarista a la autora de las fotografías. Gracias a ambos.
    Adriana

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    1. Pues sí. así los puntos de vista se amplían. Gracias a ti.

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  7. Interesante y estupendo texto acompañado de una foto que "le sienta" muy bien. Maridaje.
    La ciudad es un espacio humanizado, nosotros la creamos y la vamos transformando. Hay ciudades inhabitables y oscuras y otras "de postal", como podría decirse. edificios, centros históricos, áreas comerciales o polígonos industriales, todas tienen una historia que contar, trágicas algunas y lo contrario otras.
    Lo que sí que abunda son esas ciudades dónde los turistas expulsan a los habitantes que han venido configurando la personalidad del espacio habitado... un terrible horror.
    Saludos

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    1. Que es un espacio humano, sin duda; lo fue desde los orígenes en el Próximo Oriente. Que es a veces un espacio más humanizado y otras más deshumanizado es algo que se discute siempre. Ya vamos viendo a estas alturas en qué han devenido las ciudades, cuáles son sus lacras y cuáles sus beneficios. Hay que mirarlas desde todos los ángulos y no tratarlas con desdén. Es verdad que hay "postales", pero esas mismas ciudades de postal tienen extramuros, cinturones industriales, barrios deprimidos, etc. Bueno, las ciudades pequeñas que apenas se han sumado o en baja medida a la industrialización sufren menos las desigualdades y en España hay muchas todavía que venden su postal. Lo de la polémica presente turistas versus indígenas es de difícil solución; pienso en Venecia, Barcelona, Praga incluso. Los turistas dejan dineros, más o menos es otra cosa, pero todo suma, que se dice ahora, y a ver quién pone el cascabel al gato y renuncia privarse de ingresos. Cosas veredes, Ginebra.

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  8. Ciudad brumosa imposible de borrar tanto más cuando los orígenes marcan.
    Ciertamente comprendo a Naida, que sienta la necesidad de parar en silencio ante esa bruma.

    Saludos.

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    1. Y todo lo que oculta o revela o perturba esa bruma. Nieblas más densas hay en la historia y en las mentes de los hombres. Saludo.

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  9. Muy buen post.
    Enhorabuena!
    Besos al alma.

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  10. Todo depende de nuestra propia percepción, que, obviamente, está condicionada por nuestras ganas y nuestras culpas.
    Un abrazo

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    1. Curioso eso que dices: condicionados por ganas y culpas...a veces falsas inculpaciones que desgraciadamente hemos introvertido hasta convertirlas en culpas dolorosas. Hay que purificarse de ellas, para eso están el lenguaje y el razonamiento. Buen paseo.

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  11. Me gusta mucho cómo escribes, queridísimo Fackel. Me haces pensar, indagar y curiosear; despiertas muchos intereses en mi Eva ratón de biblioteca.

    La ciudad se puede observar desde puntos de vista únicos e infinitos; se puede vivir desde sensibilidades distintas y momentos distintos...

    ¿El asesinato al que se refiere es el de los archiduques en Sarajevo de 1914?

    Gracias por compartir ese lenguaje tuyo tan estupendo, esa redacción magnífica y cultura.

    Eres un lujo en el mundo de los blogs.

    Un beso admirador.

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    1. Sí, a aquel suceso se refiere; pero en capítulos anteriores lo que más presente se tiene es el último conflicto, el de los 90, una guerra civil, en que pretensiones hegemónicas, choques de minorías y religiones alimentaron (aún se sigue alimentando) de manera cruzada los odios hasta extremos de matanzas despiadadas. Y solo hace de eso veinte y pocos años. Te recomiendo un vistazo a la historia reciente si no supiste de ello. Las fotografías que aquí he publicado sobre cementerios inmersos en diversas zonas de la ciudad da idea de la barbarie.

      Por lo demás, solo agradecerte que te lo pases bien por esta ámbito fackeliano. Salud y perspectiva.

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  12. Leí recientemente Un puente sobre el Drina de Ivo Andric, que también sucede a un centenar de kilómetros de Sarajevo. El libro, espléndido, es un recorrido por la historia del puente, construido por los turcos en el siglo XVI, y su evolución a lo largo de la historia de los Balcanes hasta el estallido de la Gran Guerra en 1914. Este libro me hizo pensar mucho y desear recorrer los Balcanes en cuanto pueda. Hasta ahora solo he estado en Bulgaria. Creo que fue Churchill quien dijo que los Balcanes tenían tanta historia que eran incapaces de asimilarla o digerirla.

    Yo amo también la bruma, lo que se escapa del recorrido turístico, pero es necesario mucho tiempo para descubrirlo, más allá de los periplos típicos cuando uno es turista. Saludos.

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    1. Yo también guardo buen recuerdo de la novela de Andric, un Premio Nobel no muy conocido por los lectores españoles, aunque en los últimos años se han reeditado varias obras suyas y otras que nunca se habían publicado. Naturalmente que los Balcanes tienen mucha historia, tanta que cuando las últimas guerras a varias bandas creo que no lo entendimos nadie por aquí. Quién sabe si algún día la Unión Europea es algo más que lo de ahora y agrupa a más naciones, en aras de superar etnocentrismos y nacionalismos varios, quién sabe si por fin no sabremos más los unos de los otros. Pero qué digo. ¿Cuánto sabemos los españoles de nuestro pasado histórico? Lo resumo: CERO. Lo que sabemos de nuestra historia es una débil sucesión, y mal ilustrada y peor situada, de tópicos. Seguro que lo sabes bien, no solo o no tanto por tus alumnos como por los padres de los alumnos. A mí me da suma vergüenza. Disculpa esta deriva-desahogo. Saludo.

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  13. Dentro de una ciudad habita otra ciudad y el pasadizo que une a esas dos ciudades es la bruma, la niebla, la mirada asombrada de una infancia sin edad. Las piedras contienen muchos secretos, los edificios han sido testigos mudos de muchos pasajes de la historia individual y colectiva.

    Hay mucho misterio más allá de lo que las guías turísticas cuentan de un lugar. Quizá porque lo importante de un lugar no son sus lugares visibles emblemáticos sino aquellos otros que gritan y escuchan desde la sombra.

    Abrazos

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    1. Totalmente de acuerdo. Qué bien y significativamente lo has expresado. Tal vez por eso cuando viajo a lugares de aquí o de allá no me gusta informarme de las guías turísticas, salvo para detalles técnicos de apertura de edificios, y sí recorrer las calles y si puedo y me entiendo hablar con gente. Naturalmente que hay misterios, pero como la mayoría lo siguen siendo ello espolea nuestra imaginación. El relato de Naida y Sarajevo va de alguna manera por ahí, pero hay mucho más.

      Tu comment es literatura pura, además de precisa.

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