lunes, 4 de marzo de 2019

Naxos. Buscando la belleza















" - Era usted una mujer muy guapa.
  - La belleza..., usted ya sabe...-se encoge de hombros-. La vejez causa estragos. Hay que habérselas con ella y es insoportable. Al final está la muerte, que es la única justicia, por otro lado".

Franck Maubert, La última modelo


¿Perdido en tus pensamientos, Naxos? ¿O presa de tus tentaciones? Ikaria, la chica de las flores, siempre aparece en los ratos de soledad del muchacho. Naxos responde como si lo hiciera solo para sí mismo. Vine por romper con la confusión. Me aparté de mis compañeros porque la pitonisa me hablaba y, cómo no reconocerlo, me seducía. ¿O es lo mismo? ¿No es la palabra del otro la que nos cautiva más allá de la esplendidez de los cuerpos? Me quedé porque os descubrí a todos vosotros. ¿Habíais sobrevivido los mejores o solo os eligió el azar? Quién sabe, y cuando habla Ikaria parece tan madura como transformada. Los riesgos extremos cambian a las personas. No por principios morales, que algunos dirían, sino por simple reacción de supervivencia. O eres mejor o no levantas cabeza. O te estrechas con el vecino o no hay garantía de seguir adelante. O la gente se propone afrontar esfuerzos, decididos de la mejor manera, o no hay obra nueva, es decir futuro. ¿Crees que los dioses van a levantar la vida hundida de los individuos? ¿Crees que las musas van a inspirar con sus artes los cambios necesarios en lo más hondo de nuestras necesidades? Ni siquiera la exaltación de la belleza, en nombre de la cual se alzaban antes estatuas y cánticos, y a la que todos nosotros nos entregábamos, proporciona ya un ápice de esperanza. También a la belleza hay que edificarla nuevamente. De ella no se vive. Naxos mira a la joven Ikaria. No he sabido de la belleza hasta llegar a esta ciudad, le replica. La joven sonríe. No has llegado en el mejor momento. O acaso sí, tal vez ahora puedes percibir en el resurgir de la vieja ciudad lo que merece la pena. La actitud humilde del vencido. La generosidad de los que comparten. El alma abierta a los que, como tú, llegan sin exigencias. La opción de abandonar lo inservible y sobrante, y prestar atención a lo que es meramente imprescindible. ¿No hay suficiente belleza en todo esto? Sé que al contemplar las ruinas, aún altivas, tratas de intuir la belleza de lo que estuvo construido. Y que cuando contemplas a nuestros hombres y a nuestras mujeres jóvenes te tienta la idea de reducir la imagen de la belleza a sus cuerpos. Pero quien habla entonces por ti no es el razonamiento, sino el deseo. Todo lo que me dices ya lo sé, dice Naxos. Pero me viene bien escucharlo. Y me sorprende aún más que este discurso venga de ti. ¿Sabes, Ikaria? Me pareces una mujer sin edad. O con una edad que no avanza ni retrocede. Tan pronto me resultas ingenua como sabia. Tan distante como íntima. Tan liviana como cargada de dones. Acaso soy la belleza personificada, le interrumpe la joven con risas. La anciana Kea, mi abuela, fue en su juventud una mujer a la que los poetas llamaban diosa. Ella cuenta que llegó a ser modelo de un escultor que tuvo que irse de aquí porque llegó un momento en que no distinguía entre la escultura que hacía y la mujer de carne que posaba. ¿Terminó la obra?, pregunta Naxos. Dicen que estuvo a punto de acabarla, pero que pocos llegaron a verla y nunca se supo dónde fue a parar. Que si se embarcó secretamente en una nave, que si fue destruida a golpe de mazo por el mismo artista. O acaso se encuentra escondida en alguna parte para disfrute de otras generaciones o de los extranjeros que sigan llegando a nuestra ciudad. La belleza tiene fin, Naxos. Y, en ocasiones, se le niega el tiempo justo de manifestarse. Yo creo que hay que disfrutar de la belleza mientras se nos brinda, salta  Naxos en un acceso extremadamente juvenil. ¿Tú lo haces?, y a Ikaria le ha faltado tiempo para interpelarlo. No llames belleza a lo primero que se te ofrece a la mirada, para que su caducidad no salte a tus ojos anticipadamente. Ni trates de atraparla como si fuera un animal al que hay que cazar. Ni alardees de poseerla, porque la verdadera belleza es siempre rebelde y no se deja capturar fácilmente. Mira y espera siempre a que entre tú y el objeto bello tenga lugar un diálogo sincero. Acaso de esa manera la belleza no se aje nunca.




(Fotografía de Ata Kandó)


18 comentarios:

  1. Es cierto que hay cánones en los que uno se basa, pero no es menos cierto que hay ciertos rasgos, que sin ser los que mandan estos cánones, y que no están ni especificados, ni cuantificados, ni medidos, y que incluso son desproporcionados, hacen resaltar a un individuo.

    Al final la belleza está en la mirada de quien realiza la observación y no en el poseedor/a de la misma.
    salut

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    1. O acaso en la relación que se establece entre el sujeto y el objeto, en ambas direcciones. La belleza es un concepto cultural de largo viaje y dinámica cambiante.

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  2. Un tema muy bien desarrollado. Dispongo de numerosas experiencias al respecto y una enorme frustración al comprobar la banalidad mundana, genética mediante, en la que me tocó vivir porque desde bien pequeña observé que nadie valoraba la belleza de la inteligencia y su materialización en bonhomia coherente.
    Toda una vida de lucha al respecto porque la belleza mundana me engañó de las más diversas maneras.
    Finalmente alcancé la satisfacción de conseguír valorar la armonía de cualquier cuestión porque a mi parecer no existe belleza sin armonía natural , está a su vez dotada de múltitud de combinaciones. Todo muy impersonal y a su vez deliciosamente definitorio.

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    1. Los conceptos sobre la belleza que ha habido en este país han sido bastante desafortunados. Imperó el tópico, la impronta religiosa, las categorías universitarias caducas. La belleza como término absoluto es un escape verbal. Su concreción en un más allá de la apariencia es lo que me interesa.

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  3. La belleza, en cualquiera de sus manifestaciones, produce un deslumbramiento inicial que se desvanece cuanto más nos exponemos a ella. Los sentidos también se saturan y acabamos por no inmutarnos. La belleza es un instante, un fulgor que nos arroba y desaparece al poco de sentirlo. Intentar repetir esa emoción tiene sentido si profundizamos en el conocimiento de la cosa, de lo bello y, entonces sí, surge otra emoción más fuerte e inalterable.

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    1. Un flash, sin duda, que luego acogemos durante un tiempo y compartimos con leyes generales imperantes en la ideología social, pero siempre tan imprecisas y a veces injustas. Por cierto, ¿qué es de la belleza sin nuestra dosis de imaginación y no solo de deseo insatisfecho?

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  4. La belleza es algo evanescente. Está no en el objeto o el ser contemplado sino en los ojos del que lo mira de una forma especial.
    Saludos, Fackel.

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    1. Me gusta esa idea. Recuerdo que una vez puse en movimiento una serie de ideas al respecto:

      http://tulaevanescente.blogspot.com/

      No me cabe duda, y ahora me lo has recordado, que mi empeño en ver lo sorprendente o lo improvisado o lo que me llenaba de perplejidad o lo pequeño simplemente como algo bello me interesaba, me abstraía. Saludo.

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  5. La belleza es fugaz y se nos presenta fragmentada. Pasa como una exhalación, como Beatrice o como la mujer que pasa delante Baudelaire, o como el ángel delante de Rilke.
    La belleza es un ángel terrible que petrifica con la mirada.
    Sí. Quizás esta piedra sea la clave del arco que sostiene el edificio del romanticismo. Los clásicos, sin embargo, también temían aquella mirada, aunque se valían del número para contrarrestar el efecto petrificador.
    En cualquier caso, ya sean fragmentos o exhalaciones, ya sea la belleza un ángel o un demonio, nos petrifique o no, el caso es que se trata de un concepto que adquiere mil formas según la cultura. Es la excelencia formal de la civilización.
    Abrazos
    Francesc Cornadó

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    1. Yo diría que es la verdadera aspiración de las sociedades humanas, sea cual sea su cultura. Más aspiración e invocación que el mundo de mitos, dioses o representaciones de perfección que se han inventado en las diferentes culturas. Tanto que la Belleza conceptual se funde en/con lo que llamamos Arte, que posee la doble herramienta técnica/expresión para tratar de aquilatar el concepto difuso y genérico de Belleza. Tiene además un cierto carácter transformador en el interior del individuo, que le lleva a descubrir con sus ojos múltiples lo que de incentivo hay en lo bello. El error romántico es pretender capturar la belleza como si pudiera ser fijada, y eso sirve igual para cualquier ideología que pretenda establecer cánones. Cada cultura, tiempo y ciclos de representación del mundo tiene sus sistema de relativa perfección de la expresión de la Belleza, en cualquiera de las artes, salvo en la Política o la Moral,o si de vez en cuando hay algo de belleza en estas resulta aún más efímera e incorporal. Siempre me he preguntado: cuando un individuo de cualquier sociedad y cultura contempla la escultura de un dios o una arquitectura para ennoblecer sus ideas o evocar a sus deidades, ¿a qué rinde culto sino a la belleza representada? Y eso sirve incluso para el Barroco trentino, con toda su carga mortífera. Pero, oh, mitología de la Belleza, también este concepto se manipula para que las mentes humanas sigan los dictados de los clanes y castas que han pagado las obras llamadas bellas.

      Un abrazo.

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  6. La belleza está en la mirada de quien mira, diga le espejo lo que diga, sin embargo hay objetos, y pienso en la máscara de Tutankamon, o el La Piedad de Miguel Angel, y observo que hay belleza incuestionable, para cualquier mirada. Son objetos de eterna belleza. Los humanos encontramos belleza en la simetría, pero una sonrisa amplia nos permite considerar bella a la persona que la tiene.

    La verdad es que todos somos bellos, a nuestra peculiar manera. Un abrazo y feliz martes

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    1. Lo que no sé es si esa mirada es universal en el caso de la máscara del faraón o en la Pietá, pienso en gentes de lejana Asia o de África que no conocen de cerca la cultura occidental o del próximo Oriente. La globalización cultural también homogeneiza, eso sí. La simetría es una búsqueda imposible, porque todos vamos sabiendo que los cuerpos son asimétricos, pero sí, nos suele atrapar, lo cual no quiere decir que no haya belleza en lo asimétrico o disimétrico o abstracto.

      Esa frase final es muy alentadora, Albada, me la apunto para sobrellevar el día. Gracias, un abrazo.

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  7. Encuentros que la vida regala sin embalajes. Adriana

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    1. Esos pueden ser los mejores encuentros, Adriana. Libres de envoltorios se descubre la belleza íntima.

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  8. El juego de Artemio con sus textos, ¡qué pasada!. Con la curva, ahora entiendo el relato de un sueño paralizante que me sorprendió en su momento.
    Lástima que no publique y poder leer del tirón porque es usted muy bueno.

    Adriana

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    1. Agradezco, Adriana, que me recuerde ambos blogs y si le han sorprendido en algo pues me alegro. De paso caigo que debería volver a activarlos. La evanescente tiene un hilo conductor especial, basado en las imágenes y su percepción. Pero como uno escribe a golpe de instinto, y no me preocupa otra cosa sino sentir la sangre que bulle dentro de mí, necesito escuchar la llamada -nada de mística, oiga- de un objeto, y yo llamo también objeto al sujeto, para romper aguas con alguna otra motivación expresiva. Ha sido usted estimuladora.

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  9. Lo peor que puede pasarle a la belleza es que se la ignore...

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    1. En efecto. Y como concepto humano que es los frustrados siempre seremos nosotros.

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