domingo, 2 de septiembre de 2018

Rincones. Monólogo del orate

















Una voz: bien podría decirse que has vivido lo soñado. También lo que nunca llegaste a sospechar que vivirías. La misma voz, insistiendo: tal vez ahora los sueños te devuelvan realidades oscuramente vividas. El orate responde: pero la pérdida acecha, siempre la pérdida. ¿Cuánto ha durado cada espacio que hemos ocupado, cada conocimiento que nos hemos esforzado en retener, cada afecto que nos hacía tocar el cielo, cada vigor corporal que nos invitaba a considerarnos eternos, cada mirada con la que descubríamos los días? Las pérdidas, siempre las pérdidas. ¿Es que no hay otro modo de conciencia más claro y sincero? Aquella voz de nuevo, socarrona, alejándose: no te quejes, puesto que eres rico en posesiones imaginativas, y admite que no hay mayor riqueza que ser propietario y administrador de tus pérdidas.



(Pieter Bruegel, grabado)


9 comentarios:

  1. La vida como un juego de cartas! Unas mejores otras peores y el arte para jugar la partida. Unos parten con tres ases quizá desconectados, otros con comodines pero sin ases o quizás con alguno. No conozco mejor partida que administrar el arte de la oportunidad frecuente, más nunca jugar a las cartas, sus reglas estresan, bastante con el jueguecito de la vida!

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    1. Incluso los tahúres calculan la oportunidad frecuente, en base a la observación de lo que hacen los otros jugadores. Pero ¿quién hay ganador o perdedor en esta vida en términos absolutos? Cierto que como dice el dicho unos nacen con estrella y otros estrellados, pero el abanico de cambio de suertes acecha a cada perro quisqui. ¿Hay algo más estresante que el devenir de nuestros peculiares naipes, fabricados a la carta por nosotros y nuestras circunstancias?

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  2. ¿Seguro que todos saben jugar a las cartas ?

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    1. No. Pero todos nos vemos arrastrados a jugar la partida, aunque no queramos ni nos guste.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. Es que debajo del humus no está la playa, sino el fuego.

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  4. De lo único que somos dueños... de nuestras pérdidas. Muy cierto

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    1. Uno va llegando a ciertas conclusiones. Y en esta en todas sus acepciones y contenidos.

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  5. Una vez soñé que que estaba tumbada en una cama junto a un chico de treinta años, mi hermano, y mi sensación de llegar a hacer el amor con él era enormemente placentera por tratarse de algo prohibido. (Jamás tuve un hermano)

    Te regalo ese sueño, Pequeño Fackel. Por favor, guárdalo en privado.

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