IMPÁVIDA transgresión del aire. ¿De qué lado estás tú? ¿Del perfume de los jardines babilónicos o del hedor de las cochineras de aldea? El viento que traslada los aromas y aguza el sonido de las voces te apuñala en vertical y divide tu cuerpo. Ocultas las heridas. Las vestales salen a recibirte. Los guerreros rinden sus lanzas a tu paso. Los cónsules te ofrecen la toga y el laurel. No siendo tú nadie, ¿por qué se deshacen en símbolos de la concordia? No viendo en ti signo alguno de sometimiento, ¿por qué te temen? ¿Admiran en tu porte despojado al humilde aventurero que expande cantos armoniosos y relata historias de otras regiones del orbe? Han oído que vienes de otras orillas. La mirada que ellos perciben de ti no sobrepasa su altura. No entras en su tierra dispuesto a apoderarte de sus bienes ni de sus pobladores. Necesitan al desconocido porque en su confusión te reconocen como hijo de Eolo.
...solo ante el hombre me comprendo y mido mi altura por su altura...
ResponderEliminarÁngela Figuera.
Bonito (y hondo) verso (y llano) de la poeta.
EliminarUn sueño de la razón que no siempre produce monstruos.
ResponderEliminarLos monstruos no vienen por la Razón , sino por la resistencia a la razón.
EliminarNada más decir después de esos versos citados por Anónimo 😊
ResponderEliminarY Ángela sabía de qué hablaba.
EliminarCon sus textos se piensa, con los comentarios se re-piensa y consigue expandir aún más sus bellos cantos armoniosos.
EliminarEntradas y comments se complementan. El diálogo es como el viento: expande y recoge oxígeno, inhala aromas externos y perfuma con los propios que a su vez es producto del metabolismo del lenguaje y del pensamiento. Es bonito además porque creo que nos respetamos todos los que intervenimos y además nos hace estar en movimiento continuo.
EliminarAcabo de ponerme una holgada toga negra colocándome con cuidado el pelo fuera de la misma. Mientras, un nervioso colega me mira burlonamente tocándose acompasadamente el mondongo. Dudo que se haya preparado el tema mejor que yo. Deseo ponerle contra las cuerdas.
ResponderEliminarA veces hay que estar en ambos lados para comprender las cosas.
ResponderEliminar¡Y cuántas veces no pasamos en la vida de una orilla a otra! (A veces también caemos al río o incluso nos arrastra la corriente...)
EliminarÁngela Figuera, alias «Protágoras».
ResponderEliminarAh.
EliminarNostalgia de esos aromas de jardines babilónicos de los que escribes, también de jazmines en el pelo. Me conformo con fluir y resguardarme del viento que trae el Poder.
ResponderEliminarQuien más o quien menos hemos tenido (acaso algunos aún los tenéis, si bien no tan mágicos) un jardín o un patio o trecho abierto ajardinado donde las dimensiones se proyectaban, la flora se convertía en bosque y las fragancias nocturnas nos proporcionaban un elemento indescifrable que ahora, muchas décadas después, se revelan que estaban allí para esto: para recordarlo todo.
EliminarEl viento del Poder siempre sopla sobre el ciudadano, ¿es más peligroso cuando se escucha su fragor o cuando aparenta reposo? No sabría decirte.Tiempos imprecisos y difíciles los que se avecinan.
Yo no tengo jardines. Pero tengo una torre desde donde se avista el océano.
ResponderEliminar¿Y por las noches la Cruz del Sur?
Eliminar¡Oh!
Eliminar¿Asombro, pena o alegría? (Por seguir a la RAE)
EliminarNo necesariamente comparto criterios con la RAE. Lo que mi ¡oh! insinuaba anoche era algo así como: "Gracias, caballero. Adoro la magia de mis querencias. Espléndidos sueños voy a tener".
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