jueves, 10 de mayo de 2018

Deriva de las presencias






















UN TEMBLOR te invade de golpe al encontrar a la vuelta de la esquina una ausencia rehabilitada. Las ausencias duermen dentro de nosotros. Sin saber por qué se las rescata de su sueño, del nuestro, y nos cogen de la mano. ¿A dónde nos llevan? ¿Al instante que fue o a la situación que quedó pendiente? Antiguas presencias que no han perdido su imagen, ni su vigor, ni su sensorialidad. ¿Qué tememos realmente? Acaso que ellas no hayan cambiado su tez y nosotros sí. O que dispongan aún de una energía que permite que se conserven enteras. O que sus sentidos sigan receptivos y a la vez entregados, mientras nosotros nos hundimos en la carencia. Acepta ese temblor. Sea cual sea la vuelta que se te depare. Entrégate a su sacudida. Por un instante vibra y no lamentes. Sigues siendo el mismo que una vez -cuando estaban tan próximas ellas- te diste a conocer. Aquellas presencias reveladas tienen memoria. No solo pueden condescender contigo como en los mejores tiempos. También pueden saldar la deuda que no osaron compensar en su momento. Tiembla si quieres, la sorpresa es instintiva. Pero no niegues.



(Eric Kellerman fotografía)


14 comentarios:

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    1. En todo fracaso hay conocimiento, ergo aprendizaje. Cuestión de nombrar los conceptos de forma que se exorcicen.

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  2. Quien habite tu casa tras de ti la sentirá poblada de cientos de duendes que no le dejarán dormir. Tu fuerza y talento como escritor seguirá flotando en ectoplasma por tu cocina, por tu comedor, por tu salón, por tu dormitorio y por tu habitación de vivir.

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    1. No imaginas el ruido que meten los duendes, Anónimo. Cuanto por aquí queda registrado debe ser producto de esos correpasillos incansables que no cesan.

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  3. Me ha llamado la atención ese juego de ausentes que se convierten en presentes, y es muy curioso porque los que parecen antónimos juegan un papel de acercamiento y aparición, como cuenta tu deriva, y es para pensar en ello. Sorprendido.

    Fermín.

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    1. Es que es así, Fermín. Ausentes y presentes intercambian sus roles constantemente, ni unos ni otros lo son de manera inalterable. Se adaptan, atrayéndose y repeliéndose, pero sin que jamás nos abandonen.

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  4. un escrito intenso y lleno de luz
    te dejo un abrazo desde Miami

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  5. Ay,admirado escritor!,cómo sabe poner palabras a esas ausencias que yo constantemente visualizo. Y no, no duermen, viven en mi con la misma cara en que dejaron de ser presencia.

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    1. Si mi palabrería sirve para visualizar algo, me alegro. Mire, eso de si ausencias y presencias duermen o no es elección de cada cual. Ya sabe que uno no puede, ni debe, corregir las percepciones que tenga el otro. Esto vale tanto para dos individuos ajenos como para los dos propios que llevamos, dentro, sospecho. Lo importante es tener claro que nuestra íntima convivencia siempre es dual.

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  6. Con paso lobuno y peores intenciones me acerco de nuevo. ¿Recuerdas una ocasión en la que escribí "MI BOCA" e interpretaste sí sé qué? ¿Me perdonarías esta tierna procacidad si ahora  escribiera: "Su piel. En cuanto se descuida un poco se ve"? Ya sé, ya sé..., impertinencia y osadía otra vez. En adelante asepsia  absoluta en mis palabras. Me apuesto mil millones a que no volveré a caer en tan inicua tentación. Prepárate para perder, cachorro. Te aseguro que aprenderé. Pero déjame que continúe por aquí. No me impidas volver.

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    1. Los textos y las imágenes tienen que sugerir, es su razón de ser, entre otras razones, así que ¿quién soy yo para prohibir sugerencias, por muy procaces que pretendan ser?

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  7. Nos invade un temblor, la realidad acecha antes de la duermevela y después de ella, los sueños son oscuros. Las ausencias o los desiertos de piedras disgregadas intentan proferir un silencio elocuente. Esperaremos el alba, quizás aparecerán nuevas máscaras al amanecer.
    No niego, si en algo confío es en la acción.
    Abrazos
    Francesc Cornadó

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    1. La acción sufre acecho y asedio en el mundo de los sueños y en el de los temores y fantasías que nos surgen despiertos, no dando tiempo al tiempo, valorando en exceso a personajes que dan pánico, o no teniéndoles en consideración suficiente. Pero las ausencias y presencias las entendían muy bien los romanos divinizándolas y dándolas aquellos nombres de manes. Disto de sacralizar nada, pero doy testimonio de que el juego de los ausentes se hacen presencia con harta y familiar frecuencia. Puede ser útil y no hay que temerlos, son nuestros cómplices para ayudarnos a comprender tantas cosas que se nos escapan...

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