sábado, 30 de diciembre de 2017

En el penúltimo día del año, sale de uno la mitad que se indigna















Había pensado hacer en el penúltimo día de 2017 una lista de objetos de indignación, ya saben esas cosas inútiles que se ponen en los aparadores de la conciencia, a los que algunos denominan obsoletas, otros utópicas, los más inservibles y casi todo el mundo llama inalcanzables, cosas que flotan acaso desde perdidos años de la vida, y no hablo de recuerdos, no, aunque la memoria actúe como conspiradora de aspiraciones fallidas, hablo de situaciones peculiares que rechinan a la racionalidad y hieren al sentido de la convivencia, unas antiguas pero no resueltas y otras actuales y que no llevan camino de resolverse, tampoco hablo de la edad y los achaques, algo sobre lo que uno va aprendiendo a colocar con atención y cuidado en esos vasares móviles del día a día hacia la edad provecta, y es por eso que me da en pensar en capítulos no excesivamente lejanos sobre los que cuesta aceptar su inclemencia, o, mejor dicho, la desafección y el olvido de los humanos de este país para con sus antecesores de hace ochenta años que aún yacen ignotos bajo la tierra no elegida por ellos, víctimas en su momento de la mano alevosa y sangrienta, y perjudicados en el presente todavía por el desinterés, no solo por rescatar sus cuerpos o poner nombres y edades y estado, sino porque al no reconocer la deuda pendiente con ellos estamos también ignorando o, mejor dicho, despreciando el conocimiento de nuestra propia historia, y junto a ese objeto que no acabamos de colocar en los anaqueles de la bondad colectiva y en el de la gratitud hay otro objeto del presente respecto al cual nos estamos comportando como bestias sin principios, y que no hablen luego de la cultura de Occidente y de la evolución cultural del país, porque es papel mojado y a la hora de la verdad no queremos saber nada con los que llegan de mundos de donde se les ha desterrado forzosamente, ni siquiera cumpliendo los acuerdos de instancias supranacionales, y en el desdén por los migrantes  -horrorosa y aséptica palabra que se cita a diario en los medios-  se dibuja el fantasma de lo que en un momento dado puede ser también el desdén y la despreocupación por los que siendo de aquí de toda la vida empezarán a situarse en terrenos de penuria, porque lo que impulsa la pobreza late a nuestro lado y no nos queremos enterar, y he aquí que podría poner más cacharros en las baldas de ese mueble al que podríamos denominar el Yo responsable, pero apenas quiero sino tener bien visibles dos cuestiones irresolubles hasta la fecha, una en lo que respecta a los muertos de nuestras barbaries no tan lejanas, otra en lo tocante a los vivos que llegan o quieren llegar de países de maltrato absoluto o de pérdida de su propio suelo o de la carencia de un futuro, y no aceptamos, y así el penúltimo día del año se convertirá en el primero del que viene y dudo mucho que dentro de un año uno pueda escribir algo menos desalentador, he elegido, pues, quedarme corto en citar objetos, que no son precisamente menos importantes por lo que ambos tienen de cuestionar a la sociedad española su supuesta integridad moral. 



(Fotografía de esqueletos de fusilados en Navarra en 1936 y rescatados de una sima de la sierra de Aralar)


8 comentarios:

  1. Sólo me queda desearte que tengas un buen año.
    Salut

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    1. Eso espero y deseo también para ti. Bueno, aún queda el San Silvestre Day.

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  2. Alevosos de entonces y alevosos de ahora parecen encontrarse y aliarse en un destino común para impedir la justicia.

    https://www.es.amnesty.org/justicia/antonio-narvaez?pk_campaign=anunggl_visual&pk_kwd=antonio_rmktg

    Fermín.

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    1. Vaya, no conocía esa información, menos mal que hay minorías, y no solo Amnistía Internacional, en poblaciones y ciudades que mantienen la llama y el clamor. Gracias.

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    1. Será una indignación que bullirá dentro de mí hasta el último día, salvo que se afronte de una vez el ejercicio de la justicia, visto que el de la caridad cristiana no existió jamás.

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  4. s.p.= sin palabras, que no servicio publico. El 18 + -. Salud y buen ánimo para el próximo nuevo año occidental.
    La caridad aún existe, afortunadamente, pero se oculta cuidadosamente. Me da que tendrá que ver con la inteligencia emocional instintiva, no con religión alguna, pues con dicha excusa se multiplican depredadores y por supuesto en mayor proporción víctimas.

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    1. Sin duda que la caridad como la compasión como la piedad existen como expresiones sencillamente humanas y solidarias, pero sin ser propiedad de quienes las han preconizado cuando más bien las manipulaban o simplemente respaldaban la mano de las ejecuciones, como es sabido. El que se porta con tales características positivas, a las que podemos llamar virtudes, no necesita exhibirse y menos pregonar. Dime de qué presumes y alardeas y te diré de qué careces, habría que responder a los fariseos. Todavía queda un día para decirnos lo de salud para el 18 + -

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