Queda tan lejos todo aquello. No digo cuántas décadas porque cuesta creerlo. Tiempos expectantes, ilusionados, de liturgias más relajadas y poco comerciales, cuando las fechas merecían su nombre, los rituales eran más auténticos y aunque la mentira prendiera en el sotobosque de aquella época, como siempre ha sido de rigor, a los infantes no nos afectaba. Sentirse querido y procurado para el descubrimiento por parte de los mayores inmediatos era un gran valor. Hoy, cuando uno siente el cuerpo más lacerado y oneroso, pienso en la levedad de uno de aquellos siete de julio de niñez. Pero no quiero hacer canto general, aun teniendo en cuenta la inocencia de lo no vivido todavía. Mucha gente lo estaba pasando mal. Otros no podrían ni pasarla. La fiesta nunca es inocua del todo, ni mucho menos. Pero si hay un paréntesis que justifique nuestra existencia como si fuera un tiempo de pureza ese tiempo es la infancia. Sin comprender aún tanto símbolo, gesto, celebración, regocijo o efemérides compartida, algo de lo que se iba viviendo y se disfrutaba como acontecimiento prendía en el cerebro que acabaría convirtiéndose en memoria al ser adulto años más tarde. Hoy nada es igual, ni por el forro. Los nombres no nombran lo mismo, las músicas suenan de otro modo, la masa anula a la tribu de entonces, la ceremonia de la carrera ante la bestia casi no existe, lo políticamente correcto, y lo otro, se impone desvirtuando el valor del pasado, y no tengo claro que la valoración de ahora sea más constructiva. Lo comercial arrasa y genera espectáculos nuevos. El de hoy no es el de mi infancia. A Hemingway, no más que un visitante slow de los de entonces, y a aquella familia de pieds noirs de Bayona que se pirraba cuando aún el turismo era reducido tampoco les habría gustado lo presente.
Una panda muy linda. Sobran palabras, baste con observar la posición espontánea de pies de los cuatro críos. Graciosísima la cara de malote del que se encuentra a tu lado.
ResponderEliminarPues sí, cada uno con una personalidad, juntos pero no revueltos.
Eliminarque celebran el siete de julio?
ResponderEliminarconcuerdo en lo de las celebraciones.
se vivían mas.
o quizás nosotros - niños - las vivíamos mas...
En el calendario católico un santo llamado Fermín, cuyo culto especial tiene lugar en una ciudad denominada Pamplona y se celebra a través de unas fiestas paganas llamadas Sanfermines. Tienen un recorrido de hace siglos, aunque con distintas características. La configuración más o menos actual de las mismas viene de mediados del siglo XIX. Si tienes interés viene información en internet:
Eliminarhttps://es.wikipedia.org/wiki/Sanfermines
La promoción turística y masiva de tal fiesta es más reciente y mucho tuvo que ver en ello, o eso dicen, una novela de Ernest Hemingway titulada "Fiesta":
http://www.latertuliadelagranja.com/sites/default/files/Hemingway,%20Ernest%20-%20Fiesta_0.pdf
Una información superficial que te proporciono. Gracias, F.
Todo se ve distinto desde la infancia. Generalmente más puro, sobre todo si se ha sido feliz.
ResponderEliminar=)
Aunque los aprendizajes duran toda la vida, los primigenios son puro asombro, sorpresa, descubrimiento, novedad. Y sí, cuando las luces pesan más que las sombras se es feliz. Ya de muy mayor se sabe que las sombras proporcionan más información y las luces del pasado no eran tan claras.
EliminarGracias, Neo.