...pero ante las reacciones de un sector de la población se impone también nuestro reconocimiento a ellos, esa parte de la ciudadanía que no quiere que el documento fundacional sea papel mojado, esa ciudadanía híbrida en su formación constante, esa ciudadanía que tantas veces calla pero que cuando habla nos recuerda a todos lo mejor del país, esa humanidad con luces y sombras, que se ha dejado manipular unas veces pero que se ha alzado otras para derribar presidentes, esa ciudadanía presa de la propia traducción de sus sueños, que no quiere respaldar con silencios las barbaries cometidas en su nombre en el pasado, que quiere estar despierta y vigilante, que no desea verse envuelta en la mentira institucional, que parece tener voluntad de encarar los problemas de modo menos expeditivo y bestial, no obstante las dudas que siempre genera el poder hasta ahora hegemónico de su Estado, hoy debemos maravillarnos, aunque el fenómeno resultara efímero, de estas conductas cívicas y antiautoritarias encabezadas fundamentalmente por mujeres...sí, soy un idealista y parece que quiero ver solo el lado luminoso de un país difícil, pero esa gente que sale a la calle, y ya sabemos que también en los USA se paga un precio por la expresión, merece nuestra admiración, no solo nuestra sorpresa...
EEUU también sufrió su terrible guerra civil, como nosotros , y la cuestión de la esclavitud fue una cortina de humo espesa eso si. Como siempre intereses y economía moviendo los hilos amen de manipulaciones abyectas de todo orden. Tiemblo ante la polarización de la naturaleza humana, su supuesto avance ofrece una contrapartida oscura, como de costumbre.
ResponderEliminarLucha por el control de los mercados y los monopolios en aquella guerra, obviamente. Cuando los asuntos se radicalizan y los pasos que dé la economía sentencian a sectores de la población el riesgo guerracivilista, de mayor o menor intensidad, está servido. USA no está al margen de esa posibilidad.
EliminarTrump ha empezado a apretar los botones de la guerra. Un loco con el poder en las manos. Las voces en todo el mundo se alzan. Se escuchan por todas partes, murmullos efímeros quizás pero algo es mejor que nada.
ResponderEliminarUn saludo
Estoy de acuerdo contigo en la primera parte. Cuando se entra como el elefante en la cacharrería cabe esperar destrozos. En la segunda, se alzan voces de disidentes de algunas partes pero no de gobiernos. Los gobiernos son muy diplomáticos y de momento apenas dicen ni mú. Entiendo que el tablero de ajedrez juega a partidas paralelas y arriesgadas, pero el posicionamiento de Trump y la no clara actitud de Europa -claro que ante un tipo elegido democráticamente, ¿qué podríamos hacer?- no augura nada bueno. Murmullos de momento que se agradecen, sí.
EliminarLa esperanza es la gente que no se deja engañar y reconoce la mentira envuelta en celofanes -al principio-. Necesitamos un sistema de gobierno con límites inmediatos, destitución al canto y otras responsabilidades, contra el abuso y la discrecionalidad del iluminado de turno. No sé si llegara ese día, mientras tanto tocará sufrir y padecer a los de siempre.
ResponderEliminarPero no solo la calidad, sino la cantidad es importante. Un número insuficiente, aunque agitador y ciertas ideas claras, es exhibido por el poder como signo de que hay libertades, aunque luego éstas se regateen. Dudo de que al electo de USA se le pare los pies, salvo que las protestas duren, se extiendan y crezcan. Estamos en general en Occidente en una fase de duda, de no saber/no querer, de no precipitarse, y es un arma de dos filos. Los movimientos que tienen lugar en las formaciones políticas son complejos pero significativos. Desde la descarada definición de los ultras que ansían llegue su momento, y nunca habían estado tan cerca desde 1945, hasta la insuficiencia de formaciones nuevas que no saben bien donde están ni siquiera si pueden, por mucho que alardeen de la primera persona del plural del presente de indicativo, pasando por la crisis con resultados ignotos en la socialdemocracia tradicional nadie parece hablar de ideas, de proyectos, de sistemas de gobiernos fiscalizados frente al poder omnímodo de las organizaciones de la economía. El pulso está siendo a alto nivel y a espaldas de los pueblos, las sociedades, los países, como se les quiera llamar, de los ciudadanos en definitiva.
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