miércoles, 14 de diciembre de 2016

Resulta que la verdadera Piedad era esto, en Alepo




¿De verdad alguien piensa que esta imagen es una perfomance? ¿De verdad que alguien cree que se sitúa en Guernica, Coventry, Dresde, Stalingrado o Berlín, por citar lugares que se citan como ejemplos de devastaciones totales de la Europa pura y casta? Devastaciones que no son las únicas, pero citar las de países africanos o asiáticos no sonaría y ya se sabe que lo que no suena no es noticia, según los cánones de los que fabrican las noticias. ¿De verdad que la imagen no representa Arte? Arte de la vida y de la muerte. Arte de los eternos vencidos, para quienes lo cromático se reduce a un solo color, el de la roja sangre. O el de las lágrimas, que son transparentes cuando son sinceras y negras cuando se trata del lloriqueo de cocodrilo de las autoridades occidentales. Aquí no hay Arte de exaltación teísta, pues ya se sabe que los dioses y los héroes no resuelven el eterno problema del dolor, por más que se hayan levantado imágenes que lo cantan para catequesis de las Iglesias, o palabras para perpetuación del resto de religiones monoteístas. Aquí hay otro Arte. Arte del horror y de la impiedad. La impiedad de unos ha generado la sufridora Piedad de otros, como es el caso. Resulta que después de tanta iconografía románica o gótica, de Van der Weyden o de Miguel Ángel, de Carracci o de Gregorio Fernández, la vera Pietà, la verdadera Piedad era esto. La de carne y hueso, la de la pérdida sin salvación y menos sin redención, la de la devastación de urbes, la de la impunidad de la mano negra que ha destruido vida. No tiene la belleza de las esculturas y los cuadros que subliman, y toda sublimación es también una ocultación, acontecimientos de dudosa existencia histórica. Aquí un padre, no una madre, sujeta al hijo muerto. No llevan vestiduras elegantes, sino de bazar chino. No aparecen limpios, están desastrados. Ni siquiera se sientan guardando formas. Es una Piedad sin compostura estética, así que no se recreen en el dúo. El verdadero dolor no tiene belleza. O la belleza reside precisamente en la compasión, en resistir y sobreponerse a la impotencia, en la reivindicación de la vida ante una muerte que no devolverá al hijo. 

La imagen se tomó hace un tiempo en Alepo, sobre una de las miles de situaciones que allí han vivido. Porque la ciudad ya no existe. Llevan solo cinco años y medio de guerra en Siria, se habla de 300.000 muertos, de 12 millones de personas sin hogar y de no sé cuántos miles de desplazados...Profesores de Historia del Arte, directores de museos, teólogos de lo inexistente, conserven las obras simbólicas de sus Piedades que, al fin y al cabo, son trabajos realizados por hombres y heredados por la Historia,  aunque no pasen de ser perfomances estáticas. Que hablan de otras dimensiones, aunque la dramaturgia que llevan incorporada se esfuerce en hacernos creer que el dolor auténtico está en ellas. Porque lo desdichadamente humano, y entiendan si quieren, es esto otro. ¿También diría Magritte sobre la fotografía de Alepo que esto no es una Piedad? Le daría la razón. No es una Piedad. Es la desgracia de la condición humana.





19 comentarios:

  1. Es de una tristeza infinita. El dolor no tiene belleza, sólo tiene verdad, una verdad cruel que nos recuerda la maldad del ser humano.
    Cómo podemos creer en unos o en otros, ni en los del más allá. Esto es secular, eterno. La más impía de las piedades. Esto no lo arregla ni Dios, es como tu dices "la desgracia de la condición humana"
    Abrazos
    Francesc Cornadó

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo precisas con tal exactitud que no puedo añadir nada. O sí, que hay que sacar lecciones de experiencias ajenas, aunque ya sabemos que no servirán para mucho. Somos unos mentecatos.

      Un abrazo.

      Eliminar
  2. La desgracia de la condición humana: de acuerdo, también de
    primates y más, pero nosotros los peores.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sin entrar en la etología de otras especies, algo que ignoro, los primates humanos no aprendemos las lecciones de la cultura que generamos. Parte de esa cultura es la destrucción y la muerte. No lo disfracemos solo de elementos bonitos y luminosos dignos de la estupidez de lás próximas fechas. Un engaño, hermana, un engaño.

      Eliminar
    2. Sabes que vivo con dos animales irracionales abandonados de cachorros en chungas condiciones, pesan entre 30 y 40 kg. y me condicionan la vida en gran manera, pero me agrada y consuela su presencia. Como especie tenemos lo que nos merecemos por imbéciles a pesar de todo lo que aparentemente hayamos avanzado pero me duele mucho cómo arrasamos con la vida inocente de todo género desde el humano hasta el "clorofílico" con nuestra ciega y egoista ignorancia.

      Eliminar
    3. El que critiquemos a los de nuestra especie no quiere decir que seamos maximalistas y defenestradores totales de nuestra propia condición, sino que hay que esforzarse en ser de otro modo en la medida de lo posible. Pero esto es moralismo, ya lo sé Deberíamos incorporar nombres y apellidos de la barbarie humana, y analizar los intereses que hay detrás de los conflictos, pero ya no sabe uno. Lo que hoy criticamos exacerbando sobre otros hombres y comportamientos puede que mañana seamos nosotros quienes obremos de análoga manera.

      Eliminar
  3. Vivimos todos los días en compañía de la más horrenda manipulación que existe: el uso del dolor y sufrimiento ajeno como arma mediática (política)
    La guerra de Siria es la infamia rentable -como otras guerras que hay en la actualidad más silenciadas, Sudán del sur, Yemen-para quienes los conflictos son un juego de reparto de áreas de influencia.
    No confío en que seamos capaces de superar las guerras mientras la gente común siga -sigamos-ciega y confiada con información suministrada por los canallas de turno.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ratifico tu criterio. Lo que no parecemos caer en la cuenta es que lo que sucede en otras partes puede darse aquí. Nada es lejano, ni en tiempo ni en espacio, cuando las ansias y los acontecimientos de dominio se alteran y no se libra nadie de los riesgos que se deduzcan de ello. Los conflictos, las persecuciones, las guerras, todo eso doloroso, está en nuestro caché de sociedad aparentemente pacífica. Recuerdo de niño que se me contaba que Líbano era la Suiza del Próximo Oriente, y ya ves cómo acabó. No hay un solo conflicto local, todos están mediatizados, inducidos, alentados por otros países o Estados o potencias o como se quiera llamar. La globalización militar y guerrera es tan antigua como Mesopotamia. Por eso no aguanto ni la ceguera ni la estupidez. Ya no creo en la información, verdadera desinformación. Y el espectáculo mediático ofrece lo que vende.

      Eliminar
  4. Cornadó ya lo ha escrito.
    Nada más que añadir.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, todo debate se queda corto. Un debate sobre una guerra es un debate sobre nuestra condición y, por lo que parece, por nuestra incapacidad para sobreponernos a ella. Vivir es SIEMPRE vivir en el caos. Luego está que el tiempo que se viva sea afortunado. Cada vez creo más en que no hay solución. Se descubra lo que se descubra, avancemos tecnológicamente lo que sea, el conflicto estará latente. Y de la posesión más amplia de bienes podemos pasar -naciones y continente enteros- a las más absoluta penuria. Tachadme de negativo pero a ver quién es el guapo que a estas alturas me convence de lo contrario. Carpe diem, hermano, que llegará un malvado en cualquier momento y te joderá la vida.

      Eliminar
  5. No puedo agregar a tu escrito ni una sola palabra, ni una sola reflexión. Duele a gritos y nos hace sentir oscuros e impotentes.Nada más.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ni es la primera vez ni será la última. ¿Cabe desearnos palabras vanas ante ciertas fechas próximas? La gran hipocresía y el gran engaño dominan y nos vuelven más ciegos. Esa es la pura y dolorosa verdad y revelación de los hombres. Gracias, un abrazo.

      Eliminar
  6. Interesante leer a Luz Gómez hoy en El País:

    http://internacional.elpais.com/internacional/2016/12/15/actualidad/1481830137_973322.html

    ResponderEliminar
  7. Es, la foto, la locura de un momento que se olvida ¿ Cuánto tardará en qué seamos nosotros? Para los poderosos no hay piedad en ese juego monstruoso que son las guerras.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Esa foto se ha repetido -sin foto- por todo el planeta a lo largo delos siglos. Incluido nuestro país. Estamos atrapados desde siempre en el bucle. Gracias por comentar, Noite. Un abrazo.

      Eliminar
  8. El problema con Alepo es que no está en Europa, por eso es "tan difícil y complicado encontrarle solución". De ser una ciudad del viejo continente, en menos de dos semanas se soluciona todo.
    Falta interés y voluntad política en hacerlo, no es una cuestión de piedad, es una cuestión económica, a nadie les importa los que sufren porque "ellos" no son "nosotros".
    Seguimos pensando que somos países, naciones, separadas, cuando solamente somos una humanidad, pero mezquinos hasta el final, eso sin dudas.

    Saludos,

    J.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya, aunque está a las puertas de Europa Siria. Orilla de un mar que compartimos de Este a Oeste desde la antigüedad. Es probable que fuera lo que dices, pero hoy día no estoy seguro ni que un conflicto específicamente europeo se resuelva enseguida. Mira las guerras balcánicas y secuelas de hace no mucho. En el caso sirio está claro el cruce de intereses de potencias regionales e incluso mundiales. No es nuevo el asunto, pero es repugnante que siga produciéndose. No hay solución, aunque se me tache de negativo. Mezquindad, como bien dices, por más que las religiones pregonen para su subsistencia palabras de amor y paz. Un abrazo.

      Eliminar
  9. Todos estos hechos, en el siglo XXI, son doblemente criminales. Tenemos la capacidad y la oportunidad para que no ocurran. Y ocurren.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y traen dolor también para los que nos considerábamos a salvo, vía terrorismo, obviamente, como vemos estos días. Pero nada comparable al terror de las guerras inducidas, de los dictadores, de los negocios que mueven los conflictos. de las geopolíticas...sobre los que sufren masivamente la destrucción y la muerte. El siglo XXI parece avanzado en unos aspectos, pero sigue siendo como en los primeros tiempos de las sociedades. Todo se va a envenenar cada vez más. Un abrazo.

      Eliminar