Saliendo de Rua dos Bacalhoeiros hacia la de Alfândega te encuentras un espacio a modo de plaza que no es plaza, al menos no de momento. Es un solar amplio, frente a la Casa dos Bicos, con árboles centenarios, cuyo suelo se excava por un lado y se urbaniza por otro. Allí y un poco más adelante, todo son obras y ya se sabe que las obras en curso se hacen sobre otras obras que cumplieron su cometido. De las que no queda su sombra, o eso se pensaba. Pero a veces aparecen en una urbe antigua como ésta, y nos fascinan. Si se las respeta o se las ignora o se las desvía no lo sé con exactitud. No obstante, parece que hoy predomina el primer criterio y uno, que solo está de paso, desconoce el cómo y de qué manera. En esta parte fue el terremoto, dice entusiasmado el obrero que pone la valla. El mar llegó hasta aquí, lo tragó todo y ahora salen los restos de las calles y los muros de los edificios que quedaron destruidos. Habla como profesional al que emociona no solo el trabajo presente sino aquello que renace como huella. Al contar a su modo y manera se vincula con el pasado y sobre todo con los de su oficio del pasado. Por esta parte se ve la calzada por donde iban los carros de hace más de trescientos años. Se desplazaría el rey y la corte que hubiera entonces, pero seguro que también transitaban los arrieros, los porteadores esclavos, los comerciantes que irían a las oficinas del puerto a pagar los impuestos de lo que importaban o exportaban. El obrero pisa el suelo con delicadeza, no tanto porque le hayan dicho que tenga cuidado con los restos arqueológicos como porque comprende el valor natural de lo que hay allí. Si la tierra de por sí siempre es sagrada, me dice, aquella parte de la tierra transformada por el hombre lo es más. Me deja perplejo que lo tenga tan claro. Pienso entonces en una sacralidad añadida, que podríamos decir. Una sacralidad laica que es la que mejor reconoce el significado y el valor de la naturaleza que hemos heredado y de las ciudades que se han construido para facilitar la supervivencia. Ya ve, el agua llegó hasta aquí, repite para que me lo grabe en el recuerdo invisible. Cuando las tripas de la tierra o del mar crujen no se resisten las obras de los hombres, por muy grandes que sean. El hombre ajusta el cercado. Es la hora de acabar la jornada.
(El 1 de Noviembre -dicho en el calendario gregoriano como Festividad de Todos los Santos- de 1755 se produjo el denominado terremoto de Lisboa. Con epicentro en algún punto entre las Azores y la costa africana, el seísmo duró casi diez minutos, desató un tsunami y un incendio posterior que causó la destrucción de la ciudad, produciendo probablemente cien mil muertos. De igual modo, fueron afectadas algunas poblaciones marroquíes y españolas.
ResponderEliminarFackel, qué barbaridad de terremoto, bien, espero que no se repita.
ResponderEliminarAcabo de leer esto: http://diario16.com/aquel-30-de-octubre-que-hemingway-contemplo-como-cela-llevo-a-hombros-a-baroja/
¿Sabías que Hemingway y Pío Baroja se conocieron?, bueno, me llamó mucho la atención.
Sobre los pasteles, seguro que tienes razón, pero la turistada me obligaba ir a Belem, de todas formas, solo comí uno, eso de volver a casa con más kilos no me hace gracia.
Y sí, Lisboa, si no fuese porque hablan portugués, parecen más ingleses que ibéricos. No te dejes el "sabonete de leite de burra", y si no lo quieres tu, regalalo a una amiga, ya verás qué contenta.
Abur
Bara. Los terremotos son manifestaciones de la corteza terrestre que han existido y existirán siempre. Ya en mil quinientos y poco hubo otro importante en Lisboa y, como bien sabes, los ha habido y los sigue habiendo por doquier. Otra cosa es que vivamos a espaldas de ellos, como si al ignorarlos los estuviéramos evitando. Al menos en Europa. En este sentido te paso un enlace que he leído hoy, de un científico interesante:
Eliminarhttp://antonioaretxabala.blogspot.com.es/2016/10/los-terremotos-una-asignatura-pendiente.html
Para que nos demos cuenta de la envergadura del tema, de lo descuidados que andamos, acaso más que en el pasado. Pero estas cosas hay que afrontarlas. Precisamente el alarmismo viene de nuestra debilidad e ignorancia.
Lo del escritor yanqui y el español que citas, pues alguna vez lo había oído, sí. Hace tiempo que no leo a Baroja, no sé por qué fue de aquellas lecturas de juventud, tal vez porque tampoco había tantas entonces y había sido un autor permitido (no toda su obra lo fue entonces)
Gracias por las recomendaciones.
Has dado en el clavo, al menos en mi caso, con respecto a la sacralidad laica: si algo terrenal es transformado por la mano del hombre doble razón. Por eso valoro objetos corrientes que la sociedad no aprecia. Una razón más para reivindicar la paz y el valor que una rebeldía en solitario otorga.
ResponderEliminarCiertamente algunos aspectos portugueses nos acercan a la G.Bretaña...entre otros no doblar las películas originales sino subtitularlas, al menos hace 25 años. Conozco bien el talante portugués porque he vivido intensamente ELVAS, por motivos de familia política, y ya sabes que esa fue tierra portuguesa por "naranjas bélicas". Puede que alguna brizna de la sangre de mis hijos sea lusitana.
Recuerdas la película "Sostiene Pereira y su banda original?" Una de mis favoritas.?
A mediados de este mes mi hijo me invitó a pasar con él unos días por Lisboa donde hubo de acudir por motivos de trabajo. No pude ir por diversos motivos.
Hace poco vi "Tren de noche a Lisboa", que no es una gran película pero la acción y la trama de la lucha antisalazarista y anticaetanista le da cierto punto. "Sostiene Pereira" no la recuerdo mucho, aunque la novela me gustó, sin ser un novelón. Mi film favorito con fondo lisboeta es "En la ciudad blanca" de Alain Tanner, con un Bruno Ganz de protagonista que dobla la calidad y calidez de la película. No te la pierdas.
EliminarDe Elvas conocía por trabajo a una persona que había nacido y crecido en Angola, pero con el abandono de la colonia su familia lo perdió todo. Aquello no le había gustado, pero al menos tenía trabajo en Elvas, tuvimos buena amistad.
Pues muy mal por no haber abandonado "esos motivos". Cuando te invitan a una ciudad así hay que dejarlo todo y más si te dicen ven.
Viajar en tren nocturno a Lisboa tiene encanto; para mí fue ir de puerta a puerta, con sus horas correspondientes de por medio, obviamente.
Ese terremoto dejó secuelas en toda la Península. Deberíamos aprender. Volverá a pasar.
ResponderEliminarLa tierra se convierte en sagrada por la mano humana, siempre que la trate con respeto. La urbanización moderna intenta ocultarla después de agredirla.
La mano humana es a veces respetuosa, pero ya vemos que lleva tiempo siendo blasfema. Estamos pillados por la tenaza de la naturaleza de toda la vida que sigue su curso y las alteraciones que el productivismo y consumismo desmesurados está cometiendo con el planeta en todos sus planos. Y cada vez hay menos tiempo.
Eliminar