martes, 4 de octubre de 2016

Aquellos estos árboles, 52




"La grandeza en el hombre consiste en ser un puente y no una meta:
lo que se puede amar en el hombre es que sea un tránsito y un ocaso".

Friderich Nietzsche, Así habló Zaratustra.



Vivir sin que la nostalgia exprese frustración. Vivir renunciando a ídolos. Vivir en la presencia siempre latente de nosotros mismos. Vivir en la coincidencia con los otros hombres, aun admitiendo la contrapartida de la disidencia. Ser conscientes de la física que ampara la vida. La dinámica del mismo camino, que nos ha proporcionado encuentros y también diferencias. Admitir que por sí misma la dialéctica de nuestro continuo movimiento tendrá un fin. El que quiera fantasear, cual efecto placebo, con la posibilidad de lo imposible, vida después de la vida, por ejemplo, es cosa suya. Yo no animaré jamás a ese pensamiento obsoleto. Pues ya se sabe que quien vive de ello se despista de tomar la flor del día. Si fuéramos aún latinos diría que la auténtica religio, ya sea traducida como recuperación o como vínculo, debe ser con la naturaleza en todas sus dimensiones. Nosotros somos una de las formas que la naturaleza adquiere. Reencontrarnos siempre y vincularnos siempre a una esencia que se expresa cada día, cada instante. Con las voces interiores y los desgarros exteriores. Con las simpatías y con las defecciones. Con el gozo y con la caída. Con las dudas y con las certezas, siempre tan relativas. Aun sabiendo que a los humanos se nos brindan maneras de soslayar el conflicto y el desconsuelo, somos conscientes de que, en múltiples ocasiones y con diferente vigor, los hacemos crecer en lugar de conjurarlos. Hablar de hombres no es homogéneo, y mientras a unos la vida les proporciona una cierta clase de ausencia de riesgo, a otros el riesgo va más allá y se traduce en miserias encadenadas. Una condena: cuando el individuo relega el ejercicio del pensamiento y concede carta blanca a los farsantes la desgracia está servida. Lo peor es el desencuentro con uno mismo, sea como expresión individual o como reflejo colectivo. No hemos llegado hasta aquí para abandonarnos a ser mera materia bruta. Aunque los caminos del afinamiento han aportado mucho a la humanidad, la contingencia siempre nos acompaña. Las manos de la voluntad deben ser puentes, no obstáculos. 




(Fotografía de Vojtech V. Sláma)



12 comentarios:

  1. La tendencia a la materia bruta es algo latente en el ser humano. En lucha contra la que nos aparta de ella. A veces gana una, a veces la otra. Pienso que ahora estamos colapsados, pero quien lo sabrá de verdad son los que nos sucedan. No caigamos en la tentación del abandono mientras tanto. La nostalgia es necesaria, claro, pero solo los primeros cinco minutos.

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    1. Cierto, tienes mucha razón. El otro día vi este documental que ayuda a clarificar muchas cosas:

      http://www.rtve.es/alacarta/videos/el-documental/documental-busca-del-futuro-perdido/3740603/

      Como no reaccionemos...

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  2. La existencia convierte a nuestra incertidumbre en un estar a la intemperie. Ser es también el derecho tenaz a la aquivocación, el umbral que abre nuestras manos al abandono. El cansancio cuando el horizonte parece un paisaje de ninguna parte.

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    1. Por supuesto, el que no asuma el error, que no obstante se repetirá infinitas veces, no verá luz, no tendrá elementos para enmendar la plana de la propia vida personal y no te digo la colectiva. Pero el cansancio y la amenaza del desinterés (¿es posible desinteresarnos de todo lo que implica en dirección positiva la existencia?) nos está acuciando a muchos. Y no nos bastan los refugios ad hoc, efímeros e inconsistentes, que no dan respuestas profundas, de la llamada sociedad de consumo.

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  3. Hoy toca luchar por la vida, por su optimización, por su calidad, aunque la batalla parezca perdida. Resulta tan aburrido escuchar tanta negatividad. Será que en mi naturaleza está impreso que quien se aburra es que ya anda "caput", no importa edad precisamente. Seguramente quien no se aburra tendrá oportunidad de enmendarse las veces que fueren necesarias para no dejar de disfrutar esta efímera sombra de existencia, es lo único que tenemos y no es cuestión de ser desagradecidos. Ufff, algo aburridíííísimo.

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    1. Me doy por enterado, aunque no me aburra, y sí me hastíe de algunas cuestiones.

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  4. Hartazgo no es aburrimiento, la imaginación ofrece multitud de oportunidades y su realidad dependerá de elección personal.

    Anda si contara todas las ocasiones en que acabé harta.

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    1. La imaginación ofrece innumerables oportunidades de salvación, por supuesto. Y mantener hilos de comunicación con otros secuaces, jej, viene bien.

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  5. No se decir si la vida, la biología que nos encadena, proyecta la nostalgia como estrategia para reconocer el pasado con máscara de evento memorable. Creo que nuestra percepción _tan limitada_ necesita organizar las experiencias en pasado, presente y lanzar una moneda ciega al futuro. La vida no es una conjugación y,lo sabían los místicos, vivimos en un inalterable segundo.

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    1. Por supuesto que los tiempos juegan un papel sobre nuestra manera de ir admitiendo la vida, aunque la imagen no sea necesariamente la de la flecha de los tres tiempos, y acaso debamos acercarnos más a la espiral y a un dejarnos engullir por universos que, sin perder la racionalidad, nos otorguen una cierta calma y un modo de llevar con menos afectación los acontecimientos.

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  6. Fackel, gracias por los puntos. Me permiten distinguir los aromas de la vida que destila tu cocción. La vida es un plato que se puede comer crudo o después de las innumerables variedades de guiso que permiten las sinnúmeras circunstancias de los seres humanos. Felizmente, nunca podremos conocer la cantidad de dicha que perdemos con nuestra elección. Tal como apuntas, la vida es pura acción. Pretendemos atraparla paralizando su movimiento mediante redes trenzadas con adjetivos. Vana pretensión. Dejémosla transcurrir y aliviemos nuestra zozobra susurrando lo que percibimos cuando nos arrolla.

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    1. Estimulante tu propuesta, Kefas. Me alivias. También podría decirse -es la dinámica misma la que vela cual secreto nuestro destino- que felizmente, nunca podremos conocer las desventuras que podríamos haber padecido de haber realizado otra elección o de haber elegido nuestros genes otro tipo de ser o de haber nacido en otros tiempos y zonas peores...¿Es tremendo, no?

      ...Dejémosla transcurrir y aliviemos nuestra zozobra susurrando lo que percibimos cuando nos arrolla...

      PD. No prometo criar siempre puntos, pues las comas se disputan también las oraciones...y ya sabes que la vida es ilación continua con o sin puntuaciones...

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