miércoles, 7 de septiembre de 2016

Aquellos estos árboles, 42





"El deseo nunca cumple sus promesas".

Arthur Schopenhauer.



No podría traicionarse a sí mismo, no podría abandonar al hombre, ¿qué sería del estímulo, qué del incentivo, qué de la ilusión?, porque ¿acaso podría avanzar la especie o, mejor, el género, si de pronto se hubiera tocado altura o llegado a los confines de los territorios?, pero ¿y si no avanzara nada?, ¿si todo no fuera sino parte de las fuerzas internas del planeta y de los planetas entre los planetas?, ¿no es mejor imaginarlo como materia que nunca es controlada, que nunca cuaja como nos gustaría imponer, que se nos escabulle de las manos?, ¿y si hasta el deseo no tuviera otra composición que la misma que ha engendrado toda la materia, diversa, compleja, incluso la que aún no está explicada?, ¿y si el revoltijo de sustancias, en continua formación y disolución, hubieran creado en su lento devenir el deseo mismo por el que los hombres se valoran y aspiran a más?, ¿y si fueran más sabios aquellos que eligen disfrutar del deseo por el deseo, porque intuyen que un logro de algo significa también el fin, al menos de ese algo, a veces del todo?, y es que cuántos hombres vemos cada día frustrados por no haber alcanzado lo que ilusamente anhelaban, cuántos hombres no han sabido disfrutar día tras día de vivir conforme les gustaría en lugar de tratar de aquilatar una forma de vida que una vez que la consiguen les traiciona, es cierto que vivir en el simple deseo no equilibra, no pone a un hombre a la altura de otros hombres, ¿pero eso es lo que hay que pretender?, ser hombre a la manera de otros hombres ¿no implica no querer ser como te apetecería?, y ¿no es una trampa traicionar tus apetencias para caer en el realismo que deja a los hombres sin ser hombres para convertirlos en masa burda?, y si hay que elegir, que a veces no se sabe, que a veces no se consigue, ¿no es preferible tu materia vívida, ígnea, maravillada que solo sabe de corrientes de expectativas en lugar de venderse a ese ente anulador y desconocido del modelo dominante de ser?   

En ocasiones los discursos de Max me parecen antiguos, demasiado antiguos, ¿o no lo son?



(Fotografía de Michael Wolf)


10 comentarios:

  1. ....y si..... no tardando mucho dará lo mismo, el caso es que las pieles ya están vendidas por tanto parece que toca, al menos a mi, sentarse, tomar aire y disfrutar, cada cual a su manera.

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    1. Las pieles sin cazar el oso, qué audaces pero estériles somos.

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  2. Quizás en la naturaleza del propio deseo esté la capacidad de ir mutando a medida que nuestros logros nos acercan a ellos. Así el impulso de seguir no se frenará nunca.
    Un abrazo

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    1. El deseo es la traducción al hombre del impulso imparable de la naturaleza. Las religiones y las ideologías totalitarias lo intentan castrar. No lo logran.

      Un abrazo.

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  3. Yo creo que, como el hombre es en si tan incorformista, y siempre sueña con quien no duerme, no deberíamos darle mayor importancia a nuestros deseos, porque sabemos, eso si, que la mayoría de ellos nos esclavizan por inalcanzables.
    Saber conformarse y no pedirse más de lo que uno puede dar, debería ser una solución al problema.
    O sea, el "Cónocete a ti mismo" escrito en el Templo de Apolo, en Delfos, es la solución al problema.
    Salut

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    1. Pero el conocimiento no se libera con facilidad ni de las dudas ni de los enigmas. Ahora bien, si se trata de ser pragmático pues puedes tener razón. Pero también se abre la puerta del hombre masa y éste ¿se conoce?

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  4. Si nos vamos a morir igualmente.. pero nos autozarandeamos con nuestros deseos, frustraciones, pensimientos.. o son ellos los que nos zarandean y traen y llevan hasta el mar, que es el morir. Aún somos y estamos vivos

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    1. Son un medio, ¿o una herramienta?, para darle sentido a esto del vivir, sospecho. Nada nuevo bajo el sol. Bueno, sí, la socialización y la globalización dinamizan y potencian mucho más todo eso. Al fin y al cabo estamos, lo de ser sería discutible, pero hay que pencar con nuestras endebles figuras.

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  5. En todo hay algo agradable si uno se detiene a contemplar, pero siempre solemos apreciar aquello que nos ciega y se nos niega.

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    1. Es que tenemos que elegir: valores, coherencia, significados con sentido, estética...Si elegimos y se nos presenta lo opuesto, ¿cómo verlo agradable? Coincidía hoy con gente que iba a una corrida de toros y no lograba ver belleza en esa masa obcecada que se siente segura en masa. No veía lado agradable alguno.

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