lunes, 10 de agosto de 2015

Hallazgos: o grito na parede













En principio fue la tormenta. Y al estallar, la materia comenzó a disgregarse por todo el universo. A la par que una parte de ella se dividía, otra se organizaba en una materia nueva. Y a continuación ésta se desprendía de sí misma y daba origen a cuerpos menores. Y los cuerpos menores a veces coincidían con otros y se fraguaba una nueva composición, en forma, tamaño y contenido. Así fue durante millones de años, antes de que los planetas adquirieran la configuración actual. Así fue en el lento devenir del mismo planeta en que habitan los mitos. Algunos dicen que fue debido a ese entrechocar y dispersarse los cuerpos múltiples, de sustancias y materias dispares, como tuvo lugar la eclosión de los colores. Y como se hicieron acompañar por los sonidos. Yo no lo sé. Son historias que traen los antiguos narradores, la mayor parte de las cuales se han perdido y apenas flotan en lo más sanguino de la carne de un orate como yo.


(¿Qué queda de aquel grito que durante un tiempo hizo temblar el suelo de la ignominia y concebir esperanzas en los perdedores de la historia? Tal vez una pronunciación sorda, fijada aún en muros callados y en estandartes arrojados al olvido. Tal vez un vago recuerdo que los ancianos sin habla se empeñan en añorar. Tal vez un paréntesis que abre y cierra un vacío)





6 comentarios:

  1. A riesgo de parecer soberbio:
    Como bien nos dijo J.K.Toole, los necios han ganado la partida. Nos han llenado de abalorios y terminales periféricas y nos han hecho sentir el poder de la incomunicación comunicada.
    Hoy todo está concebido para uno. La tele, la radio, el teléfono, el reloj, la habitación, el ordenador, el coche...incluso el despacho. de tal forma que nos han lentamente insolidarios y poco colaborativos. Ya no se duerme con tres hermanos en la misma habitación y ya no se usa el teléfono de bakelita comunitario.
    Además nos han rellenado la cabeza con fantasías y titulado con nombres rimbombantes nuestros trabajos: ya no somos barrenderos, somos operarios de salubridad; ni somos asesores, somos coutchings; ni tan siquiera somos conductores de camión, somos encargados de logística.
    Así, con ello, nadie se considera obrero, porque nadie se cree que su trabajo merezca ese menosprecio y acerca recuerdos de manos sucias y mono grasiento.
    Con ello nos es imposible repetir aquello de : Obreros del mundo..uníos, simplemente porque nos han dejado huérfanos de raíz.
    Creo que el principio del fin viene por aquí.
    Un abrazo
    salut

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    1. Nada que añadir a tan soberbia exposición, Miquel. Demasiados abalorios y realidades virtuales toman el relevo a la personalidad de los individuos y ocultan sus procesos interiores, personales y colectivos. A veces uno cree que la vida es un viaje de ida y vuelta, pero quién sabe. Huérfanos de raíz, sí. Recuerdo que ya hace décadas en las fábricas se llamaba a los obreros "productores" o "colaboradores" o "empleados" así en plan suave. Las direcciones de las empresas empezaron a difundir los nuevos términos y calaron en el alma esclava, huy, perdón, participativa de su personal a nómina.

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  2. Ahhh, perdón...el culpable se llama sistema, si, sis-te-ma, y nosotros, los ex-obreros, hemos participado con afán y ahinco en su construcción.

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    1. Y cuando los hombres son sis-te-ma, ¿cómo debería llamarse el culpable?

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    2. anulador....sis-te-ma-ti-co.
      Salut

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    3. alienante...alienado...¿sistema?

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