martes, 19 de mayo de 2015

Agotamiento















De su amigo Max dice Walden que le encuentra sumido en un extraño cansancio. No se queja, pero uno lo advierte y hay días que resulta manifiesto, dice. Un cansancio que intuye rupturas con etapas del pasado. Un nerviosismo por no tener certeza en el acometimiento de sus propias obras y no poder inaugurar nuevas visiones que le estimulen. Una fatiga que le deja inerte, aun sabiendo como él sabe que no hay maná que provea si no pone de su parte. Max se rompe por tener que romper con su bagaje. No es el miedo a lo nuevo en sí mismo, es ese sentido de culpabilidad y hasta de cierta traición que arrastra desde sus experiencias más demoledoras del pasado. Max, dice Walden, se ríe mucho de sí mismo, y eso abre una veta esperanzadora, la que siempre exhibe en sus momentos más delicados. Una veta húmeda. Sabe seguir cualquier hilillo luminoso, pero no siempre tiene suficiente firmeza y sobre todo tesón. Ayer mismo, dice Walden, se reía del tópico al uso del por qué escribo o por qué interpreto o por qué pinto un lienzo, del que que muchos artistas más o menos profesionalizados suelen echar mano. Hay mucho de justificación, pero también de reflexión personal en ese tópico aparente, le comento. Sí, pero Max se burla. Oh, suele decir Max, mira éste dice que escribe por sortear la angustia; aquél para darse sentido; el otro como terapia de su última frustración; aquel para ejercitar las neuronas; el de allá por el goce más honesto y particular. Casi ninguno reconoce que gusta de intentar deslumbrar a sus amigos o seducir a las novicias. Yo le respondo, dice Walden, que puede ser, que todo acto creativo por muy íntimo que sea tiene prolongaciones en dos direcciones, incluso en más; y que no está reñido soslayar dificultades, prospectar vías creativas o sencillamente hacerse la vida más grata con la afirmación de uno mismo por medio de la presencia de testigos. No obstante, dice Walden, creo que Max va camino de la clave. Él no desea ya tanto gentes a su alrededor que le adulen ni alumnos que se manifiesten impresionados como la verdad desgarradora del otro Max. Aquel al que nunca puede engañar, aunque resulte su compañía insoportable.



(Imagen de Darío Villalba)

6 comentarios:

  1. -Un cansancio que intuye rupturas con etapas del pasado.-

    -Él no desea ya tanto gentes a su alrededor que le adulen ni alumnos que se manifiesten impresionados como la verdad desgarradora del otro Max. Aquel al que YA nunca puede VOLVER A engañar. -

    - se ríe mucho de sí mismo, y eso abre una veta esperanzadora, la que siempre exhibe en sus momentos más delicados -

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    1. Aves-palabra o palabras-ave, pero no de rapiña ni de mal agüero. Simplemente vivencias.

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  2. Artista ful -o no- pero egocéntrico y narcisista: está ansioso de reconocimiento y honores, necesita la adoración general - a lo Margot Channing- que le echen flores por la calle. Desea más que nada demostrar que el mundo sería una birria sin su aportación artística.Es insoportable estar a su lado y no merece la pena perder el tiempo con sus caprichos.

    Artista en continuo asombro, nunca es falso; teme el impulso creativo más que una vara verde,inseguro y solitario: que no le aturullen con banalidades, huye de la fama y las medallas, quiere pasar inadvertido y que le dejen a solas con su obra. No le gusta dar explicaciones ni tener seguidores y/o discípulos. Le importa una higa la posteridad. Es insoportable vivir con este tipo de artista pero merece la pena.

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    1. Extraordinaria división analítica, Amaltea. Por supuesto que la insoportabilidad caracteriza a TODOS los seres humanos, de una manera u otra. Lo de los artistas era una proyección, pero en la vida ordinaria de los humildes y comunes sucede otro tanto. Todo es verse en tesitura, transcurso del tiempo, evolución de unos y otros y que cada cual analice si es fácil vivir, convivir, relacionarse...o al precio de soportarnos. Naturalmente, puesto que ser insoportables es una cruz, quedémonos con aquellos que intentan al menos ser auténticos consigo mismo, peinen canas pero se asombren, aún arriesguen, diviertan, distingan lo trivial de lo que merece la pena, etcétera...Vamos lo que bien dices.

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  3. No es necesaria una motivación concreta para hacer algo, la creación del tipo que sea es inherente al ser humano. Si el resultado de esa creación gusta o tiene cierta respuesta en el receptor-a es lo de menos, a veces, casi siempre, el autor-a es el primer sorprendido de que su trabajo sea admirado o reconocido porque es algo que concibe como algo natural que todos-as llevamos dentro y que algunos-as
    sienten la necesidad de plasmarlo, de compartirlo y otros-as no, tal vez porque no están seguros de querer hacerlo, o porque no se lo han planteado.
    Un saludo

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    1. Pienso que a veces las motivaciones concretas, que pueden llegar por azar no por proponérnoslo, dinamizan nuestro entusiasmo. Pero es verdad que hay una tendencia interior a automotivarse, pero ¿existe solo ésta o siempre necesita testigos que digan, miren, se asombren o simplemente emitan opinión? Ayer mismo oí declaraciones de un ceramista local muy montado que me sonaron hipócritas. En lugar de emitir opinión sobre sí mismo diciendo que eso es lo que piensa de su obra recurría a "dicen otros que mi obra es tal y tal..." Naturalmente, dicen los aduladores de su obra. Pero no resto razón al enfoque que haces en el comentario, en absoluto. La necesidad de compartir nuestros descubrimientos personales -se escriba o se pinte o se cree lo que sea, o bien no se haga nada de esto- es innata al individuo. Mi primera experiencia de percibir el Arte con mayúsculas sin tener ni idea fue instintiva, visitando con doce años la catedral de Burgos (extremadamente recargada por otra parte, pero que a mí me sedujo) con una excursión escolar. Toda mi obsesión fue comentar con los compañeros la belleza de aquello, y entonces no usaba la palabra belleza pero yo denotaba ya mi conciencia del asombro y del descubrimiento, y pues bien, ¿crees que hubo algún compañero que se interesaba y entraba al trapo? ¿Me verían raro? Conciencia de necesidad de testigos en la vida, que acompañen, con los que intercambiar opiniones y compartir experiencia visuales al menos. Como con todos no e sposible uno se ha dedicado a seleccionar, pero también a permanecer abierto a los que llegasen, y no me arrepiento.

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