miércoles, 15 de abril de 2015

Altisonancias















Fatiga de los días. Amonestaciones, altisonancias, correcciones, regaños. El mundo concreto y nebuloso se empeña a veces en estar contra él. No es un choque de sangre, pero sí frontal. Ese mundo de oficinas, bancos, comercios, por el que hay que pasar para regatear la materialidad de los objetos y de las propiedades. Donde no se sabe si uno se enfrenta al empleado, a la empresa, a la institución, o a todos juntos en un compacto y agresivo enjambre, y que despliega sonrisas si vas a dar y se muestra hosco si quieres recuperar. Fatiga lo descarnado de las transacciones, la compleja legalización permanente de los pequeños bienes, la publicidad falaz y embaucadora, la justificación de que tú eres tú y la duda de que seas otro. Asepsia que duele, asepsia por todas partes. El monstruo se recompone, te exige el beneplácito, se queda con tu derecho de primogenitura. Tanta frialdad hiela. Al hombre solo se le ocurre que debe instalar cortafuegos en su vida, para que no le prendan su escaso y humilde subsuelo.



(Fotografía de Tomislav Peternek)


8 comentarios:

  1. Cortafuegos contra ese monstruo que como sociedad y mayoría hemos creado, incluso con nuestros silencios. Mi duda es si hubiera podido ser de otra manera, y me respondo: como abigarrado colectivo me parece que no salvo....salvo.....que uno se convierta en hormiga.....bajo las leyes del gran hormiguero universal. Cuantas diferencias?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mirando el otro día una procesión larga y numerosa de hormigas me estremecí. La naturaleza será inteligente, yo de pequeño las adoraba, ahora sentía algo repulsivo. Proyectaba como metáfora esa vida sobre la humana y me estremecí. Cortafuegos, por favor, cortafuegos.

      Eliminar
  2. Amigo Fackel, ciertamente los días fatigan, cansan de tanto enfrentarte contra las sonrisas de las instituciones y de las multinacionales, muecas que esconden rapiña y engaño. Nos enfrentamos a una pandilla de buitres que van directo a nuestras carteras, a nuestra dignidad, acechan constantemente tras el mostrador y con la palabra falsamente amable del que engaña una y otra vez. No, no y no. Para empezar hay que decirles no y a todo no, sabiendo que su sonrisa no tiene otro objetivo que atraparnos en la red de su codicia.
    Son embaucadores, bandoleros, maleantes y gente de mal vivir que se esconden tras certificados de calificación de calidad, de cumplimiento de normas ISO, de idoneidad y otras mandangas. Colgarles el teléfono, darles la espalda y que vayan a robar a Sierra Morena.
    Salud

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Esa vida no vida, tan distante de la calma, la belleza, la contemplación, la reflexión pausada...Esa falta de amor por doquier. ¡Cortafuegos, Francesc! De amor, de plenitud por instantes, de belleza malgrè su provisionalidad temporal o a nuestro alcance, de lectura con cuerpo, robustos textos, rayos que destrocen la mala vida, luces que iluminen ilusiones...Que nos hagan caer de la parra. No a todo. No a todos, los viejos y nuevos embaucadores. Y una gatera siempre dispuesta para las almas hoestas, nobles, receptivas que nos tiendan la mano...

      Eliminar
  3. en la antiguedad, el "mercado" era un lugar de encuentros, de charlas, de juegos de ajedrez, de exparcimiento, de compras a precios justos, de sorpresivas ofertas, de coqueteo, de profetas singulares que auguraban un mundo peor...ah, el mercado ahora es un agente del mal, un innominado señor que te tiene enredado en la telaraña más perversa, creado por el hombre para someter al hombre
    ¿y nosotros que hacemos? nos quejamos, nos quejamos
    abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y también se vendía en el mercado. Pero no se vendía toda la vida d elos humanos. Se vendían los objetos de uso parcial. Hoy el mercado es la mente de los hombres, de la política, de la economía, donde solo se comparte si hay transacción y nuestra mente se adecua al esquema. Cortafuegos, sí. Resistir e indignarnos...y luego cada uno debe sabeer si aúpa su hombro con otros hombres que deseen trazar cortafuegos.

      Un abrazo.

      Eliminar