domingo, 1 de marzo de 2015

Post scriptum: el vaso




¿Por qué me envías, mujer, esta copa decorada con imagen tan bella? Ese corzo solitario que desde el pasto alza la cabeza y permanece mirándome me conmueve. Nada hay tosco en la obra. Ni el delicado acabado del kylix, ni los colores discretos, ni el animal apacible que parece demandar algo de mí. Te quedo agradecido por el obsequio. No te quepa duda que mi mayor gratitud será apurar con avidez el contenido cada vez que tome entre mis manos al cérvido. Será una ceremonia. Imaginaré que entre los dos vaciamos un elixir reservado de arcanas cosechas, aunque tú estés ausente.



(Fotografía de Evgeny Shaman)


6 comentarios:

  1. Casi mejor que esté ausente, así podrá evocarla a placer y sin temor a que el deseo sea perturbado por la realidad física.

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    1. Muy aguda, Amaltea, una opción posible y de escasas interferencias.

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  2. Compartir esa ceremonia con la ausencia del otro no es sino dejar un espacio común, desandar las distancias de la soledad. Así que es un gesto solidario que yo reitero, como reitero siempre la lectura de tus entradas. Abrazos.

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    1. Tender puentes. Nada es lo que parece en la vida ordinaria de los humanos. Hay aproximaciones hijas del azar y de un juego de consciencias tolerantes y necesitadas. Gracias por tu interés. Un abrazo.

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  3. Envía la copa finamente decorada como prueba de amor. No espera nada a cambio, como el canto del jilguero que anuncia la primavera,
    Salud

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    1. Sea amor o sea deseo lo que traslada el obsequio, una copa griega de aquellas es un deleite estético incomensurable. Contemplar la cerámica griega y sus pinturas te transporta a otros mundos.

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