domingo, 28 de diciembre de 2014

Post scriptum: el narrador





El extranjero que acogimos se ha integrado de tal forma en nuestros círculos que causa expectación. Sus maneras reservadas y prudentes encandilan a los adultos. La cuidada presencia física y el tono de voz grave pero cálido impresionan a los jóvenes. Algunos le agobian a preguntas, pero él elige las justas para responder. Tal vez las que considera más interesantes o sobre los temas que puede hablar con propiedad. Si bien su pronunciación resulta aún bastante gruesa lo compensa con la expresividad de los gestos y la exposición medida de su discurso. No solo habla de sus orígenes y de los desplazamientos que ha vivido, sino también de los oficios aprendidos, de las levas obligadas y de las aventuras que han salido a su encuentro. Lo que observo es que no se limita a contar de pasada sus experiencias, sino que lo hace con un estilo especial. Tú, Safo, sueles decir que narra, que recrea. Vive y hace vivir cada episodio. No es retórico ni ornamental. Pero sus silencios precisos o su modo de hacerse preguntas y dejarlas en el aire cautiva a los oyentes. Se ve en los rostros que un aire fresco ha venido a renovar el ambiente. Me da igual si ha vivido cuanto relata. O si se trata de un embaucador con todas las de la ley. No pide nada a cambio, salvo ser escuchado.



(Fotografía de Mona Kuhn)

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Así empezó lo que acabó alguna vez siendo literatura. Lo oral tendría su riqueza al ser transmitido, ¿no?

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  2. Me gustaría escuchar a quien ajusta su discurso para relatar una historia que prende la atención. Qué más da si es ficticia. De hecho, es lo de menos, lo que importa es la historia.

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    1. Así es, pero yo matizaría: lo que importa sobremanera es la historia bien contada, bien narrada. Los recursos de estilo pueden generar variantes del relato. Ha habido urdidores de historias antes que escritores.

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