domingo, 9 de noviembre de 2014

Mi experiencia con los flautistas


















¿Por qué hace ya mucho tiempo que odio al flautista? ¿Realmente toca la composición que la gente quiere escuchar? ¿O ambos, flautista y sociedad, constituyen una simbiosis? ¿Es tan dulce y melodiosa la música que emite el flautista para que se le siga? ¿No le importa a nadie saber a dónde lleva el tañedor? 

Mi experiencia infantil con el célebre flautista en la versión cuento: 

Primero, mi asombro por llevarse las ratas fuera de la ciudad y con ellas alejar la peste.
Segundo, mi apacibilidad al sentirme seguro. 
Tercero, mi extrañeza por no cumplir la municipalidad del lugar lo pactado con el músico.
Cuarto, inquietud por conducir a todos los niños tras de sí. Yo podía ser uno de ellos, es lo que tiene un cuento o un relato, que te identificas con personajes y situaciones.
Quinto, desasosiego y pánico porque los niños desaparecían.

Mi experiencia adulta con el célebre flautista en la versión cotidiana:

Primero, mi entusiasmo por creerme que las ratas se las había llevado definitivamente de la sociedad.
Segundo, mi engañosa tranquilidad ante la música estridente que ocultaba la letra.
Tercero, mi desconcierto por comprobar que las ratas no habían desaparecido y que además volvían muchas viejas con hocicos y bigotes nuevos.
Cuarto, mi pasmo por no saber si uno vive en civilización o en una hura de depredadores.
Quinto, hastío e indignación por comprobar que el flautista era un falso, sí, pero sabía a lo que iba. 
Y sexto, decepción y desconfianza hacia los que aceptan sin más al flautista, su música y los mundos imposibles que se proponen una y otra vez.

Conclusión: no sé si es el flautista el que me repugna especialmente o quienes lo corean, le permiten dirigir a la tribu y le siguen festivamente hacia el lodazal.


Aclarando que es gerundio: hay diversas manifestaciones de flautistas, las ha habido siempre, te venden de todo y te dejan en pelota si te descuidas. Del mismo modo que hay diferentes músicas que atraen y abducen irremisiblemente. Cada cual que ponga los nombres de los flautistas que ha habido en su vida. Naturalmente, de flautistas y de situaciones peligrosas. Sospecho que se otean en el horizonte nuevos flautistas. Sólo me suscitan dudas y desconfianza. Debe ser la vejez.



(Ilustración de Darstellung von Alexander Zick)


16 comentarios:

  1. Te dedicaré un foto que le hice ayer a la calle "Viejos", en cuyo título me incluyo entonces, porque comparto tu opinión.

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    1. Pues muchas gracias, siempre fui muy sensible a lo arqueológico.

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  2. Entiendo a un joven de 16 años encantándose al escuchar la flauta, pero no comprendo a una persona de 60 defender al flautista, más cuando el mismo flautista te está diciendo que en realidad no sabe ni tocar la flauta, que es un cassette que lleva dentro de la mochila.
    El ser humano necesita ser engañado. Creerse que el guiño del destino es para uno y pensar que la lotería y la muerte siempre le tocan a los demás.
    Por mi parte, flautista que veo, flautista del que despotrico.
    Y si, se avecinan nuevos flautistas con un nuevo gremio, ¡ acuerdese de lo que le digo ¡, si ¡ un nuevo gremio ¡ No han de tardar nada.
    salut

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    1. Tal vez sea eso, Miquel, nos gusta engañarnos, que nos engañen o vivir en el engaño. A veces al engaño lo llamamos realidad, incluso. Hay varios flautistas dando conciertos con suma imprecisión, sí.

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  3. Por suerte, yo soy un violinista (aunque fracasado), y su música es menos embustera que la del flautista: todas las músicas miente, todos los músicos mienten, todas las personas mentimos... la única verdad, es que nos iremos todos con viento fresco más tarde o más temprano por no saber leer bien la partitura (los músicos), y por no saber bien interpretarla el resto.
    El planeta enterito, con la misma música a otra parte, y a tomar por culo por tanto idiota suelto.
    ¡Campi qui pugui!

    ºº_

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    1. Uf, me espantas un poco. Lo malo de la mentira es que ni se sabe cuándo empieza (algunos sí lo perciben pronto) ni cómo continúa ni si alguna vez cesa. Es un baile de disfraces. ¿De qué época histórica toca disfrazarse ahora? Recuerda El 18 Brumario, de Karl M. La mentira sin fin lleva a los peores lugares y se tiñe peligrosamente.

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    2. Por desgracia, no son sólo ratas las que van tras la "música". http://naturarezamuerta.blogspot.com.es/2014/11/10-n.html

      Saludos cordiales.

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    3. Coño, qué cáustico. Vamos niños al sagrario que jesús llorando está...es lo primero que me viene. Como no se dialogue en este país estamos apañados, Rafa.

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  4. Y lo cojonudo es que por la tele veo que don flautista mayor va acompañado por su señora flautista; hacen cola, para ir a recoger la partitura. Como si tal cosa, como si la estafa del casette no fuera con ellos , con total impunidad..
    Se me da que a los músicos mayores les va de perlas el que los demás toquen la flauta, así se olvidan de lo verdaderamente importante. Mientras, las ratas esperan impacientes el roer un poco de papel para irse entreteniendo.

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    1. El juego de tronos y de tronados, hermano. Porque anda que los que están enfrente defendiendo y controlando de mala manera una España que se niegan a renovar no les van a la zaga. Y luego, otros que van de emergentes y que aún no se sabe qué papel van a jugar o qué disfraz adoptar pero que se llevan de calle a los incautos. Vaya panorama nos espera.

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  5. Lo secundo, la vejez acechante también.

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    1. Oiga, miss, Vejez Sí, Decrepitud No. Mi voto por el que hago votos.

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    2. Quien dijo decrepitud? Personalmente mejor que nunca, oiga vd. Mr. Con una mayor parcela de libertad. Se puede pedir mas?

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    3. No, ya es casi todo.
      Así me gusta: poderío.

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  6. A mí personalmente, será por vejez también, me inquietan más los aplausos que el sonido de la flauta.

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    1. A mí los aplausos me repugnaron siempre, y las palmaditas y los olés y los bravos y los eres el mejor y los arriba y los a por ellos y los y los y los...Necedades, Loam.

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