Finalizada la vendimia, el jugo cursa su camino. Cuando di al clic me parecía haber pintado un cuadro. No un bodegón ni una naturaleza muerta. Algo absolutamente vivo. La boca se me ensalivaba al palpar los granos. El cromatismo de las hojas, del descarado azul de la uva -¡otra vez ese maravilloso azul!- y del suelo áspero y calizo me hablaban. Más que un objeto o un fruto es toda una geografía. Visiones así hacen olvidar los males del mundo y del cuerpo. Y de pronto, aunque no sea Carnaval, me asalta Juan del Enzina y su vibrante himno al hedonismo, como un desafío a los avatares y a las desesperanzas.
Cierto.Qué podría decir alguien con Venus angular en el primer grado del arquero?
ResponderEliminarPues que es enorme su sufrimiento cuando no puede compartir belleza y placer limpiamente, sin doblez.
Un don esa capacidad para percibir lo armónico y sensual y un castigo verse inmersa en un entorno hostil.
Ayyyy esas uvas. Si contara que lo primero que hizo mi pequeña salvaje (por sagitario) cuando descubrió parras cargadas de uvas, a los 3 años, fue echarse cuerpo a tierra, panza arriba, e hincarles el diente.....y herirse un codo. Jajjj aun lo recuerdo, existe por ahí alguna imagen.
Bien tu diana, MJ. No compartir Belleza y Placer genera ansiedad y cuentas pendientes, qué se le va a hacer. El placer de la contemplación: que no nos lo quiten.
EliminarLas anécdotas siempre se recuerdan gratamente, si los accidentes no han llegado más allá, claro.
Contemplar estas uvas me resulta muy sensual, inevitable. Sensu = sentido. Interioridad, expresividad, llamada.
Que buen cuadro natural ¡.
ResponderEliminarA que sí. En este caso ribera del río Duero, próxima a una fundación benedictina (San Bernardo, en Valbuena de Duero) que ya hace siglos se pusieron a cultivar la herencia de Noé.
Eliminar¡Tan jugosas tus palabras como lo deben ser las uvas!
ResponderEliminar=)
Más jugosas las uvas, no te quepa duda, pero gracias por tu percepción ampliada. Un abrazo, Neo.
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