Esta semana ha muerto en Berlín el cineasta Harun Farocki. Su breve film El fuego inextinguible denunciaba la barbarie militarista de los USA en Vietnam y en concreto el uso del terrible napalm por parte de los agresores. Con aquel trabajo impactaba sobre las mentes bienpensantes o ajenas al sufrimiento ajeno. Cuando estamos viviendo un arrasamiento de la población de Gaza por parte del nazismo israelí no podemos sino echar en falta trabajos de cine críticos, que cuestionen no solo la violencia de los bárbaros sino la pasividad de los Estados supuestamente cultos y modernos y de aquella población que mira hacia otra parte. Farocki hacía su propia guerrilla de la cultura, sintiéndose un hondero frente al todopoderoso imperio de las armas químicas y de amplia destrucción en general.
...y muchos Fackel.
ResponderEliminar¡Por Júpiter, Loam! Que el personaje citado ya es demasiado complejo de por sí, jaj.
EliminarTan destructiva como la violencia de quien ataca resulta ser la impasividad de quienes lo permiten.
ResponderEliminar=(
La pasividad es cómplice. Y además resulta del género tonto. No querer ver siquiera lo que fue y cómo fue, no querer enterarnos de lo que pasa hoy. Dejar el campo abierto al fascismo con sus variados rostros, pero un solo corazón: el del dinero. Es lo que siento cuando el grupo de presión sionista, desde sus tentáculos por el mundo, acusa a los discrepantes y críticos con la política del Estado de Israel de ser antisemitas. Ellos sí que están sembrando antisemitismo. Ya se sabe que extender la mierda es propio de quienes carecen de argumentos justos.
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