Estoy al borde de un acantilado y seres insignificantes descienden atropelladamente por la ladera de la montaña lanzando gritos como energúmenos. Me hago a un lado y uno tras otro caen y se estrellan contra las rocas, permaneciendo apenas el eco apagado de sus gemidos.
Insignificantes, sí..., pero, ¿se sabe quiénes eran?
ResponderEliminarUn abrazo
Yo al menos los imagino...
Eliminar'...oh, no'!, gritaba en desespero
ResponderEliminarquien de a poco el tifón cruel llamaba a encierro!!
No supe jamás quién fuera aquel energúmeno riente..
Pero lo imaginaba....
Un abrazo
Y si es poéticamente como bien lo haces, mejor, aunque no hace falta sospechar demasiado. No te apartes, y verás.
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