El animal se arrastraba a duras penas. Yo sentía la amargura de sus llagas lanceoladas como si me las hubieran causado a mí. Él se desprendía de su incisión en la piedra de basalto y se acercaba a lamerme las heridas.
Qué hermoso lo del basalto, negro ¿no?. Y qué dionisiaca la imagen de la fusión hombre-animal en el dolor. El alma de lo oscuro viene en profunda compasión humana a lamernos las heridas. Frente al toro bravo de Wert (que se crecía ante el castigo disminuyendo al resto) este se compadece de las heridas humanas por identificación. Creo que en realidad el símbolo apunta a lo inverso, como el cristalino invierte la imagen. ¿Pero habrá perdonado a los alanceadores? Quizás una aportación poética para el debate sobre lo taurino -¿arte, tortura o ambas?- que narra esencialmente desde lo humano mismo cómo ritualizamos tribal, catártica y vicariamente violencia y muerte desde muy antiguo. (Aquí vendría al pelo "La violencia y lo sagrado" de René Girard, en todo caso siempre una delicia literaria de leer) Pero más aún que a los toros, suele desnudar lo onírico al animal semiconsciente que somos nosotros mismos, nuestro animal totémico, y por ahí seguramente hable sobre todo el simbolismo. Psicoanálisis barato y sin abuso de símbolos fálicos, ¿eh?, ja,ja Saludos
El basalto negro existe. Con rostro, con proyección. El dolor es único, aunque se reproduzca por doquier. Interpretas muy bien los significantes. No puedo ni debo añadir nada a tu texto, es soberbio. Aunque yo no pensara tanto en los toros, un asunto tan religioso en España, y no acabo de saber por qué. Y la representación fálica aquí permanecía ausente. No siempre es necesaria, ni por el forro.
Por cierto, no conozco ese título de Girard, me vas a obligar a buscarlo
Ah, y a la canalla falsa y destructiva que mencionas con una W, ni agua. Son víctimas malditas de su propia maldición.
El texto es circular. Las incisiones, el dolor, las llagas, las heridas diluyen el espacio y van transitando por los radianes del círculo. Un abrazo Francesc Cornadó
Qué hermoso lo del basalto, negro ¿no?. Y qué dionisiaca la imagen de la fusión hombre-animal en el dolor. El alma de lo oscuro viene en profunda compasión humana a lamernos las heridas.
ResponderEliminarFrente al toro bravo de Wert (que se crecía ante el castigo disminuyendo al resto) este se compadece de las heridas humanas por identificación. Creo que en realidad el símbolo apunta a lo inverso, como el cristalino invierte la imagen.
¿Pero habrá perdonado a los alanceadores?
Quizás una aportación poética para el debate sobre lo taurino -¿arte, tortura o ambas?- que narra esencialmente desde lo humano mismo cómo ritualizamos tribal, catártica y vicariamente violencia y muerte desde muy antiguo. (Aquí vendría al pelo "La violencia y lo sagrado" de René Girard, en todo caso siempre una delicia literaria de leer)
Pero más aún que a los toros, suele desnudar lo onírico al animal semiconsciente que somos nosotros mismos, nuestro animal totémico, y por ahí seguramente hable sobre todo el simbolismo.
Psicoanálisis barato y sin abuso de símbolos fálicos, ¿eh?, ja,ja
Saludos
El basalto negro existe. Con rostro, con proyección. El dolor es único, aunque se reproduzca por doquier. Interpretas muy bien los significantes. No puedo ni debo añadir nada a tu texto, es soberbio. Aunque yo no pensara tanto en los toros, un asunto tan religioso en España, y no acabo de saber por qué. Y la representación fálica aquí permanecía ausente. No siempre es necesaria, ni por el forro.
EliminarPor cierto, no conozco ese título de Girard, me vas a obligar a buscarlo
Ah, y a la canalla falsa y destructiva que mencionas con una W, ni agua. Son víctimas malditas de su propia maldición.
El texto es circular. Las incisiones, el dolor, las llagas, las heridas diluyen el espacio y van transitando por los radianes del círculo.
ResponderEliminarUn abrazo
Francesc Cornadó
Sí, sí, circular. Te pueden las geometrías conscientemente. A mí, de modo inconsciente, subconsciente y metaconsciente.
Eliminar