lunes, 10 de marzo de 2014

Raíces, 2





Es el chapoteo lo que me excluye de lo cotidiano.

Los nervios que emergen de la tierra sostienen bóvedas bajo mis pies. Lo sé por los sonidos huecos que producen mis saltos. Busco hendiduras que me permitan ver el interior. Meto las manos y recibo frescor. Pongo el oído y me responde el susurro de las profundidades. Restriego el lomo de aquellas extremidades rugosas y hago caminar a dos de mis dedos en vertical como si subieran montañas. Luego, todos los demás bajan en tropel de ellas y se raspan. Se rasguñan,  cada uno queda marcado por alguna pequeña mota de sangre. A veces por rayones rojos, rectos, impecablemente delineados. Luego, me curo con saliva y froto las heridas con briznas de hierba. Pienso en la escritura inevitable de los primeros cortes. Lo que se aprende y lo que se olvida una vez pasa el escozor.  

Es el olor del piélago oculto allí debajo lo que me reconforta.



(Dibujo de Inés González)



4 comentarios:

  1. Y cuánto nos hablan esas bóvedas bajo nuestros pies un 11 de Marzo, esas raíces hacia el cielo en Atocha...
    Un abrazo y mi admiración poética.

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    1. Raíces y miembros amputados que algunos aún insultan, ignoran, desfiguran.

      Un abrazo. Por la salud de la convivencia.

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  2. ser raíz augura la lucha de tronco y rama, una suelta de hojas...sabiendo que si no se mece con la brisa se quebrará en el temporal
    un abrazo

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    1. Tal cual dices, asegurando la supervivencia de la unidad, acaso de la especie. Un abrazo.

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