Tenemos en nuestro país el privilegio de poder acceder al deleite de sus frutos. Conozco a una persona que eleva el vino a la categoría de alimento, y tal vez no le falte razón, puede ser alimento del cuerpo y del alma. Saludos.
Veo que no tienes mucho aprecio por el vino, en la imagen de la parra evocas sentimientos que trascienden a la imagen, bella en mi opinión, la parra trepadora que además de dar fruto ampara cuando el sol no da tregua. Pero el poema tiene una urgencia, un inconformismo que choca con la placidez de la fotografía, y supongo que ahí es a donde querías llegar.
No mujer, también soy de la cultura del vino. Pero le tengo un aprecio justo, tampoco lo elevo a los altares, hay mucho gato por liebre. Es que estoy por desacralizar muchas cosas...
Muy sugerente...
ResponderEliminarAbsolutamente sugerente.
EliminarTenemos en nuestro país el privilegio de poder acceder al deleite de sus frutos. Conozco a una persona que eleva el vino a la categoría de alimento, y tal vez no le falte razón, puede ser alimento del cuerpo y del alma.
ResponderEliminarSaludos.
Alimentémonos del placer que ya llegará la desnutrición de las vidas (suena fuerte, lo siento)
EliminarVeo que no tienes mucho aprecio por el vino, en la imagen de la parra evocas sentimientos que trascienden a la imagen, bella en mi opinión, la parra trepadora que además de dar fruto ampara cuando el sol no da tregua.
EliminarPero el poema tiene una urgencia, un inconformismo que choca con la placidez de la fotografía, y supongo que ahí es a donde querías llegar.
No mujer, también soy de la cultura del vino. Pero le tengo un aprecio justo, tampoco lo elevo a los altares, hay mucho gato por liebre. Es que estoy por desacralizar muchas cosas...
EliminarNo está mal la sinestesia: el vino y lo sáfico.
ResponderEliminarSe lo agradezco profundamente.
Un abrazo.
¿Por qué no las sinestesias? De hecho, aunque no las pronunciemos las soñamos, las deseamos, las invocamos con el deseo.
EliminarYo agradezco tu matiz; hay tantas maneras de emborracharse...