No es infrecuente que por una mirilla entre más luz que por una ventana, piensa desde su rincón. No está seguro si es por un efecto exterior físico y objetivo o por su retina predispuesta.Y por su mente hambrienta. Cuando algún joven del lugar le pregunta cómo se han producido los hallazgos de su vida suele contestar que recogido fetalmente en su catre. O bien debajo del mismo. Job es así de obscuro: para hacer creer a la obscuridad que forma parte de la misma.
(Fotografía de Vivian Maier)
Para llegar a la luz, muchas veces hay que comenzar a buscarla desde nuestra propia sombra interior. Es cierto.
ResponderEliminarLuz y sombra nos nutren, las habitamos, son nuestros reflejos. Independientes existen, pero en cada uno de nosotros se transforman en percepción.
EliminarTodos estamos hechos de luces y sombras, anverso y reverso del existir en el que las palabras actúan como un eje de simetría. Un placer leer la entrada.
ResponderEliminarAbrazos desde Rivas.
Me gusta esa idea del eje de simetría, José Luis. La única duda reside en si es un eje que se mantiene siempre firme, si no tiene mucho de rotación y otro tanto de traslación, como el más célebre. En cualquier caso, las palabras nos permiten caminar por el universo con menos pesadumbre, supongo.
EliminarNo siempre la luz es signo de encuentro con la certeza, con lo sublime, o la verdad. Fíjate en la luz cegadora de una explosión, el final de un túnel, con el encuentro de un vehículo que impactará irremediablemente contigo o si te acercas demasiado al sol...
ResponderEliminarCreo que la oscuridad existe, gracias a esa luz que encierra verdades y mentiras a partes iguales.
Saludos cordiales.
Claro, Rafa. La luz salvaje. Incluso una pequeña: la luz de un rayo láser puede suponer destrucción. Pero comparto tu enfoque luminoso, sí.
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