martes, 26 de marzo de 2013

Café con Thomas




















Decía un presidente norteamericano  llamado Thomas Jefferson  -el tercero de los elegidos en la democracia de Estados Unidos, allá a principios del siglo XIX-   cosas enjundiosas, que remitían a la filosofía política de los clásicos. "En todo gobierno sobre la tierra hay algún rastro de debilidad humana, algún germen de corrupción y degeneración que la astucia descubrirá y la malicia abrirá, cultivará y mejorará de manera imperceptible. Todo gobierno degenera cuando se confía sólo a los gobernantes del pueblo. El propio pueblo es por tanto el único depositario seguro. Y, para que tenga seguridad, debe cultivarse el pensamiento."

Es esta última frase la que me obsesiona. Lo anterior, referido a los rastros débiles de un gobierno, peca de insuficiente y benévolo. No creo que por deficiente voluntad. Supongo que mantenía aún una fuerza optimista pareja y comprensible con el alma joven de una democracia nueva. Pero hay lugares sobre la Tierra donde la democracia existente, además de estar aún escasamente asentada, sufre no tanto la excepción como la regla de esa corrupción y degeneración paralelas. No son ya gérmenes sino procesos en desarrollo cuando no tumorales para todo el cuerpo social (ay con el lenguaje metafórico que aleja al individuo de la colectividad generando conceptos como si fueran ajenos) Lo perverso de la corrupción no es que toque solo a unos cuantos que tienen amplios recursos de poder y acceso a operaciones de envergadura, sino el modelo que transmiten  -que han venido transmitiendo-  para pautas de comportamiento más o menos generalizado entre los habitantes de Sansueña, que decía el poeta Cernuda. 

Ya no nos sirve el recurso a la naturaleza humana para justificar debilidades, vicios, engaños y todo el rosario de desatinos con el que nace un hombre. El antídoto lo señala Thomas Jefferson: ejercitar el pensamiento, dialogar, indagar dentro de uno y en agrupamiento sobre los asuntos de la colectividad. Entiendo que el combate contra la comodidad de la ceguera cuesta, y mira que es contradictorio sentirse cómodo y a la vez pasivo. Van siendo tiempos no tanto de esperar de los gobiernos las medidas que jamás llegarán, como de centrar el pensamiento y derivar propuestas hacia nuevas formas de cooperación entre los humanos. En otros tiempos estaba claro que el alcohol y la religión eran el opio del pueblo (por utilizar una frase célebre pero que se entiende bien)  Pero hoy día, ¿cuántos opios hay y con cuántas formas no se nos deja de ofrecer a cada uno? Cultivar el pensamiento. Enriquecerlo, imaginar siempre un paso más sobre lo existente. Tómate un café a la salud de la Humanidad, Thomas.



4 comentarios:

  1. Yo también me tomaré un café a la salud de la Humanidad, aunque últimamente ando mal de tiempo para entrar en los blogs y empaparme de buenas reflexiones no he renunciado a la tertulia de un café en buena compañia, lástima que la distancia física no permita que pueda compartir ese café contigo Fackel, estoy segura de que sería de lo mejor, un abrazo!!

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    1. Para compensar las limitaciones espacio temporales y otras hierbas están los blogs. Gracias por tu comentario, un abrazo.

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  2. De las más hermosas entradas que te he visto hacer, con tu permiso lel "enjuiciamiento".
    Un abrazo, Fackel

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    1. Lamento estar tan agrio últimamente, pero siempre es mejor desahogarse en este plan que no envenenarse uno por dentro si no da salida a las rabias. Un abrazo.

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