domingo, 13 de enero de 2013

Mil ojos






me gusta mirar; siempre lo he hecho pero ahora tengo, ¿cómo decir?, ¿mayor conciencia de la mirada?; suena bien, pero no es una boutade, aunque admito que es algo extraño; como si tratara de asir lo que veo como nunca lo había tomado antes; por supuesto, no todos los objetos reclaman la atención de mi mirada; hay quien dice que no quiero ver muchas cosas; probablemente sea cierto; hay temas que ya no me llevan al huerto como no me seducen o no compensan mi curiosidad; temas que me resultan anodinos o que agobian como si no ofrecieran perspectivas; tampoco es verdad del todo que no quiera mirarlos; los observo discretamente, con más distancia, tratando de que no me involucren neciamente; pero aquello que miro lo miro con consecuencia, con ganas de saber qué hay tras su primer rostro y a qué sabe su sustancia; es por eso por lo que a veces tengo la sensación de que mis ojos se multiplican; no me refiero a las órbitas o a ese túnel maravilloso llamado retina; y que esa sensación plural dimana de una especie de ojo interior que a su vez creo que deambula por muchos lugares; otras veces delego mi mirada; hace tiempo descubrí que había otros ojos, más allá de las ubicaciones tradicionales; innumerables ojos; no me refiero necesariamente a ojos que nos controlan; este tipo de ojo los odio y me hace avergonzarme del estadio cultural de la especie a la que pertenezco; hablo sobre todo de ojos que miran para mostrarnos otras dimensiones; que miran por nosotros y nos enseñan a mirar; ojos que son además reflejo de otras personalidades, de otras proporciones; no estoy inventando nada; creo que esto mismo que expongo lo han percibido muchos a lo largo de la historia humana; el ojo es uno de los símbolos más vigorosos y los hombres supieron entenderlo desde el principio; que el simbolismo se haya convertido en cultos, creencias o introspecciones ocultistas no resta un ápice el valor del significado; ¿lo descubrieron antes que nadie los artistas?; es probable; los artistas lo descubrieron todo antes que los hombres comunes; con decir que descubrieron lo principal: el carácter de la fecundidad de la mujer, de los animales y de la tierra; ello me lleva a pensar si el ojo fundamental no residirá precisamente ahí, en el origen de cada uno, en el seno donde somos encarnados; si se repasa la obra del arte encontramos el ojo por doquier; un ojo, oh sorpresa, fuera de lugar; un ojo que lo es todo, que ha trascendido un mero espacio físico para capitalizar significados que los mismos artistas preservaron; yo mismo he caminado por mi ciudad y he encontrado en edificios, esculturas e incluso árboles ojos que, sorprendentemente, he comprobado que otros paisanos no ven; pero esos soportes físicos, elementales, que levantan acta de simbolismos ritualizados no me interesan tanto como mi propia mirada; así que últimamente, en combate con la miopía y los años, mi propuesta es convertirme en otros ojos; buscar otros ángulos, por ejemplo aquí








(La ilustración de entrada es obra del turco Kursat Zaman)


10 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho esta entrada. Suficiente para pensar y reflexionar varios días. A no ser que cerremos los ojos y pensemos que lo que miramos no es más que un trampantojo. Saludos de domingo!

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  2. Tenía la intuición de que eras tu. Como ya te he dicho en el nuevo bloc, fantástico apunte y grandes fotos que nos ayudaran a saber mirar.

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  3. Y en ésto que tu mano escribe, también están tus ojos, toda la piel que nos define es un "gran ojo". Ya lo sabe, los ciegos también miran.
    Cada poro, cada célula, agrupadas o solas miran.
    Usted es un gran "mirón"!
    Gracias por todas las miradas que nos muestra.

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  4. ¿Pero el ojo está en nosotros? ¿O en nuestro origen? Es decir, el ojo descubierto por el artista como creador; el ojo como herramienta del artista para crear. O en el hombre como un apéndice más el cual decide si usarlo y ver, o no... ???

    Cosas de lunes.
    Saludos fenicios,
    PterP

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  5. Francesca, y es que abundan los trampantojos. A veces me pregunto si no viviremos una sociedad-trampantojo.

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  6. Enric, buen olfato y mejor ojo, o a la inversa. O mi inveterada manía de no resistirme ante el matiz de un paisaje, una situación o un sueño. Por eso ese nuevo blog, ya veremos lo que da y doy de sí al respecto.

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  7. Inés, y no me retracto de ser ese mirón. Eso sí, con cautela y mucho disimulo, jaj. Los paisajes también tienen su corazoncito y los matices se mueren de ganas de ser captados. Gracias.

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  8. El ojo es siempre el seno materno, PeterPan. Lo dice su adorado Juan-Eduardo Cirlot que dice que dijo Jung. Fíjese, si nos apartamos del símbolo y nos quedamos en el elemento físico la potencia del ojo real reside en la retina. Una especie de vía de ida y vuelta, que recibe y da, que extrae de lo observado y permite elaborar conceptos más atrás allá en la mente.

    Saludos vacceos.

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  9. Como una cárcel panóptica. Todos nos miran y piensan que harán con todos nosotros.
    Salud

    Francesc Cornadó

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  10. No todos los ojos son expresión del control ajeno sobre nuestra vidas, pienso. Hay otro simbolismo. Los ojos que están ahí, sin ánimo de fiscalización, para que desde ellos proyectemos nuestra visión. Durante un tiempo se consideró a la intelectualidad ese otro ojo mil ojos de la mosca (incluso cojonera) que veía, hablaba y daba la cara por el común. O cierta prensa, o ciertos otros...Yo, ante carencias, abandonos y resistente a las delegaciones personales, busco mis propios ojos que andan desparramados por doquier.

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