martes, 1 de enero de 2013

Al despertar



Al despertarse siguió viendo al niño. No le importaba que el año hubiera sido duro. Los otros niños caídos para siempre. O los que desaparecieron hace tiempo para convertirse en ancianos huérfanos de ilusiones. O simplemente los que se rindieron por perder el sentido. Perder el sentido de las cosas debe ser de lo peor que hay. La gente se comporta entonces de manera muy rara, aunque a su vez lo considere normal. Compra, aparenta, exhibe, ocupa, da codazos, se desplaza sin ir a ninguna parte. Vanidades. Vanidades tocadas del ala porque vivir es insatisfactorio. Exige una posición y ubicarse o mantenerse en una posición depende de la fortuna. Un ave que sobrevuela a los hombres. A veces, muy excepcionalmente, un ave del paraíso. Con frecuencia un halcón cuyo vuelo es ordenado y dirigido por el halconero. Tiempos de halconeros que deciden sobre la suerte de los hombres. Esa suerte que se desplaza entre nacimiento y muerte, y puede anticipar ésta, incluso. Ver al niño interrogarle con una mirada larga le resultó sorprendente, pero también le hizo ilusión. Sé que estás, ¿te parece poco?, pareció escuchar decir al niño. Porque el niño utiliza pocas palabras y siempre habla con una mirada que rota sobre un eje invisible. Tiene tanto de planetario...Al despertar, saboreaba todavía la fabulosa historia del animal que pobló el laberinto y fue asesinado impunemente. También recordó con satisfacción las palabras de otro niño que no pudo más:

"...prudencia siempre, pero también coraje"  (*)

Un lema estimulante con que santiguar las horas de la tenaz lucha cotidiana por la vida.




(* Cita de Francisco Fernández Buey, muerto en agosto pasado)



18 comentarios:

  1. Bien cierto. Gracias por estar ahí. El año ha comenzado con lágrimas, pero leerte me ha animado, aunque siga llorando. Lo siento, viene bien, hay que dejar que el líquido arrastre consigo el dolor. Bs.

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  2. No sé como pasamos de un año al otro, no tengo claro en que consiste.
    Leer esto un martes por la mañana, sin prisas y recordar esos halconeros, la mirada planetaria de un niño, las palabras de F.Buey, me moviliza mas que un número en el calendario.

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  3. Cierto, la mirada del niño, que se busca en todo lo que le rodea y todo le fascina. Y la mirada del adulto que sueña con tener antes que ser. No es que se haya perdido la inocencia: se ha perdido la esencia.

    Fackel, feliz año para ti y todos tus lectores.

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  4. "Se desplaza sin ir a ninguna parte...", ¡cómo me ha gustado esta frase!...no dejemos al niño, no lo matemos aunque tenga ojos tristes...Un abrazo fuerte!
    (http://nuevacasaazar.blogspot.com)

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  5. Hermoso ese niño que llevamos dentro. Quizá es bueno darle la palabra.
    Un abrazo y feliz año dentro de lo que nos dejen.

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  6. Emejota, lo importante de esas lágrimas es que sean desintoxicantes y no dañen el organismo, así que ánimo.

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  7. Pasar de un año a otro no consiste en nada, Balbi. Son maneras de organización de la vida social. Reconozco que ayer tuve un día constructivo en el enfoque de lo que venga. No sé si me durará pero haré el esfuerzo. Gracias por tu comentario.

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  8. Enric...lo cual genera contradicciones, choques y dificultades en el interior de uno y en la relación con los del entorno. No todos pensamos ni vivimos con criterio análogo, y ese deber optar por lo pragmático del tener-tener-tener sin medida. Lo que pasa es que si perdemos la esencia perdemos la inocencia, sospecho.

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  9. Francesca. ¿No pasa eso? ¿No tienes la sensación de que la grey y cada oveja de la misma se mueven en círculos viciosos? ¿Precio de la subsistencia o precio de andar sin rumbo simplemente? No matemos al niño, objetivo y propuesta. Muchas gracias.

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  10. Isabel, gracias. Tal vez hacer presente el niño en cada uno de nuestros actos, en la intimidad de nosotros mismos, como testigo permanente, nos aporte la pizca de alegría y curiosidad que a su vez desembocan en satisfacción. Una risa, un entender algo, una relajación instintiva, un margen nuevo que damos para no colapsarnos.

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  11. Hola, me gustó tu entrada.
    Ese niño/niña, que todos aún conservamos en un rinconcito, hay días en los que se revuelve ante tanta hipocresía. La infantil mente no comprende que la vanidad, el egocentrismo, la codicia, el cinismo, y demás emociones humanas. La mirada transparente debería sobrevivir a todos los avatares de la vida. Observar con la límpida mirada infantil sería un estado ideal para afrontar muchas situaciones que somos incapaces de resolver como adultos.
    Cordial saludo.
    Pd.: iré leyendo por aquí,

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    1. El ser es único, no obstante su pluralidad, su evolución compleja y su edad. Nadie crece por nosotros, nadie llora por nosotros, nadie aprende por nosotros, nadie ama por nosotros, etc. Una cosa es que de mayores no funcionemos con todo el cuadro mental de la infancia, obviamente. Y otra que hayamos renunciado del todo a elementos que siguen siendo válidos de aquel tiempo. Por ejemplo, el juego. Por ejemplo, un cierto y candoroso sentido de la inocencia no aplastado u olvidado del todo, que ya de adultos nos hace generosos y nos lleva a no perder el norte de ciertos valores. ¿No te pasa a ti que aun sabiendo la maldad que nos rodea te resiste a aceptarla del todo?

      Tus observaciones en este coment son valiosas, correctas, positivas y muy gratas. Puedes pasarte cuando gustes. Saludo codial siempre.

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  12. Abono exuberante para una vida: Mirada tremendamente ingenua y perspicaz y dulzura hiriente en el gesto.

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  13. Quiero añadir: Hiere tanta dulzura.

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