viernes, 4 de mayo de 2012
El grito de Munch más expresionista
¿Pintó Edvard Munch El grito para dejarnos con la boca abierta?
¿Abierta por su particular expresionismo en que las formas se han convertido en peregrinación del cortejo de los cultos?
¿Cultos viene de cultura, de liturgia o de cultivar?
¿Se cultivan las artes para expresar el alma humana?
¿El alma humana? ¿Qué es eso? ¿Qué fue de ese eufemismo?
¿El eufemismo se pone a disposición del mejor postor?
¿Los postores se convierten en impostores cuando licitan sobre una obra?
¿Una obra se hace para que se traduzca en fluctuación del mercado?
¿El mercado del arte es más nutritivo que el de las hortalizas y las frutas?
¿Frutas maduras o inmaduras?
¿Inmadura la mente de los mercaderes? Oh, mi ingenuidad.
¿Encontraron los mercaderes el reino de sus cielos en la tierra?
¿La tierra produce gritos?
¿Los gritos suponen sabrosos beneficios?
¿Yo me beneficio, tú te beneficias, nosotros nos beneficiamos, vosotros os beneficiáis...?
¿Cuántos, cómo y de qué manera se han beneficiado de los 91 millones del grito subastado de Munch?
¿Munch? ¿Quién, Edvard?
¿Edvard lo pintó con esta perspectiva que ahora ha alcanzado su vértice?
¿O fue otra la perspectiva que tuvo en mente?
¿Su mente se inspiraría en otros gritos?
¿Quién reconoce los otros gritos, los del silencio, la vida que se niega, el clamor que se sofoca?
¿Sofocó el lienzo de la vida a Munch?
¿Pintó Munch El grito para enmudecernos de vergüeza?
¿Dónde habita entre nosotros la vergüenza?
* Preguntas de un diletante que desearía dejar de creer en el arte.
Muy bien planteadas las preguntas.
ResponderEliminarEl mercado del arte, sus miles de expertizadores, intermediarios, vergonzosos especuladores todos ellos, sus asquerosos "coleccionistas", otros especuladores con capital manchado de origen, sus publicistas, los críticos de arte del tinglado, sus carísimos museos.
Da asco pensar en el precio que alcanzan los totems artísticos.
La pena es que obras realizadas con otra perspectiva, acaben convertidas en totems, deglutido su valor como obra en valor económico. Así es el mercado, así es el capitalismo.
El valor de las cosas, sean obras "dearte", sean objetos, está absolutamente alterado. Tanto el valor que se les da como el valor económico.
Quien trata de vender una obra antigua, se encuentra de cara con toda esta red: nada vale nada, pero el presunto experto que compra ese objeto sin valor, milagrosamente lo valoriza, luego milagrosamente se revaloriza aún más en la siguiente venta... hasta el infinito.
Se puede creer en el arte, no en la historia del arte ni en el mercado del arte, ni en los tinglados de museos, y otros intermediarios del arte.
Vaya, allá va la cuarta: disculpa que te haya puesto 3 veces el mismo comentario largo. Mi red es lenta, cara y mala. El capitalismo es así
ResponderEliminarCasilda, no te preocupes, me pasa a mí a veces, ya he suprimido lo sobrante.
ResponderEliminarMe permitirás que no añada nada a tu opinión. Simplemente que la comparto. A mí este tipo de cosas -las subastas y los precios desmesurados- me hace reflexionar. Hoy lo he querido hacer un poco bajo una forma poemática posiblemente nada buena pero cargada de sana intención rabiosa. Me hace ver que en todo hay que distinguir el trigo de la paja. Que quien defina la aportación o la calidad de una obra de arte no puede ser el mercado, los mercaderes, los Estados ni los tontoslasnarices que abuden al servicio de las empresas periodísticas o propietarias. Por ejemplo. Desearía no creer en el arte si el arte fuera solamente la intermediación, el lucro y el engaño. Más allá de este proceso calvinista evolucionado (evolucionando) hacia el caos procuro percibir las claves de lo que ha salido de las emociones, la racionalidad y las manos de ciertos hombres en ese engendro que llamamos historia.
A veces los pequeños objetos artísticos que uno encuentra por el campo o recónditos en una ciudad proporcionan más admiración y asombro que lo que se nos ofrece como "el no va más".
Por cierto, vi en cierta ocasión en Madrid, ya hace años, uno de los Gritos, de Munch, y había muchos más cuadros del mismo en aquella exposición. Por supuesto que me admiré. Pero también hay que saber ver el revés del arte. Y no caer en la trampa que es mejor lo que más vale en dólares, euros o libras.
Cuidarse.
El delirio de pretender poseerlo todo a través del dinero. También lo que nunca podrán alcanzar: el esfuerzo grotesco de intentar quedarse con lo inasequible. Una muestra más de la perversidad del sistema.
ResponderEliminarMe gusta el formato en que lo planteas.
Un abrazo.
No tengo respuestas o no quiero tenerlas. Sólo sé que vamos en mal camino. Que llueve, que hace frío, que el tiempo es inclemente, y cada uno se preocupa sólo de sí mismo.
ResponderEliminarYo sí creo en el alma humana, por desgracia, porque no la tengo en muy buena consideración, aunque sea la mía. Y creo también en el arte, en su poder estético y ético a la vez.
Diana, qué pensamientos tan precisos como clarificadores ofreces. El ansia y la ambición, simbolizada en el precio y el valor de los productos desvirtúan y prostituyen todo en esta vida. Los pensamientos, las creaciones artísticas, los oficios, la convivencia, el ocio, el trabajo, la amistad, el amor...La perversidad del sistema con un efecto mutuo. La sociedad se nutre de esa perversidad y como ésta se reproduce en el seno amplio de la sociedad es como si se necesitaran. Las actitudes de otra ética, la noble, permanece en lo oculto, en las individualidades que resisten la perversión. Y las hay.
ResponderEliminarLo fácil es dejarse llevar y asumir nuestra perte alícuota de esa perversidad, ¿verdad? Pero llega un momento que es repugnante y asquea.
Gracias por comentar, sí.
Ramón. La conciencia de la individualidad es uno de los triunfos heredados de la Ilustración. Pero la individualidad no es una isla desierta y no se puede vivir sin un pacto y acuerdo con otros individuos. Mas ese pacto está quebradizo hoy día. Todo tiene que pasar por el tamiz del valor económico, parece que si no es así no existiera nada y no existiéramos los individuos.
ResponderEliminarVer el arte del revés - o del derecho - y participar boquiabiertos en la fanfarria que rodea a la creación. Vida deseable la del artista que puede vivir de su obra y obtener los medios para la experimentación creativa(viajar, leer, conocer tipos intensos...). Ese deseo de público y medios, fama o gloria, supongo que envenena el arte "in nuce", incluso para aquellos que solo nos movemos por el extrarradio de la creación. Entre la orgía de la subastas y el artista en su laboratorio hay un continuo, el flujo del adicto a las creaciones.
ResponderEliminarLa boca abierta del niño de tu foto nos habla de otra cosa y de la misma. Es un grito que apunta al dolor y al hambre sin pretensiones artística ni teatralidad en el origen y que, sin embargo, nosotros comenzamos a manipular con la perspectiva, el juego de sombras, la composición...Como si no pudiéramos asumir el concepto abstracto de la miseria cruel sin mediación. Eso hace del arte algo necesario.
Desde luego, no es conveniente desde esta toma de conciencia sobre nuestra implicación en la farsa - al fin y a la postre consumidores de cultura - asumir la impudicia de la obra de Munch en la subasta. Es asunto de ellos en primera cara. ¡Cuánto gritaba el dibujo mientras aquellos hombres pujaban (o al menos yo, que creo en la moralidad del cuadro, así lo vi)!
Hermanado en la repugnancia del dibujo y en tu foto del niño moribundo, entro en el recinto de los que rezamos salmos por la supresión de tanta vergüenza e injusticia.
Somos parte del festival pagano, pero tratamos de ser otros en nuestra indignación que debe revolverse constantemente para evitar ser absorbida por el coro del mercado que nos grita: todos somos mercancías.
Salud y librepensamiento
Luis, tienes razón al hablar de impudicia de esa subasta. No creo que Munch pensara en que llegaría a ser objeto de tráfico tan abusivo. Lo malo es que para la masa social el valor económico otorgado a una obra de arte le hace creer que por ello es más obra, más reconocimiento y más arte. Los mercaderes lo están jodiendo todo. Y ya no tiene que ver con los mercaderes renacentistas que ponían en circulación las obras de encargo. Esto es ya otra cosa. Dentro de poco formarán parte de los casinos tipo Las Vegas en versión Alcorcón, que es lo que quieren traer esta farándula del PP en lugar de agarrar el toro por los cuernos. (Aunque mejor que no agarren nada, no vaya a ser que nos dejen en pelota)
ResponderEliminarSi creemos en el Arte, tenemos que creer en el ser humano, este es el contrasentido, o la acumulación de sentimiento contradictorio a la que nos lleva nuestra creencia, un conflicto que sólo puede sr resuelto creyendo en el individuo, no en lo que el grupo, sea cual sea, tiene por fuerza que llevar a la práctica, por fuerza porque le es inherente: habilitar estructura, jerarquías, igualdades o intercambio. Todo esto es lo que forma la costra dura de la nomenclatura. El arte es la única realidad posible que consigue traspasarla y enseñarnos la verdad de las cosas, y el Arte sólo puede proceder del individuo. Un poco claro lo tengo en ese sentido, y creo que gracias a que soy Historiadora del Arte.
ResponderEliminarMunch "profetizó" el grito de este niño. Pienso que de alguna forma se alegraría de la barbaridad del mercadeo con su obra: hace evidente lo que él quería hacer evidente con su/s pintura/s. Para quien sepa "leer", claro.
Un saludo, Fackel.
Besos
Sofía, ¿crees que Munch se alegraría de ese mercadeo? No sé, me cuesta creerlo, no creo que imaginara la proyección en valor que iba a adquirir su obra.
ResponderEliminarFrente a la miseria humana uno desearía dejar de creer...o decir aquello de ¡maldita belleza! Esto es lo angustioso, que tengamos que compartir la belleza con el más horrendo estado de la miseria. Bien, ha sido así siempre, pero cuando los mercaderes relanzan el valor de una obra de arte exageradamente a mí me produce una quiebra moral.
Un abrazo.
Fackel, pero es que eso no debería producir una quiebra moral, porque ESO no tiene nada que ver con el Arte, o mejor, es el triunfo del Arte, de la "mentira" del Arte, el arte miente para poder hacer evidente la verdad, y ningún mejor triunfo que dejarlos en evidencia con su mercadeo.
ResponderEliminarCuando he dicho lo de que Munch se alegraría, me he referido a él como el autor Munch, no la persona Munch. Hay una gran diferencia, un paso abismal dificil, muy difícil de soportar por cada artista. En esa capacidad para soportar ese desdoblamiento está la clave de la generación de la obra de Arte. una cosa es la obra y otra la persona, y eso, cualquier autor lo sabe. En todo caso, y figuradamente, he aquí la sutileza, sí me he referido al autor Munch a modo de metáfora. Nunca jamás he querido decir que la persona Munch se alegrara de tal o cual, entre otras cosas porque "no la conozco". Al autor, sí lo conozco algo más.
¿crees tú que , por ejemplo, alguno de los que aquí podemos dolernos ante la visión de ese grito de niño hambriento estaríamos capacitados para percibirlo en todo su transcendente horror caso de no haber estado en nuestra mente /"subconsciente colectivo" el hecho de la obra de arte "El grito" de Munch?...y más, ¿habrías hecho tú una entrada alusiva caso de que esa obra no hubiera alcanzado cotas tan inasumibles por un ser humano con dos dedos de frente y de corazón ? No digo que no, pero al menos esta entrada, que levanta el corazón, está hecha en base a la existencia de un acto moralmente negativo a partir de una obra de Arte, y sin embargo tu entrada, es moralmente positiva...
No sé si logro explicarme, pero sí me gustaría, claro.
Besos
Vale, vale, precisando te entiendo mejor, Sofía. Pero te diré que se conozca o no el Grito de Munch, no creo que llevándolo en el subconsciente, si es que lo llevamos, nos impacte más que la miseria del niño de la foto. Más bien creo que es a la inversa. Las miserias humanas nos llevan a captar una cierta dimensión de una cierta expresión artística que busque las realidades humanas. Para ver el Grito yo tengo que efectuar una labor de abstracción personal que luego la racionalizo y convierto en símbolo, incluso emocional, para acabar pensando "ceci n'est pas un cri". Hay un condicionamiento incluso psicoanalítico en el tema. Por otra parte, la imagen del niño me produce una emoción refleja, inmediata, se traduce en rabia, indignación, hastío de la sociedad que lo permite, etc.
ResponderEliminarBueno, no trato de llevarte la contra, sino e dar más elementos de visión. Qué quieres.
Gracias por polemizar.
:), no era mi intención polemizar, ni discutir, Fackel, pensé se me había sobreentendido, al intuir por tus palabras que no había sido así, sólo he intentado explicarlo más claramente, aunque para ello fuera en contra de lo que ese estima como cortesía bloguera, la de que la última palabra debe tenerla el autor del post (pienso que debería ser al contrario, ya que el autor es el primero que habla con su post, pero bueno, reconozco que en el mismo mío intento adaptarme a lo que mayor número de personas entiende que debe ser este sistema)
ResponderEliminarAún así, y sólo por defender el valor de la obra de arte, su valor de verdad,sí me gustaría poder añadir algo...el grito de Munch cumplió su cometido, el único que corresponde a cualquier obra de arte, sensibilizar, y nos guste más o menos, ese grito de Munch fue dado antes de que esa fotografía existiera, y, si no es porque ves la fotografía, este post tuyo no habría sido posible, tú eres el que los has interrelacionados aquí a causa de un mal moral..¿te parece poco éxito para una obra de arte, poco trascendencia?..poca en comparación con el hambre de ese niño, el desgarro que provoca verlo, pero la obra de Arte no tiene la culpa de la injusticia en el mundo. Es todo lo contrario. la obra de arte sensibilizará, muy poco a poco, todo es lento en la historia del ser humano, lento con respecto a lo que nos corresponde vida individual. Al sensibilizar, la justicia, la moralidad "buena" irá aposentándose en la mente de los hombres, cada vez necesitarán menos el grupo, porque cada vez tendrán menos miedo de su semejante, y así, las estructuras levantadas, que son las responsables de que esa verdad no se manifieste (la verdad como la moral buena: la "verdad" es que ningún niño debe pasar hambre) irán cayendo por su propio peso o dejando de ser necesarias.
Lo que sí te aseguro es que un siglo antes de Munch casi nadie se horrorizaba ante la visión de un niño llorando por hambre, salvo quizás, la propia madre. Esta de más decir que mi afirmación era un juego puramente retórico, eso sí, basado en una verdad de hecho. El grito de Munch es anterior a este post tuyo, y también al impulso que llevó al fotógrafo a disparar esta fotografía, y también anterior a la conciencia actual popular sobre el hambre en el mundo. La valoración de una obra de arte requiere del esfuerzo de situarnos en su lugar, es decir, fuera de nuestro tiempo, o sea, fuera de nuestras sensibilidades contemporáneas, o sea, lleva al espectador al no-tiempo: es por esto que en la costra dura de la nomenclatura alcanza esos valores materiales tan obscenos, es su forma de señalar dónde está el mal, da igual el tiempo que sea.
Un saludo afectuoso, Fackel
Sofía, no estoy de acuerdo en que por cortesía bloguera la última palabra en un post tenga que tenerla el bloguero que lo promueve.
ResponderEliminarLa polémica me paree siempre interesante, sana y fecunda, así que en tiempos de aquiescencia y de sometimientos variados que hay por ahí, nosotros polemicemos, jaj.
¿De verdad crees que el Grito munchiano sensibilizó? ¿En qué, en formas y estilo artísticos, en solidaridad, en autointrospección, en conocimiento del psicoanálisis? Yo no lo elevaría a categoría excelsa, aunque admito su alta representación simbólica. Pero en tiempos de abundancia de fotografía e imágenes que nos transmiten de prisa situaciones casi just in time, pues quedará como un altarcito que ya vemos que es de oro (a tenor de lo que cotizan por él)
Bueno igual es que me pillas muy deconstructor últimamente. Y entiéndaseme que no resto importancia y acierto en esa representación, hija muy de su tiempo y que de alguna manera predice toda la miseria y muerte que conoció Europa durante el siglo XX.
En el siglo XIX los niños europeos lloraban tanto como los africanos actuales. Al menos los del proletariado miserable y de muchas infraclases campesinas, que eran mayoritarios.
Por favor, no quiero ser el último en cerrar el post, es como si quisiera tener razón y, lo que es peor, imponerla. Y lo mío son dudas y cuestinamientos.
jeje, pues a mí me pasa igual, ¿eh?, así que habla tras lo que te diga, por favor. Creo que a ambos nos sucede lo mismo, mientras escribimos también pensamos (lo cual no es demasiado habitual) y así no cesamos de volver a plantearnos interrogantes.
ResponderEliminarClaro que esta obra sensibilizó, no porque fuera ella o de Munch, quiero decir más conocida, sino porque cada obra de arte sensibiliza "per se". Da igual que la vean/lean una, dos personas que cinco millones de una tacada. Por supuesto su potencial sensibilizador será mayor si lo ve mayor número de personas de una vez, aunque el hecho del tiempo, el que favorece la transmisión de esa sensibilización de una a otra persona también tiene su importancia.
Estoy segura de que, cuantificando relativamente, antiguamente morían mayor número de niños de hambre que hoy en día, y también cuantitativa y relativamente antes se escandalizaban menos personas ante la visión de esa realidad.
Por supuesto el grito de Munch sólo participó como un grano de arena más entre las miles de obras de arte del momento y tiempo sucesivo, sino que probablemente el autor atinó (el arte es muy complejo, :)), qué nos influye qué no nos influye, or qué una imagen, palabra tiene más trascendecia que otra, es un nunca acabar, precisamente porque es un ser VIVO) a grafiar una angustia atemporal del ser humano..así, pienso yo que, mirándola, un hombre de neandertal también sabría de lo que habla. En épocas más clásicas, pienso por ejemplo en un leonardo, también lo habría sabido, pienso por ejemplo en una madre del siglo XVII..también lo habría sabido..pienso en la madre de este niño, también lo sabe.
Pienso en cada uno de mediana cultura o educación que lo pueda ver más allá de sus gustos personales ..también, también sabría de lo que habla.
Así que si un "algo"logra traspasar tiempos y "clases" jerarquizadas, ¿cómo no va ser capaz de atravesar el alma humana que es mucho más blanda?
:)
Claro que sensibilizó, y en ese sentido entiendo el valor de su precio, por más que escandalice..algo así, no tiene precio para el hombre; pero el hombre necesita poder nombrar, por eso tenemos que "nombrarlo" de alguna forma, y la forma es etiquetándolo con unos números referentes a cantidades ingentes de dinero que, la verdad sea dicha, no es nada más que algo muy virtual, el dinero: un código "ejemplar" para figurar otros valores.
Disculpa si no me extiendo más, ando un poco cansada.
Besos