esta manía suya de buscar significados en los textos antiguos le apacigua; diría más, le sostiene; hay algo en ellos que incluso ratifica su propio criterio, y esto le hace feliz; como si hubiera leído mis pensamientos me dice: hay mucha clarividencia en ciertos libros del pasado; si los sabes interpretar, si no los tomas nunca como una visión rígida y, por supuesto, si no los conviertes en dogma; probablemente es la transmisión de lo experimentado por otros hombres, pero no sólo eso, es también una elección aguda de aquellos aspectos más obvios y acaso repetidamente digeridos de la vida humana; claro que, una de dos, o la mayoría de los hombres no los han leído jamás o no los tienen en consideración como guía de una cierta manera de conducirse, dados los errores y fracasos en que inciden una y otra vez; ¿o acaso es el alma humana que no cambia?, le corto aun sabiendo que lo va a tomar como un tópico; ah, la naturaleza humana, viejo cajón de sastre para justificar las conductas que no sabemos reconducir; lo que me gusta del Libro del Desconcierto es que su tiempo imperativo es una invitación; cierto es que este modo de inducir puede ser recibido por el lector de modo dual; la repetición de una forma de estilo puede suscitar rechazo, pero, al menos, no percibes esta forma como una obligación; mira qué a pelo de la involución que nos cae encima viene esto que estaba leyendo ahora en esa obra: y pues verás cómo la mano del hombre se alza contra el hombre, no clames en vano ni recurras a seres de ficción para que lleguen en tu ayuda; más bien concéntrate en tu sentido; carga con razón tus argumentos; la libertad te guía en lo más profundo de ti, pero la obra no está solo en tu mano; aproxímate con talante abierto a aquellos en los que adviertes que les guía también esa libertad íntima y constructiva, a quienes muestran un talante análogo al tuyo; porque del número hay que hacer confianza y fuerza, pero no triunfo y menos violencia; debéis tener claro que no se avanza si no paráis el golpe primero; pero si lo lográis y avanzáis, tened claro al menos en que dirección lo vais a hacer; ¿no te llegan las palabras cargadas de estímulo?; no he dejado de mirar por el rabillo del ojo el periódico que hay sobre una mesa; sus titulares hieren
Pues si, eso parece ¿verdad?. Bebiendo del aljibe cuya agua pura y destilada de forma natural nunca se acaba. Bs.
ResponderEliminarme resultó muy interesante
ResponderEliminarsaludos
Es que yo sé que tú también, como tus personajes, vas buscando significados no sólo en los textos antiguos. Los titulares no son más que eso, aunque lo contengan todo, como un depósito (cajón de sastre, pues) fúnebre.
ResponderEliminarLos titulares hieren pero la literatura nos puede salvar.
Lo cierto es que leyéndote capto esa complicidad que me acopla a tu manera de ver y sentir la razón y la vida.
ResponderEliminarQuizás por eso no me resulta difícil entenderte.
La lectura debe ser como un medicamento que alivia el dolor y restablece las necesidades,pero hay que tener en cuenta los efectos secundarios y no dejarse intoxicar por ellos, solo, temporalmente,aceptarlos ,sabiendo que acabaremos manejando el dolor si desmantelamos su origen con la ayuda de otras experiencias.
La involución es el recurso de aquellos que temen avanzar, porque en el avance pierden sus credenciales y se desmoronan sus epitafios sangrientos.
Es realmente un placer leerte, por lo que aportas y lo bien que manejas la gramática.
un abrazo
Aljibe, qué palabra tan bonita, Emejota. Se la debemos, como tantas otras, a la cultura árabe. Bebamos, pues, de ese agua.
ResponderEliminarGracias por pasar, Omar.
ResponderEliminarRamón, a veces dudo de todo. La literatura nos permite escaquearnos. Ya no sé qué decirte.
ResponderEliminarBuena noche.
Bien expresas la cuestión, Genetticca. Digo yo si no le pasaría a Alonso Quijano algo semejante, que se dejó llevar por efecto secundarios; claro que eso sería lo de menos cara a la inmensidad de la obra.
ResponderEliminarSea la involución un recurso o más bien una situación colectiva (me inclino más por esta) lo cierto es que puede resultarnos todo muy caro. Obviamente, solo a posteriori podremos hablar de cómo hemos aprendido la lección, si es que la aprendemos esta vez.
Vaya, yo sí que agradezco ese piropo, la verdad es que me estoy haciendo bastante maniático y disto mucho de ser ortodoxo sintácticamente hablando.
De todos modos, cuando en un país se llega a ciertas situaciones no hago más que preguntarme cómo influye la lectura en los individuos.
Un abrazo.
Ja,ja, estudié árabe en la facultad, en segundo; me la dejé para la convocatoria de Septiembre y poderle dedicar algún tiempo durante el verano; y me cayó un "sobre", no se ni como, porque luego me olvidé de todo.
ResponderEliminarLo de las palabras que comienzan por prefijo al-, y más en la tierra de mis ancestros, derivan del árabe, como el sistema de cultivo por terrazas, como parte de mi sangre. (Convencida estoy por la fisonomía de los varones ancianos de mi familia, mis hijos ya no, de eso ya me ocupé deliberadamente ;)).
De todos modos, el aljibe, era algo natural en el pueblo de mi madre, todas las casas tenían uno en su patio. Anda y que no me habré asomado a nosecuantos y habré gritado adentro a saber qué, y habré subido agua, y.... ufff, tantas cosas que nos ha dado tiempo a hacer ¿verdad?
Ja,ja y ahora vivo sobre unas ruinas romanas de las viviendas cercanas al puerto de entonces, verídico, no solo las tengo bajo mi techo sino que no tengo más que asomarme a la terraza y las tengo de exposición. Enfrente el Castillo, antigua fortaleza de Dianium. La ciudad dedicada a Diana, la diosa independiente, la que me eligió para que viviera en ella Ja,ja.
Ya te digo, una vida repleta de sincronicidades la que me ha tocado vivir.
Por tener tanta tierra trigonada en mi geometría se materializa con facilidad hasta lo menos comprensible. No si... hay que.... reirse. Bs.
MJ. Está bien este testimonio, porque el legado andalusí tiene una larga mano en esta tierra. Yo sigo descubriéndola -también la judaica- en muchos elementos que no son solamente el lenguaje o los descubrimientos y avances de su tiempo -cultivos hortelanos, sistemas de regadíos, construcción, astronomía, etc.- sino simplemente en costumbres y tradiciones gastronómicas. Cada vez que descubro algún dulce nuevo -y el otro día probé unas pastitas de Sanlúcar de Barrameda y otras de no recuerdo qué pueblo extremeño- que aunque esté hecho por mano angelical, es decir de monjitas, no me cabe duda de que detrás está la trayectoria andalusí, mira tú.
ResponderEliminarTotal, que sin querer o queriendo entras al trapo de tus recuerdos, y honras con ellos a una cultura que fue borrada del conocimiento de los españoles una vez se echó a los últimos de Granada y a los moriscos residuales del siglo XVII.
España no sé qué leches es. Pero en vez de llamarla país de conejos o de serpientes como en la Antigüedad, si hoy hubiera que ponerla nombre yo la llamaría: país de desagradecidos.
Y que no me vengan con cuentos, que me los voy sabiendo casi todos (solo casi)
Mi primer apellido procede de aquellos niños oriundos de Teruel, que dormían al raso cuidando los tenderetes de los mercaderes judíos y que ateridos de frío emigraron a tierras más cálidas del mediterraneo. Ja,ja, como yo.
ResponderEliminarY quien no honra a sus raíces no es sino lo que tu dices, además difícilmente podrá tender puentes hacia el futuro, sin bases lo suficientemente sólidas no hay futuro que valga la pena.
Ya ves, si estamos de acuerdo, solo que cada cual lo expresa a su manera, tu para universitarios y yo para primaria, pero es mi naturaleza biológica, maternal, psíquica y eso encaja mucho mejor con los todavía inocentes.
Je,je, ya paro ya, es que vivo voluntariamente como un monje cartujo y para compensar.... pues eso "machaco" a comentarios. Puedo prometer y prometo que no se repetirá. Bs.
Ahh y me olvidaba, durante un viaje a Tunez en todos los dulces que probé (y soy experta en adivinar calidades y sabores reposteros solo con la vista) reconocí los sabores de mi raíz y de mi tierra, todos ellos me resultaban demasiado familiares. Por supuesto que procedo de una raíz muy "gulosa". Ahora mismo me he zampado tres empanadillas de boniato de merienda. Ves, justo, justo lo que te decía.
ResponderEliminarVida solitaria, pero extremadamente lúdica y saludable, no he encontrado otra manera de asegurarme la "tajada de gloria" antes de que se descomponga la materia que administro.
Está claro, Emejota que eres una medium perfecta entre tu pasado y tu futuro imperfecto, jaj. (Iba a haber dicho y tu nada, que es lo que nos espera a todos, pero no sonaba bien)
ResponderEliminarLos dulces tunecinos (no he estado allí, pero en París hay infinidad de confiterías) no es que sean ricos. Es que son una preciosidad plástica. Una belleza de coloridos y texturas.
Que el frío turolense sea contigo.