viernes, 10 de febrero de 2012

diez de febrero


si no le conociera, me preocuparía; sé que saca sus mejores ideas de ese espíritu de tensión que le posee; hoy esperaba encontrármelo agitado y tirante y, sin embargo, le invadía cierta aparente placidez; ¿ha sido el descanso o es que te estás acostumbrando a agobiarte menos?, le he preguntado; ¿te parece?, me responde con ese sentido tan suyo que conlleva respuesta implícita y, no obstante, revestida de un retintín enigmático; da un sorbo al café, luego dice: ¿no me imaginas sin pensar en nada, verdad?; naturalmente, le replico, no es lo tuyo, bueno nadie está nunca sin pensar en nada, le digo evitando susceptibilidades; pensar es fluir, asevera; es ir hacia delante y hacia atrás constantemente; tomar referencias y diseñar paisajes inexistentes; no entiendo el pensamiento de manera estática, de hecho no creo que exista; no se piensa lo inconmovible; quienes permanecen en alguna idea fija no piensan, simplemente pasan a otro estado, el del acatamiento; si acatas, te entregas a otro, luego ya no estás en ti, otros te toman; y el otro no es el otro cualquiera; hay una cadena de emisiones que muchos van haciendo propias, pero no son de ellos; muchos repiten palabras ajenas pensando que así se dotan de opinión; pero la opinión exige siempre un criterio, y el criterio es tu propia esencia, algo que catas al menos por ti mismo; algo que más adelante compruebas, también por ti mismo; el término opinión pública es mitad mito, mitad farsa; sabes de sobra que las opiniones públicas están sumamente mediatizadas, cuando no son realmente la voz de sus amos; por eso cuando me levanto no me gusta escuchar el ruido humano, en todo caso abro un periódico y leo entre líneas; me evito lo gutural de una emisora, evidentemente, y procuro traspasar la tinta de los titulares y de las opiniones sesgadas; a veces incluso interpreto a la inversa de lo que dicen; en cada opinión hay intencionalidad; pero no mera respuesta a un pensamiento; hay intencionalidad dirigida en muchos casos; cada vez soy más consciente de que leo ideología adiestrada y, también, asilvestrada; con apariencia culturalista y civilizada, pero frágil y falaz, hace aguas por todas partes; vivimos en palafitos sobre lagunas ideológicas infestas; no sé cuánto sobreviviremos en este hábitat de inmundicia; sabes muy bien que por esas razones desaprendo la lectura de los acontecimientos actuales y perecederos; no sirve de nada saber de ellos si no interpretamos aquello por lo que antes pasamos; me abruma la catarata de su discurso e intento meter baza, le corto y le digo con cierto cinismo: pero hay que estar atentos a las noticias, informado; sé que está a punto de perder los estribos, pero esboza una risa benévola; ¿las noticias?, hasta las noticias se fabrican, responde; las noticias son un producto, luego también un proceso de elaboración, nunca un mero relato de acontecimientos; hay todo un protocolo, y en cada vez más espacios emisores y reproductores de las mismas tiene lugar una tarea previa de autocontrol, cuando no de autocensura y acuerdo, a la hora de hablar de los sucesos del mundo; tienen que agradar a sus dueños, esa es su flagrante contradicción irresuelta




(Imagen fotográfica de Michael Ackerman)


7 comentarios:

  1. Muy bien.
    Completamente de acuerdo hasta en el detalle más aparentemente frívolo:
    "por eso cuando me levanto no me gusta escuchar el ruido humano".
    Me conforta mucho leer tus escritos, Fackel, no sé ni cómo llegué el otro día hasta ti, pero me alegra mucho haber dado con este lugar tuyo.
    Un abrazo

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  2. Gracias, Sofía, por el comentario. Las obsesiones se convierten en manía, ya lo sé. Pero lo importante es que sean propias.

    Un abrazo.

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  3. Omar, creo que el tiempo presente debe tener un estado especial para nosotros: el de no engañarse.

    Salud.

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  4. "En los reinos donde sobra escasez de fantasías, donde muere el hombre de hambre espiritual sin husmear siquiera lo ayuno de su alma"


    Saludos

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  5. Caray, Gene, te conoces a Karl Kraus mejor que yo. Uy, hace tiempo que no traigo algo suyo por aquí, gracias, me lo has recordado sin querer.

    Muchas gracias, ya has hecho la buena obra del día.

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  6. "...donde la pluma se moja en sangre y la espada en tinta, allí ha de hacerse lo que se piensa, pero lo que llega sólo a pensarse es inexpresable. No esperen de mí una sola palabra.

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