lunes, 12 de diciembre de 2011
Hamlet en diciembre
HORACIO
Sus fantasías le trastornan.
MARCELO
Sigámosle. No conviene obedecerle.
HORACIO
Vamos tras él. ¿Adónde puede llevar esto?
MARCELO
Algo podrido hay en Dinamarca.
HORACIO
El cielo dispondrá.
MARCELO
Nosotros sigámosle.
Hamlet. William Shakespeare. Acto 1
mira que hay frases que se repiten como coletillas en el habla de las gentes, pero ésta de que algo podrido huele en Dinamarca es de las que más me espanta; ¿será porque enseguida percibes a través de su expresión el hedor de los actos inmorales de los hombres?; incluso me contagia a mí, y hablo como si fuera parte de la obra; parte de la obra somos, le digo por desgravar su apesadumbrada actitud; y él se abstrae y continua tenaz: pero me preocupa no tanto que se nos envuelva en el lado corrupto de la obra, que eso es muy del decidir cada cual si forma parte o no, sino la actitud pasiva o indolente de los individuos; ¿has visto cómo se han sentido tocados los reales intereses?; ¿no te das cuenta que lo que sienten peligrar sus posaderas majestuosas no es sino su improductivo modus vivendi?; sin embargo, la ciudadanía tenía que saltar con un grito unánime y la supuesta entidad de las gentes calla; eso es lo que me desasosiega: el silencio; tal vez los hombres sean prudentes, le replico por hacer de abogado del diablo; ¿prudentes, dices?; ¿dónde se halla el límite entre la prudencia y la renuncia a ejercer tu propia voz?; ellos no son más que nadie, y ésta ocasión es extraordinaria para retomar el debate de la inutilidad de que ciertos y escasos individuos, muy encumbrados, eso sí, se lo lleven entero por no aportar nada a la sociedad; a veces uno piensa que nació y creció en una tierra corrupta, y que cualquier intervención que una parte de la sociedad hiciera en su historia para corregir ese destino fue aplastada por los ventajistas; que esta tierra tiene cuentas pendientes y no puede dejar la corrupción en manos del cielo, como decía Horacio; simplemente porque si no se cortan jamás ciertas actitudes de vileza, que ya ves que se reproducen en las alturas de las instituciones, no hay garantías de que se avance hacia la luz; (mi amigo suele terminar a veces sus pensamientos en voz alta de una manera casi mística; acaso es su modo de evitar una explosión de rabia en mis narices)
(Imagen: interpretación de Laurence Olivier en Hamlet)
El límite entre la prudencia y la renuncia a ejercer la propia voz. Es inquietante realmente. Sin duda la existencia y la resistencia se relacionan directamente con la conciencia. Dejarse a la buena de dios en manos de la prudencia, la prudencia de la corrupción, llevará cómo observo de ese retal de Hamlet a la fantasmagoría. Inquietante. Me recuerda a Prometeo ofreciendo sus vísceras a las águilas. Al hombre en Morel ofreciendo reproducciones a sí mismo.
ResponderEliminarCreo que en un texto de Kundera mencionaba algo así del “staus quo” que era una especie de cinta transportadora, el hombre imaginaba que se movía pero no era cierto. Personalmente confío en la disolución de los poderos totalizadores. El futuro descansa sobre nuestras conciencias, y éstas empiezan a estar cansadas. Ojalá sea para bien.
Un saludo para vos y su amigo de pensamientos en alta voz.
Ese afán de ver en el país de los ciegos puede resultar muy dañino, y cerrar fuertemente los ojos para no ver, también. Bs.
ResponderEliminarPues urgando en el Urgandarin se descubren miserias humanas, dignas del mas desarrapado indigente emocional.
ResponderEliminarO séase, que la realeza muestra sus decadencias explotando los recursos económicos de los plebeyos, aunque siempre fue así,se disimulaba muy bien.
Nadie levanta la voz, nadie se queja. El pueblo es magnánimo,dicen...todos cometemos errores.
Bueneo,pues así seguiremos, así amasaremos el pan que ellos comen y que a nosotros nos da hambre.
Y los que quemaron fotos del rey aun estan fichados.
Un abrazo
Hay algo podrido en Dinamarca. Dinamarca es nuestra mente, hermano. Estamos marcados por un estigma fatal. Cainita, lo llaman algunos.
ResponderEliminarLa inextinguible ferocidad del depredador insaciable...
(por suerte, un par de siglos bastarán para aniquilar nuestra execrable civilización)
salve
c.c.Rider. Espléndida exposición la tuya. Yo sí que creo que el hombre se mueve -el hombre y todo lo demás, lo cual es más importante aún- pero su drama es que no se da cuenta la importancia de la dinámica. Cree que moverse es dejarse llevar, cumplir ciclos, rituales, poseer y ejercer un plan de vida más o menos estable en apariencia. Pero no se prepara para muchas otras contingencias. Y las contingencias siempre están sobre nuestras cabezas y lo triste es que nos cojan desprevenidos. Que no tendría que suceder, ya que muchas de esas eventualidades que pueden marcar nuestras vidas se ven venir.
ResponderEliminarMe haces pensar en lo de si nuestras conciencia no estarán o empezarán a estar cansadas. ¿Será por su mala utilización, por su despiste?
Trasladaré su saludo a mi amigo llorón.
Emejota, entonces...¿en qué territorio crees que debemos situarnos? ¿Hay campo neutral?
ResponderEliminarMuy punzante y clara, Genetticca, me temo que es así. Pero no deja de ser gracioso y a la vez genial que las miserias de los intocables aparezcan. A ver si hay suerte y aparecen más. Algunas miserias de algún otro que fue separado (nunca mejor dicho) de esa familia a tiempo se quedaron en su vida personal solamente, supongo. Al menos eso dice cierta vox populi.
ResponderEliminarPero no olvidemos que sus miserias personales reflejan en cierto modo las de la sociedad. Si no los tuviéramos ahí a todos ellos, tan reconocidos y aceptados, tendríamos un problema menos. No queremos ser adultos, ciudadanos.
Salud.
Dinamarca es la conducta, hermano Stalker. La mente es capaz de todo, no solo de la corrupción y de los instintos primarios de todo lo alevoso. Puede que ese estigma nos persiga, pero también el hombre trata de elaborar una contrarréplica, con resultado alterno, limitado, pero es la constante evolutiva, ¿o no?
ResponderEliminarPor lo demás, me debato entre la desesperanza y la esperanza ¿risueña? cotidianas. ¿Qué hacer?
Abrazo.
Puede que esté cansada, lo reconozco, aunque mi verdadero problema, el de fondo del todo es que no me creo la realidad que vivo ni la que me rodea, comprenderás lo difícil que me resulta a veces vivir ateniendome a las normas de la "casa de la sidra". Bs.
ResponderEliminarBueno, MJ, pero eso de ser escépticos de la realidad es un buen signo de salud. Pero la realidad da coces y entonces ¿cómo no creer, de alguna manera, en su brutal constancia? Sugiero crear una ciudad protectora dentro de nosotros que no nos someta como la ciudad sitiada que se nos impone. Para hacer menos pesada y grave este estar, MJ. Besos.
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