lunes, 24 de octubre de 2011
aprovisionamiento
A falta de calor dibujaba una hoguera. Si no corría brisa soplaba despacio sobre la palma de su mano. Condenado a no recibir una caricia recorría con sus dedos el torso y el abdomen sin prever límites en su descenso. No pudiendo partir a navegaciones lejanas construía barquitos de papel que acumulaba por los muebles de la casa o regalaba a los niños del vecindario. Impedido de ver paisajes abría las ventanas de par en par porque, decía, le llegaba el olor a tomillo. Si se sentía pobre en conocimientos soñaba ser el completo Leonardo. No sabía lenguas, pero disponía de una colección de diccionarios, incluido el de marathi y el de tongano. Al recibir el azote del agobio apagaba las luces, cerraba los cuarterones de los ventanales y se echaba en un rincón en posición uterina imaginando que nacía de nuevo. No percibiendo su oído palabras tiernas ni susurros de deseo declamaba a media y baja voz haciendo dos personajes. Ante la privación de una mirada honda recuperaba en el trastero de su memoria los ojos de un amor perdido. Cuando se quedó sin el sentido del olfato se ejercitó en recuperarlo a través del recuerdo, aunque su torpeza le deparase desagradables sorpresas. No asistiendo a películas de estreno en los cines de la ciudad se dedicaba algunos atardeceres a recrear intérpretes y escenas por medio de sombras chinescas. Aquel hombre era muy extraño según criterio de los vecinos, pero no se metía con nadie, ni nada exigía. Se abastecía imaginariamente para compensar sus privaciones. Un día lo encontraron sin vida, no se supo por qué causa, sumergido en la bañera, desnudo, afeitado el vello de todo su cuerpo y con la boca llena de sal. Alguien comentó que el fallecido le había dicho que siempre quiso convertirse en un ser de las profundidades abisales. Lo cual fue interpretado como que halló su forma de llegar al fondo del océano. Hubo quien más simple y realista pretendió que, en su afán por permanecer el hombre al margen de la más elemental de las provisiones, carecía incluso de oxígeno y no había sabido recrearlo. Pero esta última versión no prosperó. El juez se limitó a levantar acta de suicidio, más que nada por la forma de hallar el cadáver y por no haber huellas de agresiones externas, aunque no intuyera el motivo. Mas, ¿quién conoce los verdaderos móviles de un suicida? Cuando los nuevos inquilinos de la vivienda la limpiaron y tiraron los muebles se encontraron con una nota escueta: si un día me encuentran muerto no se gasten en ataúd ni en ceremonia alguna. Pero por favor, no escatimen tierra porque ya no estaré para prever la manera de enterrarme.
(Ilustración de Verónica Leonetti)
es una historia de abandono? , de auto -abandono?, de un naùfrago de ciudad?, profunda y real
ResponderEliminar-una pregunta, tiempo atràs me habìas aconsejado un libro biografico subre Kraus, no logro encontrar los datos que -seguramente estàn salvados - en alguna parte.
un saludo de admiraciòn a tu constancia en la escritura
Blas
Fíjate si te entenderé que me asomé a tu geometría solar. No me sorprendió para nada lo que encontré. En muchos sentidos (angulos, distancias cordales) se nota que verdaderamente parecemos hermanos abisales, si bien no tengamos nada que ver en la superficie. Una sonrisa amanece en mi vetusta caradura.
ResponderEliminarUn gato se pasea por mi lado, tiene suerte que Zola no anda cerca. Beso.
Blas, me alegro verte de nuevo por aquí. El caso es que no recuerdo si te cité una biografía de Kraus (no me suena) o más bien el libro de un amigo mío en el que se trata la obra y compromiso de ciertos seres importantes del siglo pasado. Simon Wiel, Brecht, Luckacs, Walter Benjamin, Ana Arendt, Primo Levi y Karl Kraus. Se titula POLIÉTICA. Su autor, Francisco Fernández Buey de la Pompeu Fabra de Barcelona.Algunas reseñas que encuentro en la red:
ResponderEliminarhttp://www.insumisos.com/diplo/NODE/233.HTM
http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/8566/Polietica
http://www.rebelion.org/hemeroteca/cultura/031102fb.htm
Aparte, ya sabes, hay varias ediciones de obras de Karl Kraus, pero supongo que eso ya lo controlarás tú. De lo contrario, te pasaría títulos.
Y nada, por aquí perseverando en mis garabatos textuales.
Un abrazo.
Jo, Emejota, es decir que tengo hasta geometría solar y todo. Me encanta el término (me dejo ampliar su explicación) De niño se me daba mejor la geometría que la matemática, pero ambas convergían en algún oscuro y enigmático punto que se me escapaba. La matemática exigía una entrega de la imaginación absoluta, a mi modo de ver, y yo no se la concedí. La geometría exigía una entrega de la capacidad de abstracción pero resultaba más plástica y evidente; me falló el que no tenía suficiente perspectiva. Curiosamente, ahora me intereso más por ella, pero tendría que ponerme a una interpretación más teórica y menos contemplativa. Pero no creas, ya me da bastantes satisfacciones esa visión diletante de lo espacial. Nunca creí que mi propio interior también me poseyera geométricamente. Ah, creo que existen más hermanos abisales de los que creemos, son como una secta, un clan, un ente de carbonarios mistérico que procura no salir a superficie para que nadie coarte su libertad. De sus objetivos, mejor no hablar ahora. Con frecuencia son secretos y oscuros, aunque les prive y devore la persecución de la luz (a su manera)
ResponderEliminarSalud.