sábado, 17 de septiembre de 2011
reflexión ambarina
El milagro del ámbar. O cómo llamamos milagro tontamente a todo aquello que aún no conocemos y nos supera y nos sorprende. El ámbar es la Tierra dentro de la Tierra. El abrigo, la preservación, el registro de la memoria de los seres vivos. ¿Quién que aprecie las piedras y los fósiles no ha tenido alguna vez un trozo de ámbar con mosca dentro? Si los fósiles ya suponen toda una fuente de información, en ocasiones riquísima y nada alterada, ¿qué maravillas no nos proporcionará el ámbar? Lee que han encontrado un trozo con plumas de alguna especie de dinosaurio. ¿Quién dijo que la fragilidad aparente es débil? Aunque lleva meditando sobre ello desde que ha leído la información, no está convencido. Se debate fuertemente por asumir su condición. Trata de tapar los agujeros por donde se le va la vida. Pero él no quiere instalarse en el ámbar.
Lo más cómodo resulta no instalarse, a mi modo de ver, aunque se nos haga creer que vivir es cuestión de instalarnos. ¿Será por ello que me gusta tanto la danza? Beso.
ResponderEliminarPregunta con respuesta implícita. Gracias, buen domingo, Emejota.
ResponderEliminarAún no es la hora del ámbar. Hasta la muerte necesita de una cierta maduración, de un cierto tiempo para que ya no duela en el mundo.
ResponderEliminarUn abrazo
Gaia, puede que tengas razón. Pero los designios del ámbar ¿quién los conoce? Un abrazo.
ResponderEliminar