jueves, 4 de agosto de 2011
cuatro de agosto
Desasosiego de una noche de verano que me impide conciliar el sueño. Encontrarme de pronto con ese verso del poeta Adonis, el siríaco
¿y cómo hablaré yo el lenguaje de las hormigas con acierto?
Acaso el acierto, me digo, sea dar con este verso en plena hora de desvelo. ¿Qué hacer? ¿Llevar el cuchillo de trinchar a su sintaxis o trocear su recóndito significado? Pero, ¿por qué la tentación de racionalizar el sentido que tienen las cosas por sí mismas? Suena bien Adonis y simplemente esperar la revelación puede ser un ejercicio inútil. Marcada manía humana de tratar de diseccionarlo todo, de abrir en canal las palabras para intentar apoderarnos de su esencia y, acaso, desvirtuarla. Me propongo otro punto de vista. Leer al poeta con el olfato, por ejemplo. O con el tacto. De momento el sexto sentido, el oculto, el que multiplica todas las posibilidades de los sentidos clasificados me ayuda. Imagino pasear por un jardín donde se mira y se huele. Donde uno se impregna de aromas y renueva la sensibilidad de las yemas de sus dedos. Pasear. Donde uno se desconcentra porque los ojos se tornan húmedos de belleza. Pasear. Admirar los parterres, elevar la cabeza hasta las copas de los árboles, recorrer laberintos que nos cubren. ¿Tendría algún valor preguntarnos algo en ese deambular a través del cual lo que deseamos es percibirnos a nosotros mismos, alejados del ruido de la vida? Pasear por el verso.
En ocasiones, pensar nos roba momentos de sentir el placer de lo que nos rodea, por muy sencillo o cotidiano que pueda llegar a ser. Creo que es bueno dejarse llevar por esos sentimientos de vez en cuando abandonándote un poco a ti mismo sintiendo el aire en tu rostro, el perfume del mar, el ruido cadencioso de sus olas invadiendo la orilla...esas pequeñas cosas que a diario nos rodean, pero que nunca sentimos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Naturalmente, Carlos. Que hablen las sensaciones y el arrobamiento.
ResponderEliminarUn abrazo.
¿Has olido el jazmín y la dama de noche en una noche estrellada con una leve brisa de viento?
ResponderEliminarTe aseguro que eso te hace desviar la mirada del verso.
Todo tiene su momento. Tras el mental dejarse llevar por el visceral es un verdadero placer, la gloria, diría yo; pero claro, el orden inverso suele dar peor resultado aunque acabe siendo el más frecuente. Claro, que se aprende en propias carnes y por ello resulta conveniente.
ResponderEliminarYa ves, las ventajas de la vejez, poderse permitir la máxima visceralidad sin apenas, por decir algo, cargas. Ahora te lo digo mirando en la dirección preferida. Beso.
Impresionante el canto de la Sibila.
ResponderEliminarClaro, Isabel. Lo he olido y he abandonado el pensamiento, pero los sentidos son muy sagaces. Y me han envuelto en melancolías.
ResponderEliminarBuena noche.
Me alegro por ti, Emejota, ya que los dioses o el destino o tu bien reglada existencia anterior te permite disponer d mucha levedad y te libera de lo oneroso. Bendita tú que puedes elegir una dirección a gusto y placer.
ResponderEliminarGracias.
Ah, se me olvidaba, celebro te guste algo tan terrible de fondo como maravilloso de expresión: el Canto de la Sibila. Y es que además Jordi Savall y la Figueres son de primera.
ResponderEliminarQué bien.