viernes, 15 de julio de 2011

La gravedad


…le he visto cuando pasaba por la plaza. Me pareció apesadumbrado, pero mantenía el aplomo. No le arriendo la ganancia. Cuántas veces hablamos mal de los políticos, algo muy propio del paisanaje. Pero la que le ha caído encima es de órdago. Tener que vadear corrientes dentro de la coalición que le ha llevado al cargo no es algo fácil. Tener que sortear las embestidas de los cainitas, que no hacen otra cosa sino agitar los ánimos del rencor, supone más riesgo. Aunque lo suyo es el lance y torea a los vociferantes con habilidad lo cierto es que está sometido a un equilibrio peligroso. Y que no se olvide de controlar a los militares, de los que se dice de todo, si es que los rumores no mienten. Los militares tienen una larga tradición frustrada y son capaces de volver sus fracasos hacia la teta que les nutre, con tal de justificarse como casta y de mantener el chusco. Se sabe de algunos mandos que presumen de estar con la legitimidad constitucional, pero en privado sostienen posiciones abiertamente opuestas a la ley. He visto cabizbajo a este hombre, pero cuando ha hablado con sus acompañantes su tono era firme y decidido. Ni sus enemigos se atreverían a decir que le falta entereza. Es intachable, pero las circunstancias, si no las maneja bien, pueden dar al traste con su empeño. El último crimen ha afectado tanto a los políticos como al Estado en general. Hay quien sospecha que puede ser utilizado para justificar definitivamente una nueva bravuconada de los sables. Se palpa una calma chicha, que dicen los marinos…

4 comentarios:

  1. A veces, cuando te leo, tengo la sensación de estar viendo lo que narras en una pantalla mental.

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  2. ¡Vaya!, parece que nos vas a meter en la guerra, pues me imagino que hablas de la muerte de Calvo Sotelo. Interesante este recorrido por la época desde diferentes personajes y distintas situaciones, muy interesante.
    Un abrazo.

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  3. Susan, es mi leve aportación al acontecimiento que marcó la historia de este país hace justo ahora setenta y cinco años. Lo menos que podía aportar al reconocimiento de la defensa de una legalidad y a la condena de quienes desataron la barbarie.

    Gracias por seguir el relato.

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  4. Carlos, quienes nos metieron en la guerra fueron otros, jaj. Es mi particular homenaje. Nos quedaremos en la puerta, supongo. Ya lo pasaron otros por nosotros.

    Un abrazo.

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