lunes, 30 de mayo de 2011
La entrega de Ofelia
Ofelia, Ofelia...Pasa la caballería aguerrida de la pureza y tú miras el movimiento imperceptible de los planetas. No flotas sobre aguas sino sobre destinos. Has entregado el hijo que criaste, que es tu alma, que es tu pasión desdichada, que es tu capacidad esperanzada al jinete cuyo corcel inquieto es un suspiro.¿A dónde lo trasladarán?
Tus ojos van en él. Tu continente de súplica. Tu amarga decepción se hará mayor cuando olvide tu nombre. Es solo un instante. Yacerás entre conjuros y tus labios mascullarán el último signo de la traición que se ha cebado sobre tu sino. Pero eso no te importa, porque tu sonrisa creció entre las riberas de los arroyos. Allí donde empezaste a creer.
O donde empezaste a amar. Amar fue para ti una melodía. Nunca separaste las dimensiones del canto y de la música. Ambas germinaron en lo más primitivo y limpio que preservabas. Cuando el hechizo seductor envolvió tu vida apenas advertiste que no se trataba de otra cosa sino de una nueva canción. Pero ésta no sólo salía de tu pecho, no sólo la destinabas al aire impalpable. El cantar no rescataba ya la infancia extraviada, ni prolongaba los juegos, ni era acicate de nuevos aprendizajes. ¿Cómo podías saber que lo que se comparte ya no le pertenece a uno mismo, que la renuncia es una opción y el abandono un precio inevitable?
Ahora, tras el desenlace indefectible, deja que el corcel albo pase despavorido sobre tu cuerpo. Permaneces inaprensible a su mirada. Él portará lo que pudo ser hasta un paisaje incierto. Tal vez otras manos u otra canción entenderán la fuerza de la que tú te desposeíste. Allá, en alguna parte, ajena a la pérdida, volverás a tocar la cítara y a entonar nuevos cantos.
(Imagen de William Blake)
Qué inspirado! las dos primeras frases combinadas con el cuadro de Blake son sublimes, te arrastran como una melodía dulce y amarga a la vez, te acunan como las aguas de un arroyo hasta el final del texto, y permanecen y te roen como un instante eterno.
ResponderEliminarsiempre profundas y poèticas tus entradas;
ResponderEliminarha habido en pasado entradas sobre Karl Kraus?
un saludo
Blas
Rat. William Blake es el vértigo. En escritura y en pintura. De esa raza de seres atípicos e inclasificables, que van más allá de las doctrinas, las pautas, los modelos y los cánones. Cuya fuerza e interpretación sólo puede ser apreciada hasta su fondo por otros seres atípicos que casi casi no caben en este mundo. O que están por error o por azar en él (no: cabemos todos en el mundo)
ResponderEliminarNo sabes lo que me gusta saberme comprendido al expresarme de la manera a la que la imagen me arrastra.
Un beso.
Gracias,Blas. Poco ha habido sobre K.K. en mi blog. Personaje fascinante que me desborda. Espoleó mis intenciones elementales, pero no supe seguir su estela. El libro "Poliética", de Francisco Fernández Buey habla sobre él y otros personajes cruciales y clarividentes del siglo XX.
ResponderEliminarUn abrazo.
He disfrutado enormemente con la lectura.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un saludo
Muy buen texto. Felicidades.
ResponderEliminar¿Hay algo más sensible que el corazón de ofelia?
Salud
Francesc Cornadó
Qué gusto oir tus impresiones, Gaia. Disfrutemos mientras las palabras nos liberan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Francesc. Probablemente no, al menos no a la vista de los cegaditos humanos. Pero las dimensiones del universo que nos envuelve ampliarán por inercia nuestros límites. Y veremos más sensibilidad (o pereceremos)
ResponderEliminarSalud siempre.