sábado, 12 de marzo de 2011

Desde aquel origen lejano



Una vez se puso a la orilla de un río y pescó. Para ello había inventado arpones de doble hilera, más firmes y para piezas más voluminosas. Otra vez se fue con el grupo a cazar ciervos y se llevó unos bifaces de agudos filos y bien tallados. Al regresar, una parte de lo obtenido la conservó y otra parte la puso a calentar para él y para los suyos porque tenían hambre contenida. Para comer había descubierto hábiles procedimientos de ignición. No tengo ni idea de si él y los suyos se sentían felices. Por supuesto que no existiría el término felicidad. Porque en aquel tiempo el lenguaje no se había desarrollado tanto como para delimitar los conceptos.

Y porque los conceptos no se habían desarrollado de manera tan sofisticada como entendemos ahora. ¿O ya lo habían hecho a su manera y en su ámbito mental? Pero sentir es obvio que sentían. Necesidad y satisfacción actuaban de manera inmediata. Su criterio de satisfacción sería perentorio y efímero. Pero tanto la necesidad de satisfacer como la dificultad por hacerlo en cualquier momento le llevó a él y a los suyos a desarrollar otros métodos. Al principio todo se dibuja borrosamente en su mente. Pero había cosas que estaban claras en el combate entre la necesidad y sus límites. Iban sabiendo, sin discursos, obviamente, que se trataba de saciar el apetito, de procurarse abrigo, de satisfacer necesidades sexuales, de desarrollar la reproducción, de procurar protección tribal ante los enemigos. Una minoría, que probablemente sería escasa, desarrollaba también ciertas habilidades en base a la observación del paraje y de los animales, y exploraba combinaciones de caolines, gredas, arcillas y óxidos para ir representando esa otra parte del mundo que es reflejo y a su vez conjuro y exorcismo.

Nunca pudieron prever hasta dónde llegarían sus sucesores. Ni qué caminos del planeta tendrían que recorrer ni en qué direcciones. Todo fue surgiendo, en la inercia por sobrevivir, hasta conseguir un asentamiento, más o menos duradero. Conocían sus límites. ¿Conocen hoy día sus sucesores los suyos? ¿Conocemos los nuestros? ¿Pensamos con racionalidad cómo pueden ser satisfechas nuestras necesidades en un mundo que no se parece en nada al de nuestro ancestro primitivo? La naturaleza sigue su curso y no deja de sorprendernos su potencia y su acto. El reflejo de la naturaleza -uno de ellos, no sé si el más complejo, pero sí el más dominante- que es el hombre actual, sigue sin resolver de manera definitiva la originaria tendencia a cubrir la necesidad inventando, organizando y reproduciendo. Y de vez en cuando le pilla -nos pilla- el efecto de manera aplastante. Y los límites se desbordan. ¿Será pagar un precio alto que la esencia humana no pueda renunciar a ir siempre más allá? ¿O porque no se está sabiendo ir en el sentido correcto? ¿O porque no existe otra dirección por más que Electra y Clitemnestra pugnen entre sí sobre la rebeldía y la aceptación? Todo viene desde cuando un ser de nuestra especie se puso a la orilla de un arroyo y con su esfuerzo ratificó ese principio en vigor de la lucha por la vida.



(Recordando a mis hermanos de Japón)




(Grabado de Max Klinger)

10 comentarios:

  1. Hola Fackel,
    Las preguntas que te haces son la clave de todo.
    Pero esto me hace pensar en la idea que tenemos de que hay una línea recta que va desde el antepasado de la caverna al hombre tecnológico. No es cierto que esta civilización sea la consecuencia inevitable, pudo haber sido de cualquier otra manera. Hay otras culturas en el mundo que han tomado opciones diferentes. Tendemos a pensar que los pueblos “primitivos” se han quedado estancados, pero ellos también han evolucionado desde la época del cromañón, sólo que su evolución no ha sido tecnológica. Respecto a nosotros, creo que definitivamente no se está sabiendo ir en el sentido correcto. Es cuestión de encontrarlo.
    Nos leemos, hasta otra,
    h.

    ResponderEliminar
  2. Hiniare. La catástrofe de Japón me ha hecho pensar. Claro que no hay una línea recta desde los orígenes hasta nuestras sociedades hipertecnificadas. Pero si las cosas fueron como fueron es porque no pudieron ser de otra manera, nos gusten o no. ¿Que cabían otras posibilidades de desarrollo? Puede, pero no se llevaron a efecto. Para mi es un axioma aceptar que los acontecimientos históricos no han podido ser sino como han sido, aunque muchos de ellos sean discutibles, frustrantes o inesperados.

    Por supuesto, los pueblos primitivos evolucionaron mayormente. No cabe despreciar a los que no lo hicieron (los llamados primitivos actuales)

    Lo de Japón me hace reflexionar sobre la lucha por cubrir nuestras necesidades y la manera que hemos desarrollado para procurar satisfacerlas. A partir de esa reflexión mínima, podríamos hablar de los límites de las tecnologías. Pero más que de las tecnologías, del modo de producción y distribución en vigor, que es el que limita la aplicación de aquellas y el desarrollo acertado y pleno de las sociedades humanas. Suponiendo que esto sea posible y no sólo una aspiración.

    Un abrazo, el tema da para largo.

    ResponderEliminar
  3. No creo en la línea recta de la evolución. No creo en la "evolución", o mejor dicho: no en lo que se entiende por evolución. Estamos en un círculo que se está cerrando y volvemos al principio de los tiempos.
    El tema da para largo, si, un saludo.

    ResponderEliminar
  4. Nunca deberíamos olvidar que no se puede legislar sobre las leyes de la Naturaleza. La tecnología es otra cosa, es usar el ingenio y el conocimiento de estas leyes para hacer mas cómoda la existencia.
    Nada se crea ni se destruye y la biosfera es un sistema cerrado. Podemos ir a más siempre. Evolucionar para ser mejores. Pero la evolución hacia el tener mas es un callejón sin salida.

    ResponderEliminar
  5. Mercedes. No hay ninguna línea recta en nada. En todo caso, como decía Canetti, lateral, como en el ajedrez. Las consecuencias directas existen en unos casos y en otros son circundantes, complejas, curvas. Pero el término evolución yo lo veo más como una figura representativa actual para involucrar toda una serie de cambios desde que el ser aquel bajara de los árboles y se pusiera erecto. Se le ha dado unas connotaciones de avance cuasi perfecto, irreversible, etc. y si se toma como axioma, pues no. Estoy contigo en no aceptar lo que algunos entienden como evolución para aplicarlo casi a una especie de fe, de que hay un fatum que no nos hará volver atrás. Vaya usted a saber.

    De todos modos, yo quiero ver la parte positiva. Los avances, transformaciones, aproximaciones,,,etc. a la naturaleza de todas las cosas. Otro tema es que no toda la humanidad s ebeneficia. Otro tema es que cuando parece que somos casi dioses la naturaleza -que por muchos cantos de sirena que haya no se controla en toda su dimensión- y no preciso qué naturaleza, qué forma de ésta, porque hay muchísimas, dé saltos que no controlamos, desde esta tragedia de Jaón hasta un cáncer que fulanito, según los médicos, tenía controlado.

    No sé si el eterno retorno existe, o si también es una figura de filosofía oriental, y todas las filosofías son respuestas a su tiempo, no lo olvides. Pero claro, imaginemos una gran catástrofe planetaria. O desaparece la especie o ésta muta (no me atrevo a decir que se retrotrae) a otros comportamientos. Los cambios históricos son dignos de analizar, pero tampoco sirven mucho ahora, porque este mundo ya no es el de Grecia ni el de Roma ni el de Carlos V ni el de la Reina Victoria de U.K.

    El tema da para largo, ya lo ves. Un cordial abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Camino a G. Coincido con tu apreciación. Independientemente del concepto de evolución, las manifestaciones de la especie humana, contradictorias,son también sorprendentes. Que la aproximación a la naturaleza (incluso a los mismos humanos, que son naturaleza también) sea tan agresiva está motivada por los diferentes modos de producción que se han conocido en la historia de la humanidad. Y hoy, más que nunca, porque la línea de diseño es la del consumo ilimitado y permanente, estar haciendo las cosas para una superproducción (algo que otros pueblos y sociedades, insisto, no tocan sino en mínimos, pero para los que se pretende también como modelo) lleva a situaciones sumamente arriesgadas y límite. Y dentro de ello, el eje central está en los beneficios que pretenden obtener el mercado y los mercaderes, ¿o no?

    Y sea la biosfera lo que sea, lo cierto es que la especie humana dio un paso de alteración de factores que no tenía precedentes. ¿Qué otra cosa es la emisión de CO2 o lo nuclear?

    En fin, y sin embargo tenemos que vivir nuestro/s tiempo/s

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Desde mi punto de vista no existen las líneas rectas ni curvas.
    Cuando a la Naturaleza le viene en gana dice "Aqui estoy yo" y no manera de pararla, hagamos lo que hagamos nos va a dar igual.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  8. Claro, Aquí. Los humanos tendemos a clasificar, definir, nominar...todo. Es una manera de entendernos, un tanto peligrosa y dual, porque a veces nos olvidamos de la esencia de las cosas y nos quedamos con lo subsidiario. Entonces, he ahí el problema. Tanto nombrar, consagrar y elevar a categorías nuestros limitados conceptos y terminologías que nos desprendemos de la madre. Sí, los humanos de esta sociedad hipertecnificada vivimos huérfanos. Buscamos recursos, seguridades y caminos entre los medios y los consumos y llega un momento en que estamos perdidos. Es como si nos hubiéramos vuelto contra lo que nos crió y cobijó.

    Aquí estoy yo, dice la Tierra. Si te pones a escucharla oirás que dice muchas más cosas. Pero que cada cual aguce el oído.

    ResponderEliminar
  9. Perece que he sido un poco brusca al expresarme.
    No ha sido mi intención. No hay que podamos hacer para retenerla. Juega con nosotros a su antojo y necesidad

    Ahora llega el turno a la energía nuclear. Estoy en contra de ella, como millones de personas.
    ¿A qué estamos dispuestos a renunciar?

    Saludos

    ResponderEliminar
  10. No, Aquí, no te he percibido con brusquedad. La Tierra sigue su curso, pero muy interferida por nuestra especie. La Tierra se sigue haciendo, como todo lo que hay en ella. Evoluciona, no pongamos geometrías; digamos sólo: acontece, se mueve, se deshace y se organiza nuevamente. Pura dinámica. Y lo de las placas tectónicas actuando sin fin, en permanente combate de masas que liberan energías terribles...es bestial.

    Tu pregunta es muy inteligente y oportuna. A mi me obsesiona esa idea. Aporto otra: ¿A cuánto estamos dispuestos a renunciar?

    Salud siempre.

    ResponderEliminar