miércoles, 12 de enero de 2011
La galleta
El mundo en una galleta. Algunos angustiándonos y tratándonos de aliviarnos alternativamente. Pasajeramente. Encarando una catarata de acontecimientos cotidianos. Haciendo frente a desajustes. Tentando la suerte de las decisiones. Echando un pulso con el azar. Esforzándonos por la subsistencia. Dejándonos acoger por la caricia de las palabras leídas. Y para otros su mundo en una galleta. Simplemente. De pronto me veo así. Me quiero ver de esta manera. Por un instante me siento sujetado, elevado sobre el paisaje humano, protegido, libre de responsabilidades, con todas las posibilidades por delante, entregado a la delicia de un alimento menor. Pregunta tonta, pero curiosa: ¿cuánto tiene de nutrición y cuánto de entretenimiento una galleta? Me entrego a la ficción de verme volviendo a empezar. Pero me falta imaginación. Empezar de nuevo, ¿para qué? ¿Para repetir los ciclos? ¿Para volver a conocer lo conocido? ¿Para arriesgarme a que podría ser peor? No. Estoy donde estoy, suficiente. No pienso jugar con Dios a los dados; Dios siempre fue un jugador tramposo. Tengo claro en qué parte del universo me hallo. Tomo ejemplo de la niña. Me voy a la caja de galletas y cojo una. Está rica. Buenas noches.
Me parece maravillosa la foto; una galleta en la mano de un niño, un niño agarrado a su galleta. Y no se la intentes quitar..., y le dura, y le dura, y la muerde con delicadeza, la compara con el pan, y suele preferirla a éste. Es la primera dulzura artificial, prescindible, pero que le hace descubrir quizás la recompensa. La recompensa... eso que nos enseñan a esperar, si...; ahí está el quid de la cuestión, en ese condicional que precede como cumplimiento para recibir la recompensa. En fin aquí lo dejo yo también, porque la en apariencia inocente foto tiene un alcance muy profundo.
ResponderEliminarSalud
k
Muy bien, Karmen, has dado en el clavo. Me encanta tu interpretación. Nos compran desde niños con pequeñas compensaciones (objetos o paseos) Y de mayores nos siguen tratando los padres putativos de la economía, de la política, del poder, en fin, como si fuéramos menores o peor, a veces como tarados. Y nos consuelan con parcelas diminutas si...¿somos buenos? ¿si no les molestamos? ¿si no les cuestionamos?
ResponderEliminarMas no olvidemos que lo que sujeta la galleta (del niño o del adulto) es una mano. Una mano herramienta, un puño de energía.
Salud y alegría (no obstante)
"¡Come chocolatinas, pequeña,
ResponderEliminarcome chocolatinas!
Mira que no hay más metafísica en el mundo que las
chocolatinas, mira que todas las religiones no
enseñan más que la confitería.
¡Come, pequeña sucia, come!
¡Ojalá comiese yo chocolatinas con la misma verdad
con que comes!
Pero yo pienso, y al quitarles la platilla, que es de papel
de estaño,
lo tiro todo al suelo, lo mismo que he tirado la vida."
Pessoa
(cambiar "chocolatinas" por "galleta")
Ah, qué bueno, Rat, no conocía el párrafo pessoaiano. Magnífico. Me gusta este buscar significados, vínculos, muestras, correlaciones...como se quiera llamar, entre unos textos y otros.
ResponderEliminarYa veo que tu opinión se identifica con el bardo portugués. Y otra cosa que me gusta: que lo traigas a colación. No hay que olvidar nunca a Pessoa. Nunca. Es imprescindible, él y sus heterónimos.
Un beso.
La galleta por la galleta. No importa cuánto tenga de nutrición. Lo importante es la galleta, la capacidad de disfrutar.
ResponderEliminarSe puede volver a empezar siempre, nadie nos dijo desde qué punto; sólo desde el que uno prefiera. Empezar, empezar todos los días, empezar siempre, ¿qué mejor forma de resistencia?
Me has hecho entrar hambre prematura de merienda.
Supongo que sabes que el límite de significaciones de lo que has escrito es casi infinito. Sé que sabes que lograste tu propósito. Dios no juega a los dados, pero las galletas están muy ricas (las bretonas más, dónde vas a parar... donde esté una galleta bretona que se quiten las marías) ((Ejem, yo pretendí alguna significación en lo de las galletas y las marías pero convengo que me ha salido de un vuelo mucho más rasante que el tuyo)) (((Odio mis propios vuelos rasantes)))
ResponderEliminarVaya, Ataúlfa, hoy estás pletórica de estímulo. Ese volver a empezar...En ello estoy. Me ha gustado ese matiz: nadie nos dijo desde qué punto. Así es. El jalón nos lo proponemos cada uno.
ResponderEliminarBuen provecho.
Ramón. Probaré a buscar significados, como si hurgara en la lata en busca de galletas.
ResponderEliminarPues no sé si he probado alguna vez galletas bretonas. Las danesas, sí, claro. Pero las galletas españolas siempre me han parecido muy flojuchas, cada vez más refinadas, parecen papel de fumar (perdón, que hay una ley en vigor, jaj)
No, no te reprimas los vuelos rasantes. Tienen tanto de reconocimiento... ¿O qué piensas que son los míos?
Buena anochecida.